Internacionales

Apuntes sobre las últimas elecciones generales en Uruguay


Por Pedro Schinca*.

Las elecciones generales en Uruguay, que tuvieron lugar entre los meses de octubre y noviembre de 2019, fueron un plebiscito a los quince años de gobierno del Frente Amplio (FA). Por un lado, la defensa de la gestión de gobierno se basó en el hecho de que la pobreza, el desempleo y la inflación se habían mantenido solo en una cifra; con una economía evaluada muy positivamente por las principales empresas de evaluación de riesgo mundial, endeudamiento controlado y estabilidad sostenida por quince años –cuestiones que contrastan con la situación regional–. Asimismo, otros tres aspectos centrales para un partido de izquierda se destacaron en la gestión del FA: la mejora de la distribución económica, la negociación laboral tripartita y los avances en la agenda de derechos.

Por otro lado, la oposición centró sus críticas en el alto déficit fiscal, en el reciente crecimiento del desempleo, en la inseguridad, en el avance del crimen organizado y en el escándalo que finalizó con la renuncia de Raúl Sendic al cargo de vicepresidente de la República por denuncias de malversación en 2017. Además, los partidos opositores capitalizaron el descontento de los sectores conservadores sobre los avances de la agenda de derechos; así como el reclamo del sector agroexportador, que pugna por incrementar el precio del dólar. Se podría afirmar que el debate se asemeja más a una discusión de vasos medio llenos o medio vacíos. 

El último ciclo electoral comenzó con las elecciones internas simultáneas no obligatorias, cuando la única sorpresa fue el ascenso del ex comandante del Ejército, Guido Manini Ríos, con un partido militar de extrema derecha. Esto obligó  al Uruguay a enfrentar un fenómeno que ya se observaba en la región, pero que allí era impensable hasta entonces..

El candidato del Partido Nacional, Lacalle Pou, realizó una muy buena campaña. Fue muy cauteloso a la hora de cuestionar avances del Frente Amplio. Criticar logros del FA en temas claves como la agenda de derechos y la negociación colectiva le habría podido generar rechazo en amplios sectores de la población. 

Por su parte, la campaña del Frente Amplio demoró en tomar fuerza, pero poco antes de las elecciones logró realizar grandes actos de masas en todo el país. Esto demostró que el FA sigue manteniendo un gran apoyo a nivel popular.

Si bien nunca hubo dudas sobre el resultado de la primera vuelta (se preveía una victoria del FA), era muy importante poder definir cuántos votos lograba retener el Frente Amplio para ser competitivo en la segunda vuelta. Los análisis indicaban que era necesario no bajar del 42% de los votos y las encuestas proyectaban que se alcanzaría una cifra similar. Los resultados fueron otros: el Frente Amplio obtuvo cerca del 39% de los votos. Así, el resultado parecía definido a favor de Lacalle Pou.

El aspecto que significó un cambio histórico en el sistema político de Uruguay fue la consolidación del partido de Guido Manini Ríos. La extrema derecha dejó de estar contenida en las filas de los partidos Blanco y Colorado y llegó al 10% de los votos. 

La campaña para la segunda vuelta electoral en Uruguay estuvo marcada por la conformación de una alianza entre cinco partidos, que van desde el centro del espectro político hasta la extrema derecha, para dar su apoyo a Lacalle Pou. La alianza se denominó Coalición Multicolor. Por su parte, el Frente Amplio optó por una campaña territorial, apostando a conseguir votos “cara a cara”. 

Las encuestas proyectaron un resultado con una diferencia no menor de los siete puntos, por lo que el clima general era de un amplio triunfo de la coalición encabezada por el Partido Nacional. Fue tal así que hacia el final de la campaña el Frente Amplio radicalizó su discurso, alertando de la posibilidad de una restauración conservadora integrada por el nuevo partido militar, en contra de los avances progresistas de los últimos quince años.

El resultado final fue muy distinto de lo que se esperaba. La diferencia a favor de Lacalle Pou fue de poco más de un punto. Si bien el candidato del FA no reconoció la derrota en el momento, todo el sistema político había asumido que el presidente electo fue Lacalle Pou. Así, en el 2019 el Uruguay entró en un proceso de alternancia política.

La victoria de Lacalle Pou no fue una sorpresa, como sí lo fue el estrecho margen de victoria. Las explicaciones del repunte final del FA podrían ser tres: primero, la campaña territorial del FA tuvo éxito; segundo, se movilizaron muchos uruguayos desde Argentina; y, tercero, el viernes antes de las elecciones se viralizó un video de Guido Manini Ríos alentando a las fuerzas armadas a votar a Lacalle Pou, generando una reacción de alarma en el electorado de centro ante el crecimiento de la extrema derecha, lo que benefició al Frente Amplio.

No es posible establecer en qué medida estas tres razones diluyeron la diferencia entre ambos candidatos, pero el éxito de la campaña del Frente Amplio y la reacción contra el partido de Guido Manini Ríos son aspectos que debilitan al presidente electo. La estrecha diferencia le devuelve al Frente Amplio un lugar que había perdido un mes antes en la primera vuelta.

En la actualidad, la coalición liderada por el Partido Nacional se encuentra ante el desafío de convertirse en una coalición de gobierno, luego de años en la oposición. Quedan dudas sobre la disciplina que pueda mantener el partido de Guido Manini Ríos, así como sobre su apego al sistema republicano y democrático. Esto convierte  al partido que, en principio, aseguraba la gobernabilidad del próximo presidente, en su punto más débil.

Ahora el presidente electo tiene dos desafíos: la conformación de su gabinete y la negociación del contenido de una ley de trescientos artículos que será la base de su gobierno. El contenido de esta ley es lo que determinará la discusión parlamentaria del próximo período. Lacalle Pou contempla el dilema de o consolidar su coalición premiando a los sectores conservadores y entrando en una confrontación abierta con el Frente Amplio, o bien apostar a mantener un clima de cooperación entre todos los partidos políticos que no dinamite los puentes con la izquierda. Estamos en un escenario donde un presidente debe sostener una coalición de cinco partidos, y tendrá en frente a un partido fuerte que deja el gobierno tras quince años.

Foto: Lacalle Pou y los miembros de la coalición multicolor. Crédito: Javier Calvelo / adhocFOTOS. https://www.enperspectiva.net/

*Funcionario del Ministerio de Desarrollo Social. Integrante de la Comisión de Asuntos Internacionales del Ir – Frente Amplio

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