Elecciones

El desbloqueo puede reemplazar una democracia de baja calidad por una narcoplutocracia


* Por Diego Abente Brun*. 

El próximo 25 de abril el Senado trataría tres proyectos de ley denominados de lista abierta, o anti-listas sábanas. Es preciso un debate sereno y objetivo sobre los proyectos antes que se voten. Sus consecuencias serán duraderas y sus efectos mayúsculos.

Hay tres proyectos. Uno de los mismos, el proyecto de los Senadores llanistas, no es sobre listas abiertas sino sobre el uso de urnas electrónicas. Los otros dos son los presentados por el Senador Paraguayo Cubas y por los Senadores de Patria Querida. En este breve artículo, examino primero qué plantean dichos proyectos y cuáles serán sus consecuencias.

El proyecto del Senador Paraguayo Cubas es escueto y general. En realidad no queda claro en qué se traduciría pues simplemente proclama que las listas serán abiertas y el elector podrá modificar el orden en la lista de todos o cualquier candidato, titulares y suplentes. Es decir, en el caso del Senado, el elector podría rehacer una lista de 45 candidatos titulares y 30 suplentes aunque no se explica cómo lo haría, o podría votar por uno o más candidatos preferenciales. El efecto del voto a los candidatos preferenciales aparentemente sería el de modificar sus lugares en la lista, es decir modificar el orden de candidatos de las listas. Los candidatos preferidos que no se encuentran en los lugares seguros, si obtuvieren suficientes votos para ello, ocuparían un lugar más alto en la lista y, por lo tanto, tendrían mayores posibilidades de integrar el cuerpo legislativo. Se sigue votando a la lista sábana, solo se altera marginalmente su orden.

El proyecto de Patria Querida propone el sistema de lista cerrada y desbloqueada. Las bancas se asignan en orden descendente de preferencia, es decir en función a los votos preferenciales obtenidos por cada candidato y, si restan bancas a asignar, se sigue el orden de la lista. Es decir, que no sólo se modificaría el orden de lista (como en el proyecto Cubas) sino que se establecería un nuevo orden.

Ambos proyectos buscan mejorar la calidad de la representación y dar al elector mayor poder de decisión. Sin embargo, ambos proyectos suscitan fundadas preocupaciones. La pregunta obligatoria a realizarse es ¿lograrán el objetivo que se proponen? En el caso del proyecto Cubas el impacto será marginal. Como la lista de Senadores incluye 45 candidatos se producirá una gran dispersión del voto preferencial puesto que el comportamiento normal de los votantes será el de seleccionar tantos candidatos preferenciales distintos que muy pocos de ellos, si alguno, tendrá la posibilidad de obtener suficientes votos preferenciales como para subir en la lista.

“Es preciso un debate sereno y objetivo sobre los proyectos antes que se voten. Sus consecuencias serán duraderas y sus efectos mayúsculos”

Efectivamente, el voto preferencial en los partidos grandes, que para el Senado obtienen entre 14 y 18 bancas en promedio, difícilmente sacará del camino a los “indeseables”. Esto es así porque cuanto mayor es el número de bancas que obtiene un partido, menor es el impacto que tiene el voto preferencial sobre el orden de la lista. Los partidos más expuestos a un cambio serán los pequeños.

Por ejemplo, en las últimas elecciones para que el segundo candidato en la lista de Senadores del Partido Colorado ocupe el primer lugar hubiese necesitado 383.422 votos preferenciales y, además, que el candidato en el primer lugar no obtuviese ninguno. Esto es así porque el cociente del primer candidato es muy alto, ya que se divide el total de votos a la lista por uno. Por la misma razón, para que el candidato número 2 de la lista del PLRA ocupe el lugar número 1 hubiese necesitado 285.103 votos preferenciales y que el candidato número 1 de la lista no obtuviese ninguno. Para que los candidatos en lugares más bajos lo sustituyan el número de votos necesarios sería aún mayor. Como se ve, difícilmente habría variación en el orden.

