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Los inocultables números del sicariato en Paraguay (IV)


Por Jorge Rolón Luna.*

En palabras de un experto, la invisibilidad del sicariato no es casual. Ello ocurre porque afecta a los gobiernos y fuerzas de seguridad, que quedan con la imagen de estar vencidas por la narcoviolencia. Además, hay que sumar que la falta de tipificación legal del sicariato contribuye con la invisibilidad, al confundirse los homicidios por encargo con aquellos homicidios comunes.

En este artículo presentaremos estadísticas sobre el sicariato en Paraguay, producto de una investigación de varios años realizada por el autor, recopilando datos de la única fuente disponible en nuestro país: la periodística. Al no existir estadísticas oficiales, recurrir a los medios de comunicación como fuente de datos es lo que permite –y no sólo en nuestro país- acercarse a los casos de sicariato y pretender conocer –también– su dimensión cuantitativa.

A los efectos de definir “qué es un caso de sicariato”, debe tenerse en cuenta una serie de circunstancias y rasgos distintivos. Por sus características particulares, los hechos de sicariato suelen ser inocultables debido a una espectacularidad y aire siniestro que siempre los acompaña; o sea, sus ostensibles marcas de fábrica. Tiroteos y acribillamientos cinematográficos, cadáveres abandonados en caminos perdidos, en tierra de nadie, en baldíos, envueltos en lonas o frazadas, maniatados, amarrados, con signos de tortura, mutilados, decapitados, con mensajes de advertencia. 

Para contar con estos datos he venido haciendo un seguimiento del fenómeno recopilando casos de homicidio que reúnen características propias de los homicidios por encargo. Para que se dé tal caracterización, el criterio aplicado es que deben confluir una serie de circunstancias fácticas, como la ausencia de fines de robo, cierto tipo de vehículo utilizado (motocicletas, p. ej), el tipo de armas utilizadas (pistolas 9 mm., fusiles de asalto, Ak 47, AR 15 y otros similares), concreción del asesinato y rápida huida de los autores materiales, hallazgo de cadáveres con disparos en ciertas partes del cuerpo (cabeza, pecho, espalda, nuca o múltiples disparos), con signos de tortura, maniatados, envueltos en lonas o mantas. En otros casos, se reportan desapariciones de personas que luego aparecen muertas con esos signos de violencia descritos previamente.

También consideré la zona geográfica de ocurrencia del hecho. Se debe otorgar especial consideración a muertes violentas ocurridas en zonas de frontera (sin ser un criterio excluyente), siempre que existan otros factores concomitantes. Las diversas variables consideradas deben ser analizadas en su conjunto a la hora de considerar un homicidio como un caso de sicariato. Por ejemplo, sólo porque un homicidio se produce en Amambay (el departamento con más alto número de homicidios y de aquellos que se consideran “por encargo”) no significa automáticamente que sea un caso de sicariato. En otras palabras, a los requisitos propios de un homicidio doloso se le deben agregar otras circunstancias que, consideradas conjuntamente, determinen que “A” encargó a “B” asesinar a “C”.

Los números del sicariato en la actualidad y las características de esta realidad criminal cuestionan, por lo tanto, a nuestro Estado en cuanto a cómo hemos llegado hasta acá. En otras palabras, cuál ha sido y sigue siendo el rol del propio Estado en el desarrollo de la violencia del crimen organizado en Paraguay.

A continuación, muestro una recopilación de todos los hechos sucedidos en 2020 y 2021 que considero tienen las características de este tipo de homicidios. Por supuesto, hay un margen de error importante (al no haber fuentes oficiales), que no se puede salvar aquí. No obstante, es fundamental presentar datos aún imperfectos para llamar la atención sobre un fenómeno que debemos tomar más en serio como sociedad.

En el gráfico 1 puede verse el alto número de episodios de ataques de sicarios en los dos últimos años: 133 en 2020 y 151 en 2021 (los datos de este año son al 31/10).

Gráfico 1: Número de ataques de sicarios por año 2020-2021

Nota: Los datos de 2021 van hasta el 31 de octubre. Fuente: Elaboración propia en base a fuentes periodísticas.

En el gráfico 2 se observa el alto número de víctimas (muertos y heridos) de ataques de sicarios: 180 en 2020 y 191 en 2021. Desagregando por tipo de víctima, hubo 140 muertos en 2020 y 150 en 2021, mientras que hubo 29 heridos en 2020 y 35 en 2021 (al 31/10). Puede verse la abrumadora cantidad de muertos frente a los heridos, lo cual revela la letalidad de estos episodios. 

Gráfico 2: Muertos y Heridos en ataques de sicarios por año (2020-2021)

Nota: Los datos de 2021 van hasta el 31 de octubre. Fuente: Elaboración propia en base a fuentes periodísticas.

En el gráfico 3 se visibilizan las cifras del sicariato como parte de los números de homicidios en el país. En 2020 se produjeron en total 481 homicidios, mientras que habrían fallecido víctimas de ataques de sicarios 140 personas, representando el 29% del total, o sea, una tercera parte de los homicidios habrían sido por encargo. 

Gráfico 3: Eventos de sicariato como parte del total de homicidios (2020)

Fuente: Elaboración propia en base a fuentes periodísticas.

Finalmente, el gráfico 4 permite apreciar la cantidad de eventos de sicariato, por mes, a lo largo de 2020 y 2021. Resulta claro que en 2020 hubo meses en los que los números cayeron, aparentemente relacionados con el aislamiento y confinamiento decretados por el gobierno. En 2021 los números volvieron a subir (en ataques, muertos y heridos), en coincidencia con el relajamiento de las restricciones sanitarias. 

Gráfico 4: Eventos de sicariato por mes (2020-2021)

Nota: Los datos de 2021 van hasta el 31 de octubre. Fuente: Elaboración propia en base a fuentes periodísticas.

Si bien esta información estadística es un acercamiento preliminar e inédito sobre el sicariato en Paraguay, algunas conclusiones ya asoman. Es factible afirmar que nos encontramos ante un fenómeno asentado, constante, con promedios más o menos estables y en franco aumento. 

Vale recordar que el 26 de abril de 1991 se produjo un evento que marcó a fuego la historia criminal del país: el asesinato del periodista Santiago Leguizamón. Las balas de la mafia fronteriza, en un proceso lento pero sostenido, ya no descansarían a partir de ese momento. Lo que hoy vemos es un fenómeno consolidado y en crecimiento, dejando a su paso muertos, heridos, huérfanos, viudas, familias destrozadas, sociedades atemorizadas. 

El grave asunto detrás del narcotráfico es que es una actividad criminal que requiere del Estado para desarrollarse y crecer, empezando por el mismo momento en el que éste lo ilegaliza, siguiendo con la necesaria complicidad en varios aspectos del negocio: producción de drogas, tráfico, venta al menudeo y lavado de dinero. Los números del sicariato en la actualidad y las características de esta realidad criminal cuestionan, por lo tanto, a nuestro Estado en cuanto a cómo hemos llegado hasta acá. En otras palabras, cuál ha sido y sigue siendo el rol del propio Estado en el desarrollo de la violencia del crimen organizado en Paraguay. 

*Abogado, docente universitario e investigador independiente, autor del libro de relatos “Los sicarios”.

Fuente de imagen: Pexels

 

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