Por Guillermo Cabral.
¿Qué tan ricos o pobres somos en relación a nuestros compatriotas? La respuesta a esta pregunta es importante para diseñar políticas públicas que busquen mejorar el bienestar de los sectores de menores ingresos. Si todos nos creemos más pobres de lo que realmente somos podemos caer en errores como dar subsidios (ayuda económica de un organismo oficial para satisfacer una necesidad determinada) a quienes más tienen y, por ende, aumentar la ya alta desigualdad existente.
Auto percibirse más pobre es un fenómeno bastante común en todo el mundo. Por ejemplo, un estudio en Austria indica que casi nadie cree estar en decil más alto (es decir, dentro del 10% más rico de la población) y muy pocos creen estar en el segundo (el 20% más rico). Una persona del decil más alto se ve, en promedio, en el decil 6. Por tanto, se percibe varias veces más pobre de lo que verdaderamente es.
¿Qué sucede en Paraguay? No contamos con estudios similares al de Austria, pero es probable que a usted, estimado lector y lectora, le sorprenda la distribución del ingreso en nuestro país y que se encuentre más alto de lo que creía en esa distribución.
Más abajo muestro datos de la distribución de ingresos según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del año 2016. Vale recordar que para calcular el ingreso mensual por persona, la EPH suma todos los ingresos de todos los miembros del hogar y los divide por la cantidad de miembros del hogar (ya sean menores, adultos o ancianos).
Los datos revelan que en el 2016 una persona que vivía sola y que ganaba Gs. 3.642.515 estaba entre el 5% que más ganaba en el país. Si en un hogar de dos adultos y dos niños el ingreso total de sus miembros era de Gs. 14.570.060, ese hogar estaba entre el 5% más alto del país. También puede verse que el siguiente 5% de la población ganaba entre 3.642.515 y 2.565.001 guaraníes. Es decir, con menos de dos salarios mínimos una persona ya ingresaba al top 10% más rico de la población. La desigualdad es tan grande en nuestro país, que dentro de ese top 10 se encontraban probablemente un taxista y un empresario como Horacio Cartes.
Tabla 1: Equivalencia entre Ingreso Mensual por Persona, Distribución en la Población e Ingreso Mensual por Familia
A la luz de estos datos podemos analizar el rol del Estado cuando argumenta ayudar a los “pobres” y a la “clase media”, pero termina dando subsidios a los que más tienen. Tomemos un caso que se volvió viral recientemente, el del Complejo Parque Pinar del Ministerio de Urbanismo, Vivienda y Hábitat (ex Senavitat). Básicamente, el Gobierno busca otorgar viviendas a “personas de clase media” a través un programa de créditos con cuotas que rondarían los Gs. 3.700.000. Siendo que la mayoría de los bancos exige que las cuotas no superen el 30% del ingreso familiar, hablamos de que accederán a estas viviendas las familias con ingresos mayores a Gs. 12.333.333. Como vimos en el cuadro más arriba, para una familia de cuatro miembros esto significa que la familia debe estar en el 10% más alto de la población. Además, las cuotas cubrirán el 90% del valor de los departamentos, por lo que se subsidiará con recursos públicos el 10% del costo. Es decir, toda la ciudadanía que paga impuestos (ricos y pobres) contribuirá con viviendas para el decil más alto de la población.
“A la luz de estos datos podemos analizar el rol del Estado cuando argumenta ayudar a los “pobres” y a la “clase media”, pero termina dando subsidios a los que más tienen”
Otras políticas públicas describen un patrón similar, como el subsidio a la educación superior que se da a través de las universidades nacionales y otros institutos de enseñanza superior. Comparando los alumnos de todos los quintiles de ingreso, en las universidades nacionales, según la EPH 2016, hay una abrumadora mayoría de personas de los dos quintiles más altos. Por cada alumno del quintil más bajo hay 17 alumnos del quintil más alto y 13 del segundo quintil más alto. Esto también puede verse en el informe de capital humano del Banco Mundial (ver figura abajo), que revela que el quintil más alto recibe más subsidios que el quintil más bajo en toda la inversión en educación. La inversión en el quintil más alto alcanza 1.077 miles de millones de guaraníes (152 por Educación Media, 281 por Educación Inicial y Escolar Básica, y 644 por Educación Superior), mientras que para el quintil más bajo la suma alcanza 1.073 miles de millones de guaraníes (28, 157 y 888 respectivamente).
Figura 2: Gasto Público en educación por nivel y quintil de ingreso
Sigamos con otras políticas. Desde hace unos años el Estado subsidia la educación en maestrías y doctorados en el exterior a través de programa BECAL. En la quinta, sexta y séptima convocatorias autogestionadas, 37 de las 159 becas adjudicadas (o un 23% de las mismas) fueron para alumnos que terminaron sus estudios secundarios en los siguientes colegios: American School of Asunción (ASA), San Andrés, Santa Ana, San Ignacio de Loyola (SIL), Goethe, Internacional, Campo Alto, Colegio del Sol, Las Almenas, Cristo Rey, San José, Anglo Americano de Ciudad del Este y Santa Teresita de Ciudad del Este. El elevado costo de estos colegios evidencia otro caso de subsidio público a personas de altos ingresos.
Lo que ocurre con la educación se basa, en parte, en el mismo problema mencionado más arriba: la diferencia entre la percepción y la realidad de la distribución del ingreso. Los subsidios institucionales se justifican en nombre de los pobres, pero no está claro quiénes son los pobres para estas instituciones.
La Universidad Nacional de Asunción (UNA), de acuerdo a sus Informe Socioeconómico de Ingresantes, sostiene que el 97% de sus alumnos son de clase media para abajo, aunque los datos de la EPH muestran que un 36% de los alumnos de todas las universidades públicas son del 20% más alto. La séptima convocatoria de Becal incluyó una penalización en puntos para quienes tienen ingresos altos, pero la penalización empieza para quienes individualmente ganen más de Gs. 5.800.000 mensuales, o sea, recién a partir del 2% o 3% más alto de la distribución.
Los subsidios públicos deben ser reconsiderados en base a evidencias. Casos como el de la política de vivienda en el Complejo Parque Pinar pueden ser fáciles de abordar. ¿Tiene sentido que el Estado dedique tantos recursos para ofrecer departamentos para el 10% más rico? La respuesta es probablemente no, habiendo un mercado de crédito funcionando relativamente bien para esas personas. El esfuerzo estatal debería estar en las personas de menores recursos.
El caso de la educación es tremendamente más complejo. Política, ideología, externalidades económicas y un sinfín de otros aspectos deben tenerse en cuenta. Pero, ¿debemos seguir así, sabiendo lo que ocurre en realidad?, ¿debería hacerse algo más? Estas son preguntas que deberían tratarse con mucha seriedad.
Foto portada: https://news.harvard.edu/gazette/story/2016/02/the-costs-of-inequality-increasingly-its-the-rich-and-the-rest/
6 thoughts on “Subsidios para los que más tienen, en nombre de los que menos tienen”