Política

El Paraguay en el Siglo Asiático (Parte 1)


Por Gustavo Rojas *

El mundo atraviesa por profundas transformaciones. Más de la mitad del crecimiento económico a ser generado en el mundo hasta el final de la década provendrá de los países asiáticos, en mayor medida de China, India e Indonesia, en ese orden. Tras la crisis de 2008, Estados Unidos ha perdido la delantera como principal motor de la economía mundial, y  como principal fuente de Inversión Extranjera Directa (IED) en Paraguay, viene mostrando una significativa retracción en los últimos años. Es probable que la reforma impositiva del Gobierno Trump, vigente desde el presente año, y el aumento de la tasa de interés de la FED acentúe la introspección económica estadounidense. Igualmente, la perspectiva de retomada de la IED brasileña (segunda fuente) tampoco es alentadora en el corto y mediano plazo ante la lenta recuperación de nuestro principal socio comercial (se estima que el nivel de actividad económica de 2014 sea alcanzado apenas en 2021 o 2022).

La elevación de la tasa de interés en los Estados Unidos tornará más costosa y riesgosa la manutención del actual ritmo de captación de recursos mediante la emisión de bonos en el mercado internacional, por lo que explorar la ampliación de la capacidad de financiamiento de los bancos multilaterales de desarrollo se presenta como una alternativa relevante. No obstante, el proceso de capitalización de las principales instituciones acreedoras del Paraguay, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), viene sufriendo fuerte oposición de los Estados Unidos.

El Paraguay debe emprender una nueva política de atracción de inversiones taiwanesas, apoyada por mecanismos bilaterales de financiamiento, como, por ejemplo, la conformación de un Fondo Bilateral de Proyectos Estratégicos.

A su vez, el creciente proteccionismo de los países desarrollados como respuesta al ímpetu inversor chino viene desviando recursos hacia los países en desarrollo. China ya es el segundo mayor inversor mundial y, tras la crisis de 2008, los bancos asiáticos se tornaron los más capitalizados en el mundo. Los financiamientos del Banco de Desarrollo de China y del Banco de Comercio Exterior de China dirigidos a América Latina entre 2005 y 2017 suman un total de US$ 150 mil millones, superando los valoresagregados desembolsados por el BM,el BIDy el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF),priorizando inversiones en infraestructura. Venezuela (US$ 62 mil millones), Brasil (US$ 42 mil millones), Argentina (US$ 18 mil millones) y Ecuador (US$ 17 mil millones) han sido los principales beneficiarios. Los nuevos bancos multilaterales de desarrollo son de inspiración no occidental (Banco de los BRICS y Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura – BAII) y constituyen una importante pata de un emergente multilateralismo.

Saber leer estos movimientos, medir sus consecuencias y actuar en consonancia a ello es fundamental para el logro del interés nacional en política exterior. En un mundo que camina a pasos largos rumbo al siglo asiático, urge al Paraguay definir las prioridades de su proyecto de desarrollo nacional y, en base a ello, construir los fundamentos de una política exterior de posicionamiento estratégico en Asia.

Ante una globalización con crecientes características chinas, el acercamiento del Paraguay hacia el gigante asiático debe ser pragmático e integrado a una amplia estrategia de proyección hacia el Pacífico. Esta estrategia debe tener como palanca a las relaciones más sólidas y próximas construidas hasta el momento por nuestro país en la región.

En primer lugar, Paraguay debe probar los límites de su relacionamiento con Taiwán. La  dimensión  de la  promoción  de inversiones  ha  estado exenta  de  la agenda  bilateral,  pese a  la vigencia de un acuerdo de inversiones con Taiwán desde 1996, y los flujos de comercio siguen siendo muy poco significativos. De ser auténtica la fraternidad de los lazos bilaterales, la estrategia Go South de Taiwán debe  incorporar  a su  aliado  sudamericano en los esfuerzos de construcción de mayor autonomía ante China. Ello implica reducir su interdependencia asimétrica con relación a China por medio de la diversificación de sus inversiones directas en el exterior. Taiwán es la tercera fuente de IED en China, con montos apenas inferiores a los de Japón y Estados Unidos, mientras que el BCP reporta un stock nulo de IED taiwanesa en Paraguay.

El Paraguay debe emprender una nueva política de atracción de inversiones taiwanesas, apoyada por mecanismos bilaterales de financiamiento, como, por ejemplo, la conformación de un Fondo Bilateral de Proyectos Estratégicos. Este fondo debería concentrar sus esfuerzos en el financiamiento combinado de créditos concesionales y no reembolsables dirigidos a apoyar iniciativas públicas y/o privadas bilaterales de financiamiento al comercio, a la infraestructura, a la transferencia de tecnologías y a la cooperación al desarrollo.

Más allá de sus potenciales dimensiones (en el artículo “¿Cuál es el costo de oportunidad para Paraguay de mantener relaciones con Taiwán y no con China?”, Francisco Urdinez estima que Paraguay estaría dejando de percibir un flujo potencial anual de US$ 138 millones en inversiones directas y de US$ 224 millones en concepto de préstamos bancarios provenientes de China), las modalidades de operación de este fondo podrían constituirse en un interesante instrumento de diferenciación del financiamiento taiwanés en relación al chino. Dentro de las modalidades del financiamiento chino dirigido a la región, siguen predominando términos potencialmente riesgosos para países de renta baja, como los créditos no concesionales o la utilización de la producción futura de determinados commodities como activos colaterales.

En segundo lugar, la estrategia de tejer una agenda económica más propositiva y pragmática con Taiwán no excluye la profundización del diálogo político con China en el marco de la Comunidad de los Estados Latinoamericanos (CELAC) y del Mercosur. La señal de la inclusión de América Latina en la Ruta de la Seda (One Belt, One Road), anunciada por el Canciller chino al inicio de este año, durante la Cumbre CELAC-China, es una demostración de su apuesta por la región.

No obstante, en los últimos años, la agenda de CELAC viene siendo construida más en base a sus diálogos extrarregionales con China y Unión Europea que entre sus propios miembros. El agravamiento de la crisis venezolana y la polarización que esta ha producido en toda la región explica una parte importante de las causas de la parálisis de la agenda de integración regional. Un capítulo fundamental de la relación de la región con China se juega en Venezuela, uno de los mayores deudores y proveedores de petróleo de los chinos en el mundo. Por eso, fortalecer la agenda interna de CELAC es fundamental para lograr una mayor coordinación entre sus países miembros en el ejercicio de diálogo con China y en la resolución de la crisis venezolana. La convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur es clave para fortalecer la integración comercial regional y una mejor coordinación de la proyección extrarregional de ambos bloques.

 

 

* Gustavo Rojas es Magíster en Relaciones Económicas Internacionales por el Programa FLACSO Argentina/Universitat de Barcelona e Investigador del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP)

Fuente de la imagen: Carlos Barria/REUTERS

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