Partidos Políticos

La destitución de Kattya González es parte de una disputa por el control del Partido Colorado.


 

Por Fernando Martínez Escobar

La destitución de Kattya González fue una jugada disciplinante, no sólo para la oposición, sino para el Partido Colorado y no sólo para los colorados no cartistas, sino para el ala blanda cartista; fue un akãpete al mismo presidente de la república Santiago Peña. Veamos por qué.

La vuelta del cartismo planteó dos novedades desde el punto de vista del sistema de partidos del Paraguay.

Por primera vez en la historia, la dirección formal e informal del ejercicio del poder se realiza desde fuera de los poderes políticos institucionales, es decir, el poder ejecutivo no se ejerce desde la presidencia de la república, ni desde el poder legislativo, ni desde el poder judicial, ni desde las Fuerzas Armadas, sino que es ejercido por Horacio Cartes, una persona particular sin ningún cargo en el Estado.

La segunda novedad fue que el Partido Colorado obtuvo una de las mayores victorias electorales en las elecciones generales de abril de 2023, repitiendo el excelente resultado obtenido en las elecciones municipales de 2022. Así confirmó que el desbloqueo de las listas electorales favoreció a la Asociación Nacional Republicana (ANR), tal cual lo habíamos advertido desde la Asociación de Ciencia Política del Paraguay (ACIPP), y lo había anunciado el ahora presidente del Congreso y senador colorado más votado del país, Beto Ovelar.

Con relación al ejercicio dominante de Horacio Cartes, se plantean tres escenarios de tensiones posibles dentro del Partido Colorado: 1) Entre un grupo disidente que, alrededor del movimiento Fuerza Republicana u otro con una nueva denominación, podría mantener autonomía frente a Honor Colorado. 2) El de un Honor Colorado devorándose a todas las fuerzas de la ANR. 3) El de un Peñismo con cierta autonomía frente a Horacio Cartes. En este momento los tres escenarios están abiertos.

Con respecto al resultado electoral que obtuvo el Partido Colorado, este sumió a la oposición política en un estado de aturdimiento del cual aún no parece haber despertado. El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) se hundió en una crisis interna, desplazó a su presidente Efraín Alegre en una cuestionada convención, consolidó su división y un sector de ese mismo partido reconfirmó su pertenencia al cartismo o a lo que se conoce como líbero-cartismo. El partido Cruzada Nacional liderado por Payo Cubas se convirtió en la tercera fuerza sólo por un momento, para luego girar hacia la intrascendencia, porque un sector de ese mismo partido huyó al movimiento Honor Colorado. Finalmente, el Frente Guasu y el progresismo paraguayo casi desaparecieron de la representación política electoral.

Por primera vez en la historia, la dirección formal e informal del ejercicio del poder se realiza desde fuera de los poderes políticos institucionales, es decir, el poder ejecutivo no se ejerce desde la presidencia de la república, ni desde el poder legislativo, ni desde el poder judicial, ni desde las Fuerzas Armadas, sino que es ejercido por Horacio Cartes, una persona particular sin ningún cargo en el Estado.

Así las cosas, el cartismo es un movimiento colorado transversal que cooptó a la que hubiese sido la tercera fuerza política en el Congreso y controla a un sector del PLRA. Su principal riesgo de pérdida de poder se encuentra dentro del mismo Partido Colorado. En este momento controlar la ANR es controlar el poder político a nivel nacional.

Ahora pongamos brevemente los escenarios mencionados dentro de un contexto político histórico para comprender el peso político institucional dentro del cual se desarrollan. Ya que, consciente o inconscientemente, la estructura histórica institucional suele producir efectos sobre la acción presente de los actores políticos y; en este caso, la dinámica de la competencia y cooperación de los partidos políticos del Paraguay contribuirá en el devenir de cualquiera de los tres escenarios.

Para esto recordemos que la unidad granítica del Partido Colorado se quebró en la convención colorada de 1984 y desde ese momento nunca más una sola persona, ni un solo movimiento colorado, en alianza o sin alianza con las Fuerzas Armadas, logró monopolizar nuevamente el poder político institucional. Por el contrario, los movimientos internos de la ANR tejieron alianzas con los partidos políticos opositores para inclinar la balanza de poder a su favor y controlar el Partido Colorado y el poder político institucional del país. Esa dinámica de competencia y cooperación se extendió a lo largo de los últimos 35 años y es esa relación la que nuevamente operó para destituir a Kattya González, pero con el objetivo de controlar al mismo tiempo al Partido Colorado.

Foto de Kattya González abrazando a su suplente, Ignacio Iramain
Kattya abrazada con Ignacio Iramain. Foto de Jorge Jara

A partir de esto vemos que, luego de la victoria de Santiago Peña, los tres escenarios mencionados más arriba eran posibles, el juego estaba abierto y tocaba tomar decisiones dentro del horizonte de posibilidades. Así que, casi inmediatamente y en simultáneo observamos a los tres escenarios moverse rápidamente. Primero, el Movimiento Fuerza Republicana se redujo, perdió miembros en favor de Honor Colorado y o algunos se independizaron, un grupo dentro de Honor Colorado empezó a ser identificado -de manera no formal- como el “ala blanda” del cartismo en torno a Santiago Peña, una especie de cartismo sin cartes con un centro de poder más ubicado sobre la avenida Mariscal López que sobre la avenida España. Además, Peña podría, llegado el caso, recibir apoyos de los sectores disidentes y de Fuerza Republicana para consolidar una nueva fuerza frente al cartismo.

Es dentro de este contexto, es decir, de cara a la convención colorada de marzo y a una posible enmienda constitucional, que el Cartismo precisa revalidar su fuerza, reatar a los actores, expandir las fronteras de su dominio dentro del Partido Colorado y expulsar a aquellos que parecen querer tomar vuelo, como el presidente del Congreso Beto Ovelar, el más blando del ala blanda. Ovelar, en un inesperado acto de rebeldía, expresó su desacuerdo con la dirección del movimiento Honor Colorado frente a la perdida de investidura de Kattya González y con eso se expuso como posible foco de articulación de un todavía poder político inexistente que aglutine a sectores colorados y opositores. Fue un movimiento atrevido dentro del propio movimiento de Horacio Cartes, porque quizás la única jugada posible sea aquella que en un sólo movimiento y sin avisos lo deje fuera de juego al líder de Honor Colorado. Pero eso no lo ha hecho hasta ahora ni la embajada de EEUU.

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