Por Cecilia Llamosas
Vender nuestra hidroelectricidad a terceros países conlleva beneficios. Implica incrementar los ingresos percibidos por el Estado. Sin embargo, esto no asegura que los beneficios sean distribuidos a todos los paraguayos de la mejor manera. ¿Existen otras opciones?
El Gobierno entrante deberá sentar las bases para la revisión de las bases financieras que rigen la explotación de Itaipú (el Anexo C del Tratado). En esta ocasión se podrían capturar recursos económicos. También tiene otro desafío al que hasta ahora se le ha dado menos relevancia: facilitar un debate interno acerca de cómo usar la energía disponible dentro del país.
Repasando las opciones a grandes rasgos, vemos que hay dos alternativas entre las cuales podemos elegir. O la usan otros (vendemos/cedemos/exportamos) o la usamos nosotros.
Estas alternativas a su vez pueden ser desglosadas en cuatro: Si elegimos que la usen otros, podemos seguir cediendo la energía en las condiciones actuales, o bien venderla a precios de mercado. Por otro lado, si optamos por usarla internamente, podemos apuntar a incentivar un uso intensivo o un uso extensivo. Esto significa que podemos optar por incentivar la instalación de industrias electro-intensivas (como Rio Tinto Alcán o Bitcoin) o bien incentivar un uso más “extensivo”, es decir, la instalación de varias pequeñas unidades productivas.
Las cuatro alternativas fueron analizadas por el Grupo de Investigación en Sistemas Energéticos de la Facultad Politécnica de la UNA. Los resultados de los análisis fueron difundidos a través de dos Boletines disponibles en su web.
De acuerdo con los análisis realizados y publicados en el marco del Proyecto 14-INV-290 co-financiados por el CONACyT, a largo plazo al Paraguay le conviene usar sus excedentes hidroeléctricos internamente en lugar de venderlos a terceros países, incluso a precio de mercado.
En concreto, la mejor alternativa a largo plazo es el desarrollo de polos industriales compuestos de pequeñas y medianas unidades productivas dedicadas a la manufactura.
Esto tanto en términos de creación de empleos como en términos de aumento de los ingresos. Es decir, al Paraguay le conviene promover el uso productivo de su excedente de hidroelectricidad dentro de su territorio.
Para llegar a estos resultados los investigadores de la UNA no se limitaron a los criterios que prevalecen en el debate público nacional: técnico-económico y el criterio político.
El modelo desarrollado por el GISE-FPUNA, consideró además criterios que representan intereses de todos los sectores. El criterio social (generación de empleos), económico (incremento del PIB), ambiental (emisiones de gases de efecto invernadero), técnico (seguridad energética) y político (factibilidad) para analizar las alternativas.
Los investigadores de la UNA realizaron un experimento computacional en el que se logró replicar el comportamiento de la demanda nacional de energía proyectada al año 2040. Se observó que es posible modificar el actual patrón de uso de energía, y al mismo tiempo incentivar cambios en qué forma de energía se usa.
El sector industrial del Paraguay depende hoy en gran medida de la explotación de fuentes no renovables de energía. Estas fuentes, como la leña (proveniente de bosques no certificados) y el carbón vegetal, representan cerca del 85% del total de la energía que usa la industria nacional.
La modificación en los patrones de uso de energía en las industrias ya instaladas, y la instalación de industrias nuevas que ya no reproduzcan estos patrones de uso es posible.
Es decir que en lugar de quemar leña y carbón basen sus sistemas productivos en el uso de la electricidad.
Este aumento del uso de la electricidad, está asociado con mejoras en la calidad de vida, empleos y creación de valor económico. Es exactamente lo que hacen otros países que cuentan con la misma ventaja de poseer hidroelectricidad en cantidades inmensas (Islandia, Noruega, Suecia, Canadá, entre otros).
Esta evidencia científica generada en el GISE-FPUNA, es una invitación a reflexionar acerca de lo que entendemos por “soberanía energética”.
El debate público hasta hoy no se ha planteado seriamente la pregunta ¿Cómo asegurar la disponibilidad interna de energía de calidad para asegurar la satisfacción de necesidades de nuestra población? ¿Cuáles son las barreras internas que tenemos que superar? Reivindicar la posibilidad de disponer de nuestro recurso para venderlo (y extraer rentas) no es el único camino a la llamada “soberanía energética”.
La academia, abre una invitación al debate. Hoy en día, no se concibe un proceso de desarrollo económico y humano sostenido sin un sector industrial importante. Casi todos los países que alcanzaron elevar sus ingresos priorizaron procesos de industrialización, diversificando y mejorando su estructura de producción, dejando de lado la dependencia de la agricultura y la exportación de recursos primarios.
En nuestro país, aún no se ha instalado masivamente la visión del enorme potencial que ofrecen nuestros recursos hidroenergéticos, más allá de la posibilidad de venderlos a terceros países. Es decir, adueñarnos de nuestros recursos en el verdadero sentido de la palabra.
Esto no ha sido por injerencia de nuestros vecinos, si no porque por años se ha postergado desarrollar una estrategia de uso eficiente y productivo de este recurso dentro de las fronteras de nuestro país. Aún no hemos logrado transformar nuestra energía disponible en productividad y bienestar de manera eficiente.
Actualmente, exportamos cerca del 80% de nuestra producción de hidroelectricidad. Sin embargo, importamos cada vez más otro energético: combustible fósil. Esta tendencia no se modificará de seguir con los patrones actuales de desarrollo socio-económico como lo evidencian estudios oficiales realizados al respecto.
La gran preocupación, por años se ha reducido a una lógica que busca asegurar la existencia de rentas hidroeléctricas. Es decir, la reivindicación de la libre disposición del nuestra hidroelectricidad no para usarla, si no para venderla a terceros países a “precio de mercado”. Bajo esta visión, ¿Hasta dónde llegará esta soberanía? La libre disponibilidad de para el uso interno de nuestra energía de calidad para todos los habitantes es el verdadero desafío.
Para alcanzar esto, no es necesario debatir en foros internacionales. Para esto, necesitamos ponernos de acuerdo internamente acerca de qué queremos realmente hacer con nuestro excedente de hidroelectricidad.
Nuestra (fundada) obsesión por ocuparnos primero de nuestra relación con los vecinos, y socios de negocios en las hidroeléctricas Itaipú y Yacyretá ha hecho que por años se haya desplazado la importancia de sentar las bases internas de como usar nuestra energía. ¿Y si probamos una receta diferente?.
Fuente imagen de portada: https://challengesworldwide.com/6-ways-increase-use-renewable-energy-africa/
2 thoughts on “Usar o no usar nuestra energía – esa es la cuestión”