Por Jorge Rolón Luna*
En 2022 publiqué los primeros datos correspondientes a la geolocalización de los casos de sicariato en Paraguay, colocando cifras y porcentajes a una cuestión que revela aspectos cruciales del fenómeno. En aquella oportunidad comparé el primer cuatrimestre de 2021 y de 2022, donde resaltaba que el departamento de Amambay concentraba el 47% de la actividad de los asesinos por encargo en 2021, lo cual se redujo al 39% en 2022. Esta declinación se daba al mismo tiempo que crecía el sicariato en otros lugares como el departamento Central, que pasó de 8% en 2021 al 12% en 2022. Resultaba llamativo que en 2022, ya menos de la mitad de los casos se registraban en Amambay, el departamento considerado “caliente”, donde el imaginario tiende -o tendía- a ubicar al sicariato casi en exclusividad.
Los datos del 2023 muestran que la tendencia a la diseminación de los casos a distintos puntos del país continúa. Amambay pasó del 39% en 2022 al 27% en 2023, mientras otros departamentos revelan aumentos de manera sostenida. Un dato inquietante es que la actividad de los sicarios en Asunción (14%) equivalió a la mitad de la registrada en Amambay. Esto debe llamar la atención de las fuerzas de seguridad y del gobierno. La extensión de la “mancha de petróleo” es cada vez más preocupante.
Gráfico 1. Distribución de ataques de sicarios, por departamento, en 2023
Fuente: elaboración propia, con base en publicaciones periodísticas.
La razón de la dispersión de la violencia a lo largo del territorio puede ser el cambio cualitativo del negocio del tráfico de drogas. No voy a profundizar en esto, pero es claro que el microtráfico se ha vuelto una actividad que ha mutado, siendo mucho más violento que antes. No fueron pocos los casos de tiroteos entre pandillas en Asunción, algo que Norberto Emmerich identifica como uno de los indicadores de la “etapa predatoria” en la que las organizaciones o grupos criminales se ven envueltos en disputas por el control de territorios: “En esta etapa la inteligencia criminal debe concentrarse en los homicidios callejeros (…) choque de pandillas, tiroteos sin fines de robo y los homicidios en riña”.
“Esta es una fotografía de un momento determinado obviamente, pero nos muestra que en poco tiempo muchas cosas cambiaron en el negocio ilegal de las drogas en Paraguay.”
Ahora veamos la letalidad de estos ataques. Amambay encabeza la lista de lugares más letales, con 35 fallecidos, seguido de Alto Paraná (17), Itapúa y Canindeyu (16), luego vienen capital (11), Central y Concepción (10). Entre paréntesis pueden verse las correspondencias en términos porcentuales.
Gráfico 2. Fallecidos por atentados de sicarios en 2023 por departamento
Fuente: elaboración propia, con base en publicaciones periodísticas.
Aquí corresponden un par de observaciones. En primer lugar, no siempre existen equivalencias entre ataques y fallecidos. Salvo el caso de Amambay, donde el 27% de los ataques representan el 27% de los muertos, los demás departamentos y ciudades muestran discrepancias, siendo el caso más notorio el de Asunción. La capital tiene el 14% de los ataques, pero sólo el 8% de los fallecidos. Quizá la razón de la efectividad en Amambay sea que dicho lugar concentra a los sicarios más “profesionales”.
Al analizar un comparativo entre el año 2022 y 2023, se comprueban algunos desarrollos notables del fenómeno. Disminución importante en Amambay (notorio el caso de Capitán Bado, con muy pocos casos), descenso de Concepción, tradicional zona “roja”, y el aumento espectacular de Asunción que, de 6 casos en 2022 pasó a 22 en 2023.
Gráfico 3. Ataques de sicarios comparados años 2022 y 2023, en números totales.
Fuente: elaboración propia, con base en publicaciones periodísticas.
Veamos lo anterior, ahora en términos porcentuales. Se observa claramente la disminución en Amambay, y el aumento en Alto Paraná, en Asunción y Central.
Gráfico 4. Ataques de sicarios comparados años 2022 y 2023, en porcentajes.
Fuente: elaboración propia, con base en publicaciones periodísticas.
Para cerrar este análisis comparativo, debe subrayarse, por un lado, que el otrora ámbito privativo de los homicidios por encargo concentra hoy menos de la tercera parte de los casos (Amambay), mientras que Alto Paraná, Asunción, Central, Itapúa y Canindeyú no estuvieron ajenos a la violencia homicida que hoy día en Paraguay se asocia especialmente al narcotráfico. De todos modos, esta es una fotografía de un momento determinado obviamente, pero nos muestra que en poco tiempo muchas cosas cambiaron en el negocio ilegal de las drogas en Paraguay.
**Investigador independiente, ex director del Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior.