Claudia Pompa Schaerer
Una de la frases icónicas del primer año de mandato de Mario Abdo Benítez (MAB) es la ya conocida “desastre ko Marito.” Estas tres palabras encapsulan el profundo nivel de hartazgo y frustración de una ciudadanía cansada de la ineficiencia e innacción del estado en momentos de mayor necesidad de un liderazgo claro y certero.
Las quejas contra el mandatario y su gobierno se dan en varios frentes. En lo económico, el país se encuentra en un periodo de importante desaceleración económica que ha impactado en los niveles de desempleo y pobreza. En cuanto a educación y salud, el nivel de cobertura y la calidad de servicios siguen dejando mucho que desear; existe una crisis por la falta de docentes que ha llevado el Ministerio de Educación a adelantar las vacaciones de invierno, mientras que el Ministerio de Salud enfrenta duras críticas por falta de insumos, medicamentos y camas. En cuanto a infraestructura, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones ha recibido extensos reproches por la lentitud en la realización de obras y por los bajos niveles de ejecución presupuestaria.
En otros frentes, los productores agrícolas siguen con marchas y demandas por la falta de respuestas de parte del gobierno, los guardia cárceles piden más personal y salario digno mientras que la ciudadanía sigue hastiada por la falta de seguridad que afecta tanto a ricos como a pobres . El nivel de frustración es tal que, incluso en eventos partidarios, operadores políticos han roto con el protocolo para demandar mejoras al presidente; algo inusitado en un escenario político caracterizado por la incuestionabilidad de la lealtad.
Por su parte, MAB ha reconocido ciertas falencias y ha prometido mejoras en lo que resta de su gobierno durante su primer informe de gestión presidencial. Sin embargo, sus visibles signos de emoción durante el discurso encontraron pocos ecos de apoyo en una ciudadanía que exige más resultados.
Como bien lo ha expresado el mandatario en respuesta a las críticas recibidas “los problemas que tenemos en Paraguay son problemas de hoy, de ayer, y que vamos a seguir teniendo en el futuro”. En este sentido, en parte, tiene razón. El país se enfrenta a serios problemas estructurales anclados en los altísimos niveles de corrupción institucionalizada que hemos ido arrastrando por décadas. Muchos de estos problemas son consecuencias de los largos años de dictadura de la cual la familia Abdo Benítez no solo fue partícipe sino también ejecutora.
Ahora le toca a MAB despertarse del sopor. Le toca afrontar los problemas que la generación de gobernantes de su padre nos dejaron como legado: rampante corrupción, bajísimos niveles de educación y salud, así como un absoluto descreimiento por parte de la población acerca del rol del estado.
Su principal responsabilidad como líder del país es asegurarse que los problemas que tenemos en Paraguay hoy, no sean problemas del futuro. Para ello necesita de un liderazgo claro, un gabinete competente y terminar de asumir la responsabilidad de la gobernabilidad del país, que es lo que le corresponde. Hasta entonces, seguirá siendo desastre ko Marito.
Fuente imagen de portada: archivo EFE