Otro ejemplo. Para que el candidato número 10, Oscar González Daher, baje un lugar en la lista, el candidato que le seguía, Silvio Ovelar, debería obtener 17,697 votos preferenciales y González Daher ninguno. Sería necesaria una conspiración de los justos para que todos le voten a Ovelar y no a otro y que nadie vote a González Daher. Aún si eso sucediese, González Daher bajaría solo un lugar y Ovelar subiría solo uno. Ambos serían electos. Si se le votase coordinadamente a otro candidato, que esté más abajo en la lista, González Daher no se movería o se movería apenas un lugar. Esto significa que para alterar el orden de la lista debería existir una coordinación casi matemática de esfuerzos seguido a pies juntillas por un electorado cautivo y solo sería hipotéticamente posible en los últimos lugares de la lista y solo para uno de los indeseables.

En el caso del proyecto de Patria Querida, que propone la elaboración de una nueva lista con los votos preferenciales, el efecto será pernicioso para los partidos chicos, y marginal para los grandes. Supongamos que la lista de un partido X obtuvo 159.000 votos y le corresponden tres bancas. Supongamos que el candidato A obtiene 1.000 votos preferenciales, el candidato B, 500 votos preferenciales, el candidato C, 100 votos preferenciales, y que el resto de los votos va para la lista íntegra del partido. Supongamos que ninguno de los candidatos preferenciales (A, B y C) figure en los tres primeros lugares de la lista. Como la asignación de escaños se hace a través de la confección de una lista en base a los votos de los candidatos preferenciales, es decir, se hace una nueva lista, las tres bancas serían ocupadas por los candidatos A, B y C. ¡Entonces los 159.000 votos de la lista no servirían para nada pues 1.000, 500, y 100 votos valdrían más! Atención; un pequeño aparato y una dosis de viveza es todo lo que se necesita para consumar este despropósito. Con este sistema, por lo tanto, se castiga al elector que prefiere votar a la lista como está porque le parece bien y se premia al elector que desea alterarla y lo logra con muchos menos votos que el que prefirió la lista completa.

El efecto sobre los partidos grandes será que los candidatos con más recursos, indeseables o no, se ubiquen en los lugares seguros. No será fácil alterar la lista con pocos votos preferenciales, es decir con aparatos pequeños, pero si con vastas redes clientelistas y abundante financiamiento de origen dudoso, por decir lo menos. Y eso solo lo tienen los candidatos “fuertes” de los partidos grandes, en general los que están en los primeros diez o doce lugares en el PLRA y catorce o quince en el Partido Colorado.

En síntesis, el proyecto Cubas no romperá la sábana, sino que la desbloqueará pero con poco cambio. Por su parte, el proyecto de Patria Querida seleccionará un retazo de la misma sábana, no la eliminará, y consagrará además la desigualdad ya que la opción de los que prefieren el voto preferencial valdrá más que el que votan por la lista entera. No nos engañemos con espejismos, por bien intencionados que sean.

Finalmente, el impacto sobre las candidaturas sería que ambos proyectos llevarían a que cada candidato haga su propia campaña, compitiendo contra sus compañeros de partido, no contra sus adversarios. Esto producirá una carnicería y los más perjudicados serán los partidos pequeños. Además, ¿quiénes ganarán en esta competencia: los mejores o los que tienen más dinero para sus campañas? Y lo más grave: ¿quién financiará a los candidatos? Todos, los que estén en lugares seguros y los que no lo estén, se lanzaran a una competencia desenfrenada por recursos, y en su afán de ser electos serán presas fáciles del narcotráfico, del arma-tráfico, del contrabando y de cuanto interés turbio e ilegal exista. Y si no se rinden a estos financistas se entregarán a los adinerados y a sus intereses.

Reemplazaremos así una democracia de muy baja calidad por una narcoplutocracia. Es decir caeremos de la sartén al fuego.

Fuente imagen de portada: http://www.camisa12.com.py/post.php?id=379

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