Por Marcos Pérez Talia.
El papel que juegan los partidos políticos en las democracias contemporáneas es fundamental. Son actores centrales porque cumplen diversas tareas que, en conjunto, sirven para hacer operativo el sistema político. La cuestión es que algunas de sus múltiples funciones pueden, en algunos casos, no estar cumpliéndose adecuadamente, lo cual acaba afectando a la salud democrática. En este artículo quiero hacer hincapié en la indisciplina partidaria, poniendo el acento en lo ocurrido con algunos parlamentarios opositores que iniciaron recientemente sus labores. Busco mostrar que la indisciplina es sinónimo de bajo nivel de institucionalización partidista, que acaba afectando la calidad democrática.
El actual periodo parlamentario comenzó el 1 de julio pasado. La primera acción política de los nuevos diputados y senadores pasa por elegir las mesas directivas de ambas cámaras, incluyendo el reparto de cargos en órganos como el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, el Consejo de la Magistratura o las Comisiones Bilaterales. Dichos espacios son muy apetecibles ya que otorgan no sólo mayor visibilidad sino, incluso, importantes recursos. Eso suele incentivar la aparición de díscolos opositores que se apartan de la línea partidaria, o de espacios que siendo opositores se alían con el partido oficialista.
En el Senado, ocho miembros de la oposición han negociado con el cartismo para llevar a Silvio Ovelar como presidente del Congreso. En Diputados, también diez opositores han negociado con el cartismo para llevar a Raúl Latorre como presidente de la Cámara Baja. Las explicaciones de algunos opositores que acordaron con el oficialismo fueron, cuanto menos, peculiares.
El diputado liberal Alejo Ríos justificó su voto al cartismo señalando que “yo no nací para ser opositor, siempre fui oficialista”, mientras que el senador liberal Édgar López justificó su voto a Beto Ovelar porque Santiago Peña “quiere hacer bien su trabajo”. Por su parte, en Cruzada Nacional los escándalos estuvieron al acecho. Apenas juró el senador Javier Chaqueñito Vera fue a ubicarse junto a la bancada cartista, y en pocas horas recibió la expulsión de su partido. Más llamativo aún es el caso de la senadora Zenaida Delgado, quien no sólo se alió con el bloque oficialista, sino además renunció a su partido Cruzada Nacional y fue a festejar el cumpleaños de Horacio Cartes a la sede de la ANR.
La indisciplina parlamentaria es bastante frecuente en la política paraguaya, pero estos casos son especialmente destacables porque venían a mostrar, al inicio del nuevo periodo, cuán unidos en comportamiento se encontraban los principales bloques opositores. Pronto quedó en evidencia la disociación entre la decisión del partido y la actuación de algunos de sus miembros. El Comité Político del PLRA había resuelto concretamente fortalecer el espacio opositor y evitar el copamiento cartista en el Congreso; lo mismo para Cruzada Nacional, que incluso acabó pidiendo disculpas por sus fugas.
Los partidos con miembros indisciplinados vuelven más incierta la política y más costosa la negociación entre bloques. Además, acaba afectando el sentimiento ciudadano hacia la política en general, y los partidos en especial. La literatura de Ciencia Política apunta también que la institucionalización es un criterio clave que necesitan los partidos para fortalecer la democracia, como también para alcanzar un alto grado en la calidad del desempeño democrático.
Se podría pensar intuitivamente que la indisciplina es más proclive en partidos de reciente creación, como Cruzada Nacional, donde aún falta un mayor tejido organizativo, cohesión y espíritu de cuerpo. Sin embargo, la paradoja es que en el liberalismo también se observa constantemente la presencia de indisciplinados, un partido de 136 años, fuertemente constituido y organizado a lo largo y ancho del país. ¿Cómo comprender eso?
Los partidos políticos, sean antiguos o recientes, poseen diversos niveles de desarrollo y evolución. Para cumplir sus objetivos, conforman una estructura organizativa que contiene un ámbito interno, que incluye la gestión partidaria, la discusión de las políticas, la relación con los parlamentarios; y uno externo, de enraizamiento con la sociedad. Esta doble mirada es capturada por un concepto ya clásico de la Ciencia Política denominado institucionalización partidista.
