Educación

Surfeando olas neoliberales: la toma en la UCA


por Montserrat H. Fois*

Por más de 45 días, estudiantes de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas han “Re- tomado” la Sede Central de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción (UCA). El conflicto inició con la desvinculación irregular del profesor José Antonio Galeano y la profesora Elisa Bordón, decano y vice decana de dicha facultad, respectivamente. El Rector Narciso Velázquez argumentó la acogida del decano a su jubilación como docente y su incompatibilidad con el ejercicio de su cargo como decano. En realidad, detestaba que el decanato mostrara apertura y dialogue, por ejemplo, con las compañeras de la Plataforma de Universitarias Feministas que denuncian casos de acoso en la universidad.

El colectivo de estudiantes universitarios que “tanta molestia” ha causado a quienes lamentaron pérdida de clases y la imposibilidad de tramitar documentos, ha enfrentado –y lo sigue haciendo– a una maquinaria inmensa que convierte, con destacada habilidad, derechos en privilegio.

Velázquez designó a Stella Olmedo como encargada de despacho sin consultar a los estamentos docentes y estudiantiles. Olmedo, con acento conservador, escribió que la universidad necesita ser “podada”, repudiando a los que se mostraban “a favor  de las orientaciones sexuales opcionales” en la UCA. Su designación fue un signo más de la arremetida neoliberal en la universidad.

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El neoliberalismo no puede ser pensado sólo como un conjunto de estrategias de carácter económico cuyo principal objetivo es achicar el Estado. El filósofo Dardot indica que el neoliberalismo impone una nueva racionalidad: extender la lógica del mercado más allá del mercado. El neoliberalismo establece formas de existencia y de relacionarnos con los otros que cala hasta en lo más íntimo de nuestras vidas. Precisa, además, producir una subjetividad individualizada y fragmentada que inmovilice a las sociedades.

En ese sentido, destaco al estudiantado que se hizo cargo, se organizó y se pensó colectivamente en la toma del Rectorado. La toma es una de las estrategias empleadas para exponer demandas y ejercer presión en el marco de luchas reivindicativas. Es sobretodo la muestra de un profundo sentido reflexivo del estudiantado, de su capacidad de saberse sujeto activo en un contexto de globalización neoliberal.

Académicos del mundo han teorizado el complejo entramado de relaciones, sujetos, escenarios y significados de la apropiación de espacios como mecanismo para exponer demandas sociales no atendidas. La toma, como apropiación simbólica del Rectorado, da cuenta de un estudiantado capaz de pensarse y reconocerse en su dimensión social, política y cultural.

Con la toma de la UCA, el estudiantado se comprometió con una tarea muy difícil frente a una sociedad donde predomina lo privado -como espacio despolitizado-, lo jerárquico, lo desigual. El neoliberalismo ha convencido a las personas que son lo que son y tienen lo que tienen por mérito propio, promoviendo la acción individual e impidiendo a cualquier costo la iniciativa colectiva. El neoliberalismo milita para quebrar las subjetividades colectivas que nos permiten reconocernos como algo más que caminantes divididos y dispersos. Uno de los grandes desafíos de la sociedad paraguaya ante esta arremetida es ese reconocimiento ¡Y qué admirable el estudiantado capaz de mirarse en el otro, en lo colectivo y apostar por ello!

Con la re-toma -como el estudiantado denominó a su medida reivindicativa- están disputando sentidos en relación a su rol en su proceso educativo y en la reconfiguración de la universidad como modelo. En contraposición, la crítica de algunos estudiantes de Derecho “si no te gusta te vas” da cuenta de lo bien que el neoliberalismo ha hecho su tarea. No logran verse más que como objetos de una educación que se elige de una estantería y se compra a precio de mercado. En última instancia, estas críticas responden a una rara lógica mercantil del capitalismo. A pesar de que el sistema de educación superior solo quiere someternos al papel de clientes, muchos de esos estudiantes y la ciudadanía dispersa reprocha, con un click, a clientes que exigen “mejores servicios”. Este servicio es nada más y nada menos que una universidad democrática. Muchos de esos estudiantes de Derecho, pedían levantar la medida y navegar la lucha por las vías “institucionales” y “legales” tratando de deslegitimar la legítima lucha estudiantil. Así opera la racionalidad neoliberal, anulando el sentido de lo colectivo y tratando de convertirla en problemas de unos pocos revoltosos.  

Sin embargo, ya Charles Tilly, sociólogo y politólogo norteamericano, indicó que en estas confrontaciones hay intereses en juego. Advirtió además, que los actores que disponen de recursos políticos, es decir, de capacidad de inclinar realmente la balanza, harán lo imposible para no perder sus prerrogativas a favor de quienes no disponen de dichos recursos. De hecho, así lo hicieron. Contrataron civiles armados para ingresar de madrugada a la facultad tomada y agredir a estudiantes. ¿Cuáles son esos intereses en juego que tanta violencia y resistencia generan por parte del Rector? Un nuevo modelo de universidad que permita la participación plena de sus actores superando el verticalismo, que extirpe de raíz el autoritarismo, que genere pensamiento crítico y que entienda a la educación como un bien público más allá de su gestión privada.

Levantada la toma y firmado el acuerdo entre el estudiantado, los docentes y las autoridades universitarias, se percibe aún con más claridad la eficacia de la estrategia neoliberal de calar las subjetividades de los desprevenidos. La disputa en la UCA -y no solo en la UCA- es una disputa política, por los sentidos. La re-toma no fue caprichosa ocurrencia de “bolches vagos de pelo largo”. Fue la respuesta estudiantil a un sistema que se impone con fuerza en América Latina, que persigue y reprime sin remordimiento, que polariza, que criminaliza la lucha colectiva y judicializa, que vacía de sentidos, que niega derechos, que decide quienes merecen estudiar. Sin embargo, ese mismo sistema y esa misma sociedad reclaman una juventud más interesada en los asuntos públicos, en la política. Una paradoja.

El colectivo de estudiantes universitarios que “tanta molestia” ha causado a quienes lamentaron pérdida de clases y la imposibilidad de tramitar documentos, ha enfrentado –y lo sigue haciendo– a una maquinaria inmensa que convierte, con destacada habilidad, derechos en privilegio. El colectivo estudiantil que surfeó las olas de violencias física e institucional, enfrentó al lobo que viste de cordero y hace creer que la educación no es política. Esa es la ola neoliberal que empapa a todos como los disciplina, a tal punto que convence que lucha colectiva es simple rebeldía.

 

 

* Licenciada en Ciencia Política por la Universidad Católica Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción (UCA), actualmente cursando la Maestría en Antropología Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Foto de portada: https://www.facebook.com/RetomaUCA/photos/

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