Por Nelson Denis.
Por definición, un ciudadano es aquel que por el hecho de haber nacido en un determinado territorio es sujeto de derechos y obligaciones jurídicamente establecidos por una comunidad política. La idea de “Estado de derecho” nos remite, entre otras cosas, al principio de “igualdad ante la ley”, propio del liberalismo político. El Estado es visto así como el garante supremo de dicho orden jurídico, del cual los ciudadanos técnicamente gozan, a la vez que lo acatan. Sin embargo, si quienes administran dicho Estado no cumplen con su deber de garantizar los derechos ciudadanos, nace la percepción de que tal principio no se ajusta a la realidad en que se vive: la ley solo funciona para unos pocos. De esta manera, la “ciudadanía” busca su autofundamentación en la apelación al derecho, ahí donde la anomia de la corrupción carcome toda norma y posibilidad de desarrollo institucional.
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