Salud

La urgencia de la Medicina Social


por Guillermo Sequera

“La política es nada más que una medicina a gran escala” (Rudolf Virchow).

Los estudiantes de medicina conocimos el apellido de este patólogo alemán como el simple epónimo a un ganglio, por encima de la clavícula izquierda afectado por el cáncer de estómago.

Este apellido además dio origen al  nombre  de una clásica triada que predispone a la formación de trombos o coágulos;  tradicional pregunta de examen. Rudolf Virchow, como todo académico progresista de mediados del siglo XIX, llegó a oponerse y a desafiar las teorías de su contemporáneo Louis Pasteur quien afirmaba que las enfermedades eran causadas exclusivamente por bichos y gérmenes. Demostró con ímpetu, con la avanzada tecnológica de su tiempo, la existencia de enfermedades que décadas después las denominaríamos como autoinmunes y otras que luego las llamaríamos cánceres.

La medicina social es y debe ser la encargada de detectar las “epidemias artificiales”, como las llamó Virchow, epidemias atribuidas a la sociedad, productos de una cultura falsa y equívoca o de una cultura que no está disponible a todas las clases…

Pero supo ir más allá y paradójicamente hoy Virchow es considerado, con todos sus antecedentes de patólogo, como el padre de la Medicina Social. Sus frases “El médico es el abogado natural de los pobres” o “la política es nada más que una medicina a gran escala” son  afirmaciones  de una vida apostada a un rol político protagónico como profesional y como ciudadano. Además, hay otra trilogía, a la cual  dio su parternidad,  pero que  no es recordada nunca en la academia:

  1. las condiciones sociales y económicas impactan profundamente en la salud, la enfermedad y la práctica médica.
  2. la salud de la población es la cuestión de mayor interés social.
  3. la sociedad debe promover la salud desde los mismos medios sociales e individuales.

Obviamente influenciado por las nuevas teorías filósofo-económicas de otro contemporaneo suyo, un tal Marx, tuvo este prusiano Virchow, como médico, también que lidiar y transitar por los ásperos caminos que llevan de la teoría a la praxis. Su hija más moderna, la Medicina Social, todavía una especialidad discutida, se caracteriza por no tener el simple objetivo de la persecución académica sino el de la transformación social, especialidad donde se apunta esencialmente el dilema de salud-enfermedad de manera integrada, siempre observando los factores psicosociales, económicos, epidemiológicos y geográficos que determinan estas condiciones. Es un área de la salud que creció muchísimo en estos últimos 20 años, tratando siempre de no perderle los pasos a la otra que también corre a pasos agigantados: la medicina biomolecular y genética. La medicina social es y debe ser la encargada de detectar las “epidemias artificiales”, como las llamó Virchow, epidemias atribuidas a la sociedad, productos de una cultura falsa y equívoca o de una cultura que no está disponible a todas las clases, mostrando los indicadores dados por los defectos producidos en la organización política y social, y la consiguiente afectación predominante a las poblaciones que no participan en las ventajas de dicha cultura.

Planteándolo de otra manera, y usando las “las leyes de digestión” para ilustrarla, imaginemos: cuando cierta cantidad de alimento llega  al estómago, se desencadena un complejo sistema en todo el tubo digestivo y sus glándulas anexas, que entre otras miles de cosas, es parte de lo que nos mantiene vivos. ¿Pero puede uno, con la ayuda de estas leyes digestivas, contestar a la pregunta de por qué una comida sabrosa y nutritiva desciende todos los días sólo en algunos estómagos, mientras que en otros su visita es muy rara? ¿Estas leyes explican por qué algunos comen tanto, mientras otros hambrean? Parecería que la explicación debería de buscarse en alguna otra esfera, en el funcionamiento de otros tipos de leyes, de órganos. Éste es el espacio de la Medicina Social, y esta es, a parte de la Patología Médica, otra de las hijas de este gran revolucionario médico.

A finales de octubre pasado se realizó por primera vez en Paraguay el XIV Congreso Internacional de Medicina Social y Salud Colectiva, donde se ensayó esta aproximación al dinámico proceso de entender la salud-enfermedad. Estuvimos más de 700 personas de más de 27 países realizando un ejercicio para el cual los trabajadores de la salud no estamos preparados. Transformar la sociedad pensando los problemas de salud y sus soluciones desde la trilogía del prusiano, nos exige a que aunque estemos descubriendo un mundo o una nueva “realidad” bajo un microscopio, sepamos levantar la cabeza para comprenderlo mejor.

* Foto de portada: Nico Veo Lacalle.

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