por Cecilia Llamosas*
Si bien queda muchísimo camino por recorrer, en los últimos años Paraguay experimentó varios cambios importantes en materia socio-económica: crecimiento económico, reducción de la pobreza y crecimiento de la clase media. Pero, ¿qué hay de los cambios institucionales que permanecen fuera del foco de atención y son igualmente fundamentales? Arrastrando una pesada carga de prejuicios bien ganados a lo largo de los años, la administración pública es también protagonista de la serie de cambios destacables de la última década.
La función pública paraguaya es uno de los casos ejemplares de mejora en la calidad del servicio civil en Latinoamérica. Esto contradice una visión negativa profundamente arraigada en la sabiduría popular, opinión pública, élites económicas y hasta en el discurso político, de que el funcionariado público es un enemigo público, algo así como un palo en la rueda de la maquinaria del desarrollo.
El viejo paradigma de la demonización de la función pública menoscaba la dignidad y la moral del funcionariado, y no contribuye a mejorar la capacidad institucional del Estado para lograr mejores gobiernos.
Una encuesta realizada para la Secretaría de la Función Pública en el 2009, evidenció la existencia de un estereotipo del funcionario público como “una persona que entró por recomendación y no por examen de competencia… y ni su permanencia ni su promoción dependen de su eficiencia, sino del ‘padrino’ que tenga”. Consecuentemente, se explicaba la actitud escéptica sobre la posibilidad de lograr cambios positivos, tal que “tendríamos que volver a nacer para que la administración pública mejore” (Ver Informe del PNUD, Percepciones y Expectativas sobre la Reforma de la Administración Paraguay). Esta visión fue recientemente exacerbada por los recientes acontecimientos en torno a la recolección de firmas para la reelección y alimentada por algunos medios de prensa. Por ejemplo, el Diario ABC Color, en su editorial del domingo 11 de febrero, lanzó un ataque directo hacia el funcionariado público. Comparó la actual situación del servicio civil con la administración pública en épocas de Stroessner. Para sostener su argumento, el diario citó un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que sitúa a Paraguay entre los más bajos de la región en la gestión del rendimiento de la administración pública.
Sin embargo, contextualizando la información, en verdad puede verse que el escenario es mucho más alentador. El servicio civil paraguayo es un ejemplo que contar en cuanto a evolución rápida y sostenida a nivel regional. Un estudio publicado por el BID en 2014 muestra que Paraguay es uno de los países con mayores avances en gestión pública en la década 2004-2014 (Ver figura 1).
Figura 1: diferencia en el Índice de Desarrollo del Servicio Civil (2004-2014). Fuente: BID, 2014.
En 2004, Paraguay tenía el segundo peor puntaje a nivel regional (12 puntos) en el Índice de Desarrollo del Servicio Civil, que evalúa una serie de indicadores de gestión de la función pública en términos comparados. En 10 años, Paraguay se desempeñó de manera sorprendente, presentando un incremento en 14 puntos, muy arriba de la media, aunque en términos absolutos aun quede mucho por andar. Los avances experimentados fueron materia de otros estudios. Por ejemplo, en “Estrategias para la profesionalización del servicio civil: lecciones aprendidas del caso paraguayo”, elaborado por Lafuente y Schuster en 2014, destaca valiosas lecciones para otros países que se encuentran en el difícil proceso de reformar el sector público. El informe resalta, que, si bien desde 2000 Paraguay cuenta con una Ley de la Función Pública, no fue hasta mediados de 2008 que el tema ingresó en la agenda gubernamental y se inició un trabajo para fortalecer la profesionalización, la transparencia y la inclusión.
Desde entonces se generaron procesos que siguen en marcha, a pesar de las dificultades, en cuanto planificación de dotaciones, manual de puestos, sistemas de información y escalafón, entre otras herramientas que implican un principio de giro en la larga historia de patrimonialismo en Paraguay. Uno de los hitos que marcó el desarrollo del fortalecimiento del servicio civil, fue el aumento exponencial de puestos concursados, pasando de 7 registrados entre el 2000 al 2008, a cerca de 15.000 entre el 2008 y 2012. Con posterioridad al 2013, esta política de fortalecimiento del servicio público continuó. Desde el 2014 se cuenta con un Decreto que reglamenta la obligatoriedad de concursar a puestos públicos, y las últimas cifras publicadas por la SFP señalan que entre el 2013 y el 2016 se han concursado más de 35.000 puestos. Otro avance con gran repercusión mediática y respuesta positiva de la ciudadanía, fue la iniciativa de transparentar los datos sobre quienes trabajan en la función pública, tras la cual varias instituciones publicaron sus nóminas de funcionarios y remuneraciones, lo que incluso llevó a movilizaciones ciudadanas en reclamo a remuneraciones excesivas, o casos de nepotismo que quedaron al descubierto.
Es indudable que la pésima reputación de la función pública fue bien merecida. Sin embargo, no se pueden ignorar las grandes mejoras, avaladas por evidencias empíricas, que además están expuestas para su validación y crítica pública.
Un servicio civil profesionalizado conlleva beneficios para la población entera, pero en especial para los sectores en situaciones de mayor desventaja. Es imperativo apuntar a que los cambios que se dieron en la década del 2004 al 2014 sean potenciados y sostenidos en el tiempo. Pero para avanzar debemos despojarnos de prejuicios, entender los antecedentes históricos, detectar los puntos de partida, y comprender hacia dónde deberíamos ir. Así se puede exigir a la clase política que vea en el funcionariado público más que una fuente de trabajo a distribuir, o un elemento a criticar para congraciarse con ciertos sectores de la opinión pública. Tener una burocracia de calidad debe formar parte de la estrategia de desarrollo propuesta por los tomadores de decisiones y debe ser una causa común de toda la ciudadanía, incluyendo los medios de comunicación, la sociedad civil, el empresariado y sobre todo del poder político.
El viejo paradigma de la demonización de la función pública menoscaba la dignidad y la moral del funcionariado, y no contribuye a mejorar la capacidad institucional del Estado para lograr mejores gobiernos. Es vital dejar de lado estas visiones y cultivar una crítica seria sobre las falencias. Así será más fácil exigir a gobiernos y políticos los puntos susceptibles de ser mejorados como mayor participación ciudadana, transparencia, meritocracia e igualdad sin discriminaciones. Un Estado capaz y una función pública fortalecida son precondiciones para una sociedad que beneficie a todos.
* Abogada, analista legislativa y de políticas públicas, investigadora. Se especializó en Economía Pública, Derecho y Política en la Universidad Leuphana (Alemania) y realizó un entrenamiento en la Comisión Europea, en análisis de impacto de políticas públicas. Contacto: ceci.llamosasd@gmail.com
Fuente de portada: http://elviscadillac.com/411167-godzilla-first-appearance-1954-cadillac.html