Por Esteban Caballero Carrizosa*.
El tema del retorno a clases en esta fase de reactivación social y económica, luego de una etapa de cuarentena estricta por la pandemia, nos brinda la posibilidad de reflexionar sobre la relación entre trabajo productivo y trabajo reproductivo. Lo hacemos con la intención de adelantar algunas recomendaciones sobre cuáles de las opciones de retorno mencionadas por el Ministerio de Educación y Culto (MEC) son preferibles, atendiendo las dificultades de las familias, principalmente de las mujeres, de sostener el trabajo fuera y dentro de los hogares.
Es importante tener en mente que el trabajo productivo consiste en aquellas actividades dirigidas a la producción de bienes y servicios. Estas últimas son valoradas y tienen una recompensa monetaria en el mercado. Mientras que el trabajo reproductivo abarca, no sólo la reproducción de las personas (embarazo, parto, lactancia), sino el conjunto de actividades “necesarias para el sostenimiento de la vida y supervivencia humana: alimentación, cuidados de salud, educación y formación, relaciones sociales, apoyo afectivo y psicológico y mantenimiento de los espacios y bienes domésticos”.
Esta distinción entre trabajo productivo y reproductivo sirve como criterio para pensar las opciones del retorno a clases. Las encuestas del uso del tiempo aplicadas en la región de América Latina, incluyendo Paraguay, muestran la desigualdad que existe en el tiempo que destinan varones y mujeres a realizar las tareas domésticas, incluyendo el cuidado de los hijos. Los datos exponen que las mujeres son las que cargan con el trabajo reproductivo. En el caso que la mujer, además, trabaje afuera y tenga recursos, contratan mano de obra femenina para hacer ese trabajo, de lo contrario, dependen únicamente de apoyos familiares y comunitarios. De otro modo, su jornada de trabajo puede ser calificada como una “doble jornada”, pues deben encargarse del trabajo fuera y dentro del hogar en un mismo día.
Si consideramos que el retorno a la escuela se enmarca en el objetivo nacional de una reactivación económica, conviene pensar qué facilidades pueden ofrecerse para el retorno de las mujeres al trabajo productivo, sean estas empleadas formales, informales, o cuentapropistas. Uno de los temas claves en ese sentido es el cuidado de los niños y niñas. Toda persona con hijos chicos sabe que antes de planear cualquier actividad laboral o social, debe tener resuelto quién cuida a los niños. En ese sentido, la política de normalización debería considerar una armonización del trabajo reproductivo y productivo. Para ello, el sector educativo debería darle más peso a la escuela como uno de los pilares de apoyo a las mujeres y sus familias. El hecho de poder llevar a los niños a la escuela y dejarlos en un lugar seguro para que reciban una educación, no solamente cumple una función pedagógica, sino también forma parte de una socialización del trabajo reproductivo que alivia el peso con el que cargan las mujeres y sus familias.
Si queremos una reactivación económica, entonces, tomemos en cuenta el grado de participación económica de la mujer. El estudio de Serafini y Egas señala que esta participación ha aumentado de forma persistente. Entre 1990 y 2015, el porcentaje de mujeres en la Población Económicamente Activa (PEA) varió entre 55% y 70% aproximadamente. Es decir, la realidad social y económica del Paraguay no se compadece con un modelo de mujer dedicada exclusivamente al trabajo doméstico y un varón trabajando afuera, actuando como único proveedor del hogar. Sin embargo, pareciera ser que el plan de normalización del Gobierno se maneja con una visión de ese tipo.
Lastimosamente, el retorno de niños a nivel de preescolar, primer y segundo grado es un punto que no se ha valorado lo suficiente en el MEC. Según la propuesta oficial, el retorno de estos niveles sería la “última probabilidad”. Esto contrasta, por ejemplo, con el plan de normalización del Gobierno de Francia, que estipula el inicio del retorno a la escuela con los niños, abriendo los jardines y primeros grados. Esta decisión tiene que ver, en parte, con permitir a los padres reanudar adecuadamente sus jornadas laborales. Valdría la pena una reconsideración de lo planeado en Paraguay y habilitar los niveles iniciales. No solo porque servirá de apoyo a las familias, sino porque también permitirá sostener la cobertura donde ésta es baja, ya que, según el MEC, la cobertura del preescolar alcanza los menores niveles del sistema educativo (77%), apenas superado por la educación media (60%).
Tendríamos que preguntarnos si las medidas propuestas para el retorno escolar obedecen a determinantes relacionadas sólo con los aspectos epidemiológicos, o si existen influencias más profundas, de carácter ideológico. La interrogante es relevante, ya que la ausencia de una visión más integrada de la relación entre trabajo reproductivo y productivo, tiende a reflejar el discurso político del Gobierno actual. La Presidencia de Mario Abdo Benítez puede ser calificada como una de las más conservadoras y tradicionalistas de América del Sur en lo que respecta a políticas de género. Pese a su juventud, su conservadurismo y tradicionalismo es superado apenas por Jair Bolsonaro, estando a la par de Sebastián Piñera.
Hay un fragmento del primer discurso de Mario Abdo Benítez ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, muy revelador de su pensamiento. En él dice: “trabajamos para promocionar a la mujer como factor de cambio para el país, generando condiciones de equidad, igualdad y empoderamiento. Creemos firmemente que, con el apoyo de nuestras madres, esposas e hijas, podemos hacer un mejor Paraguay para todos”. La clave está en la segunda frase: con el apoyo de nuestras madres, esposas e hijas. Es decir, las mujeres “apoyan” y son definibles en su rol de “madres, esposas e hijas”, no otro. Además, son “nuestras”. El posesivo revela un profundo paternalismo patriarcal. Esta es una narrativa que explica sus opciones para la cartera de educación y su disposición de mantener las escuelas cerradas o “en línea” hasta fin de año. Mientras, las mujeres deberán seguir “apoyando”.
Si consideramos que el retorno a la escuela se enmarca en el objetivo nacional de una reactivación económica, conviene pensar qué facilidades pueden ofrecerse para el retorno de las mujeres al trabajo productivo, sean estas empleadas formales, informales, o cuentapropistas. Uno de los temas claves en ese sentido es el cuidado de los niños y niñas. Toda persona con hijos chicos sabe que antes de planear cualquier actividad laboral o social, debe tener resuelto quién cuida a los niños
No cabe duda que el retorno a la escuela en épocas de pandemia es complejo. Pero a medida que la normalización se extiende en varios países que han logrado aplanar la curva, aparecen diversos ejemplos de retorno de la comunidad educativa. Postergar el retorno hasta febrero del 2021 conlleva numerosos riesgos, algunos tan problemáticos como los riesgos sanitarios que se enfrentarán con un retorno en fecha más temprana. Nuestro mensaje es que, en todo caso, la consideración debe incluir, entre otras, una perspectiva de género que compatibilice el trabajo reproductivo y productivo.
*Politólogo. Consultor, escritor y traductor independiente. Actualmente se ejerce como investigador afiliado al Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University (CLALS) en Washington DC. Es ex director regional para América Latina y el Caribe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Foto de portada: Esteban Caballero Carrizosa