Política

Hasta ahora en las calles solo se dirimen las internas del Partido Colorado


Por Fernando Martínez Escobar.

La gente protesta, demanda y reclama en las calles de Paraguay; es cierto. Sin embargo, el principal motor ha venido siendo la disputa interna del Partido Colorado (ANR). En las calles solo se juegan, hasta ahora, las internas de la ANR.

Por su parte, la agenda de la oposición se monta sobre estas contradicciones para intentar capitalizar un descontento en la población que es real, aunque por el momento los partidos opositores no tienen la fuerza para dirigir lo que está ocurriendo.

Es más, la situación continúa beneficiando a Horacio Cartes, quizá el líder más fuerte del Partido Colorado. Si esto sigue así, en el 2023 no habrá alianza al interior de la ANR, sino una situación de dominación del sector cartista por sobre el resto de los movimientos colorados.

Bien sabemos que, bajo una situación de dominación, nadie acuerda con aquel que no tiene fuerza, simplemente concede graciosamente o impone su fuerza. El resto acata. Si esto ocurre, el escenario será totalmente novedoso, al menos desde 1984 en adelante.

Diferentes sectores de la sociedad se han mantenido movilizados desde hace varios días. Foto: Santiago Ros.

Fue en 1984 cuando terminó la “unidad granítica” que caracterizó al partido durante varios años de la dictadura, y se inició la disputa entre militantes y tradicionalistas. Esto luego fue creciendo y tuvo sus momentos de mayor confrontación en la convención colorada de 1987 y en el derrocamiento de Alfredo Stroessner en 1989.

En los años que siguieron, ya nadie logró tanto dominio en la ANR; como dice José Tomás Sánchez: se inauguró una competencia entre rivalidades débiles que permitió distribuir el poder político institucional y, paradójicamente, fue uno de las causas que produjo que el Partido Colorado pudiera mantenerse en el poder.

Pero todo este juego político de más de 30 años al interior del Partido Colorado puede variar si la táctica del cartismo con respecto al gobierno de Mario Abdo continúa funcionando. Es decir, si Horacio Cartes sigue siendo el verdugo y, al mismo tiempo, el salvador del gobierno de Marito. Esta estrategia le ha permitido a Cartes debilitar a la vez que sostener a Abdo desde el inicio de su gobierno. Así también, ha venido siendo una demostración de fuerza que le recuerda a cada instante al presidente del Paraguay que, finalmente, él y su gobierno están en las manos de Cartes y que será su movimiento interno el que tenga el control total del Partido Colorado de cara a las elecciones del 2023. No habrá acuerdo, habrá dominación. Hasta ahora este es el camino.

¿Podrán los manifestantes mantener una situación de movilización sin organizaciones? ¿Acaso puede la gente de manera inorgánica constituirse en posibilidad de poder político institucional?

Ahora bien, la misma herramienta que hasta el momento le es funcional al cartismo también puede romper con su juego. Nos referimos a las manifestaciones en las calles. Si esta crece y se convierte en una presión a gran escala, Cartes puede empezar a perder el control. Aparecerán entonces en la línea de sucesión el vicepresidente del Paraguay, Hugo Velázquez, y el presidente del Congreso, “Cachito” Salomón. Ante esta eventualidad, que podría visualizarse como escenario, tanto Horacio Cartes como la oposición probablemente ya estarán negociando con ambos.

Pero hay otros problemas. Por un lado, el grito de la calle dice “ANR nunca más” y, por el otro, también dice “que se vayan todos”. Esto último representa una consigna que incluye la exclusión de toda la oposición. Si esta última prevalece en la calle, cabe preguntarse: ¿podrán los manifestantes mantener una situación de movilización sin organizaciones? ¿Acaso puede la gente de manera inorgánica constituirse en posibilidad de poder político institucional?

Diferentes sectores de la sociedad se han mantenido movilizados desde hace varios días. Foto: Santiago Ros.

A priori, no. Es más, tendrán una amplia ventaja aquellos que estén organizados. Los movimientos inorgánicos tienden a diluirse y/o a quedar debajo de aquellos que estén organizados.

He aquí el tema: la ANR está organizada, la calle, no. La oposición, sí; pero no conduce orgánicamente y de manera unida las manifestaciones. Las fuerzas de oposición no han podido vencer la agenda del cartismo. Otro dato a tener en cuenta es que el 25 de marzo vienen los campesinos de la Federación Nacional Camperina (FNC) a Asunción, y están organizados. Si se suman (lo cual no siempre se sabe de antemano con la FNC, dada su tradición de actuar desvinculada de otras organizaciones sociales y partidos de izquierda parlamentaria), sin duda agregarán un nuevo vigor y radicalidad a las calles. Es difícil predecir por ahora.

Volviendo a la gente en las calles, se escucha que está cansada de la situación actual. Pero ¿exactamente de qué? Las voces en las calles son contradictorias: por un lado, reclaman vacunas, derecho a la salud, acabar con la corrupción, conocer el destino de los préstamos de emergencia, entre otros reclamos. Aunque también se escucha a aquellos que niegan la pandemia y no quieren vacunas. Vemos a libertarios, a la derecha y a la izquierda, y, por supuesto, a aquellos que dicen que no son nada de esto.

¿Podrán los partidos de la oposición conectar con las calles? O, bajo los términos del politólogo Ernesto Laclau, ¿podrá uno de estos significantes o elementos particulares sobredeterminar al resto de demandas sociales?

En el año 2008 el nexo de los partidos de oposición con la gente fue Fernando Lugo. Ahora, ¿cuál será el camino?, ¿cuál será la bisagra? ¿Habrá una? ¿O el 2023 será de Cartes?

Imagen de portada: manifestación frente a la sede de la ANR. Foto: Santiago Ros.

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