Según el trabajo del politólogo Javier Duque, la institucionalización es el proceso por el cual un partido adquiere, en mayor o menor grado, consolidación en su organización y en sus vínculos con la población. Para evaluar los niveles de institucionalización partidista, el autor sugiere medir en dos dimensiones: una interna, que llama sistematicidad; y otra externa, que denomina enraizamiento. Como aquí interesa la indisciplina parlamentaria (que forma parte de la dinámica interna), sólo vamos a mirar la primera dimensión, cuyos indicadores con sus resultados se presentan en la siguiente tabla.
Tabla 1. Niveles de institucionalización en la dimensión interna de los partidos con parlamentarios indisciplinados en actual periodo legislativo
Dimensiones |
Nivel de Institucionalización |
||
COMPLEJIDAD |
Fuerte | Débil | Muy débil |
Organigrama funcional y jerárquico |
PLRA | CN | |
Órganos de coordinación | PLRA | CN |
|
Conflictividad entre congresistas y dirección partidaria | PLRA |
CN |
|
RUTINIZACIÓN |
Fuerte | Débil |
Muy débil |
Realización de Congresos y Convenciones |
PLRA | CN | |
Niveles de concurrencia a las Convenciones |
PLRA | CN | |
Aplicación de las reglas de juego en la elección de la dirigencia del partido |
PLRA CN |
|
|
Aplicación de las reglas de juego en la elección de candidatos oficiales del partido | PLRA – CN |
|
|
Funcionamiento de procedimientos de disciplina interna |
PLRA – CN |
|
|
COHERENCIA |
Fuerte | Débil | Muy débil |
Disciplina en las votaciones en el legislativo |
PLRA – CN | ||
Acatamiento de las directrices programáticas | PLRA – CN |
|
|
Acatamiento de las políticas de alianzas y coaliciones | PLRA – CN |
|
Fuente: elaboración propia a partir del trabajo de Javier Duque.
Los niveles apuntados son estimativos, pueden ser más fuertes o débiles dependiendo del criterio del evaluador, del momento histórico, etc. Lo que queremos resaltar es que los partidos pueden tener distintos niveles de institucionalización tanto en su faceta interna como externa, independientemente de la edad cronológica de los partidos. Es decir, pueden tener un alto nivel de enraizamiento con la sociedad (como el PLRA históricamente, o Cruzada Nacional en 2023) pero un bajo nivel de coherencia organizativa, tal como se observa en la tabla I.
¿Por qué es relevante el nivel de institucionalización? Si pensamos en la dimensión externa (enraizamiento con la sociedad) claramente es porque si los partidos no logran penetrar en la sociedad y tener éxito electoral, no van a sobrevivir. Sin embargo, la dimensión interna (sistematicidad) es bastante más compleja. Ello es así porque, aunque los partidos puedan tener sucesivos éxitos electorales (ganar escaños parlamentarios, gobernaciones, intendencias, etc.), si no logran complejizar su estructura interna, rutinizar su organización y volver coherente la acción política entre autoridad partidaria y parlamentarios, eso acaba afectando no sólo la legitimidad del partido sino, a largo plazo, también a la salud democrática.
Los partidos con miembros indisciplinados vuelven más incierta la política y más costosa la negociación entre bloques. Además, acaba afectando el sentimiento ciudadano hacia la política en general, y los partidos en especial. La literatura de Ciencia Política apunta también que la institucionalización es un criterio clave que necesitan los partidos para fortalecer la democracia, como también para alcanzar un alto grado en la calidad del desempeño democrático.
Respecto a los partidos de oposición, se afirmó que serán más fuertes si se muestran coherentes, autónomos y con amplio enraizamiento en la sociedad, es decir, si están fuertemente institucionalizados. De igual manera, los partidos institucionalizados de oposición cuentan con mayor capacidad y recursos de movilización para demandar la rendición de cuentas al gobierno.
En una siguiente entrega podríamos plantear explicaciones sobre los bajos niveles de institucionalización de algunos de los indicadores, como también qué herramientas podrían ayudar a los partidos a mejorar esos índices.
Imagen de portada: Cámara de Senadores, Paraguay