Elecciones

Paridad, urnas electrónicas y opacidad


Por Diego Abente.

El proyecto de modificación de la legislación electoral que cuenta con media sanción difiere sustancialmente del proyecto original al que hice referencia en un artículo anterior. La lectura periodística es que el “desbloqueo de las listas sábanas […] servirá para que la ciudadanía excluya a figuras ‘impresentables’ que aspiren a ser congresistas”. Sostengo, sin embargo, que no es así y que sus efectos serán iguales o peores a los señalados en mi artículo original.

En este artículo me referiré solamente a dos aspectos de la ley que todavía pueden ser atendidos, y al final a uno tercero que solo podría ser corregido con una modificación de la ley una vez aprobada. Mi argumento es que la Ley de Desbloqueo, tal como está, producirá inequidad de género, grandes riesgos de vulnerabilidad tipo hackeos si se adoptasen urnas electrónicasopacidad, entre otras cosas. Aunque se trate de una suerte de vox clamantis in deserto, quisiera compartir estas reflexiones con el objeto de contribuir al debate del tema. 

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1. Paridad. Expliqué en mi artículo anterior por qué esta ley perjudicaría a las mujeres y haría retroceder los avances en la representación de la mujer. Ahora todavía hay tiempo de asegurar, al menos, la paridad de género en las listas presentadas en las internas. La paridad en las listas para las internas (la alternancia en el orden) no resuelve el problema de fondo que es la intrínseca asimetría de género que este sistema produce. Sin embargo, al menos permite que las mujeres tengan la misma visibilidad, lo que, ojalá, reduzca el sesgo anti-equidad del sistema. Es indispensable.

2. Urnas electrónicas.  Las urnas electrónicas representan un peligro mayor al que ya enfrentamos en la actualidad. Los cyber-ataques se han vuelto moneda corriente y el hackeo noticia de todos los días. Las empresas que fabrican las máquinas sin duda dirán que son seguras. Es su negocio venderlas. Sin embargo, muy pocos y cada vez menos países las usan. Ingenieros informáticos muy calificados me aseguran que el hackeo de esas máquinas es juego de niños. Algunos amigos que leyeron mi artículo anterior me dicen que no es así. No soy experto en la materia, pero por eso mismo, no me arriesgaría. Cuando sepamos quien tiene razón será muy tarde. Ante la duda abstente, sugiere el sabio consejo latino. O, de lo contrario, como dice otro sabio proverbio latino, ¡Caveat Emptor! (que se arregle el que lo compre).

3. ¿Son los certificados en papel la solución?  La expedición de un certificado del voto en papel, que algunos presentan de manera improvisada y ligera como la solución a las vulnerabilidades de las urnas electrónicas, no es garantía. ¿Cuántos electores tendrán los conocimientos y la disposición de revisar el certificado de su voto para cinco opciones diferentes, en tres de las cuales hay un voto preferencial? Y de aquellas personas que lo hagan y constaten un “error” ¿cuántos estarán dispuestos a volver, hacer fila, protestar, y luego lograr que su protesta se reconozca, es decir, que se les crea y los miembros de mesa acepten su palabra y además les permitan volver a votar? ¿Votarán dos veces, una bien y otra mal? ¿Cuál de los dos votos anulará la máquina? ¿No se neutralizarán el uno con el otro? Y, si el problema se repite, ¿votarán tres o N veces? ¿Como resolverá la máquina el problema de dos o N votos duplicados o multiplicados? ¿Se reprogramarán las máquinas o todo el sistema luego de advertirse el “error”? ¿Luego de que se reprograme, si ese fuese el caso, cómo se logrará que el acta correspondiente se rectifique?

4. Conservar los boletines de voto. Una solución simple y barata es que se conserven los boletines de votos para poder hacer un reconteo aleatorio si las diferencias estuviesen por debajo de un umbral X o si existiesen impugnaciones de determinados locales o mesas. Esto también introducirá un potente disuasivo a los miembros de mesa que estarán expuestos a sanciones penales de comprobarse la alteración de las actas. El escaneo de actas es útil pero no suficiente.  Acelera el escrutinio pero NO garantiza la limpieza del acto electoral pues al fin de cuentas lo que hace es enviar el acta, que es justamente la potencial fuente del problema. Como se sabe: acta mata voto.

5. Opacidad. Uno de los más graves efectos negativos de la ley será la opacidad, ya que cambiará el sistema de lista sábana visible por el sistema de lista sábana oculta. Al votar a uno de los candidatos de un partido el elector tendrá la legítima satisfacción de haber votado por el candidato de su preferencia. Pero esa satisfacción vendrá con condiciones pues votará también, aunque indirectamente, a cualquiera de los otros candidatos de dicha lista (sin saber a quienes) ya que está votando en un distrito plurinominal y con su voto está determinando el número de escaños que le corresponde a la lista. El elector, a la vez, eligirá a un/a candidato/a y regalará escaños a los demás pero sin saber a quién. Cuando se entere será tarde. Distinto es el caso de las elecciones uninominales, como son las elecciones para intendentes, gobernadores o presidente y vicepresidente.

6. Desbloqueo efectivo y transparente: voto castigo. El desbloqueo informado y efectivo se podría alcanzar con el voto de exclusión, o voto castigo, o voto tacha, que desplaza a los candidatos “indeseables” a lugares mas bajos en las listas. El elector sabrá quienes están en la lista y, si desea, podrá tachar uno o dos nombres. Por definición, el voto castigo se concentra y el voto premio se dispersa. Por eso el voto castigo es, o puede ser, muy efectivo, y el voto premio terminará teniendo un impacto marginal. Esta alternativa es una que daría respuesta efectiva al justo reclamo ciudadano.

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