Partidos Políticos

Las “mercaderías” del cartismo en las internas coloradas


por José Duarte Penayo

Luego del fallido intento reeleccionista en Paraguay, la ANR comprendió que la “grieta” entre “defensores” de la Constitución Nacional y “violadores” de la misma no representó un conflicto político de fondo. A diferencia de lo que ocurre en la oposición,  donde las coordenadas de la enmienda gozan de una supervivencia zombie, no hubo en el Partido Colorado expulsiones ni sanciones a quienes actuaron en contra del mandato de la última convención partidaria (incluso se han levantado sanciones como la del senador Petta, quien sería candidato a gobernador por el departamento de Central).

Sin mayor dramatismo, se dio paso a las internas que van a medir al candidato oficialista y exministro de Hacienda Santiago Peña con el líder de la disidencia Mario Abdo Benítez. Mientras tanto, el vicepresidente Juan Afara se encuentra a la espera de conformar un tercer frente, en caso de no acordar un mejor reparto de espacios de poder con la disidencia.

…coincidiendo con amplios sectores de la oposición que anhelan un postcartismo menos autoritario pero igual o incluso más neoliberal, el programa de gobierno de Mario Abdo Benítez apunta a dar un giro constitucional, dialoguista y republicano a las políticas de endeudamiento vía bonos soberanos…

El fracaso de la enmienda redujo los niveles de confrontación dentro de la ANR,  fortaleció el consenso sobre las políticas públicas centrales del oficialismo, ratificando la fuerza de la hegemonía política, económica y cultural del cartismo. Exceptuando la reivindicación del valor que tiene la antigüedad de una afiliación partidaria, la disidencia no tiene diferencias significativas respecto a los ejes centrales del oficialismo.

La indignación por el pasado liberal de Santiago Peña es el arbusto que oculta el bosque de grandes coincidencias políticas, empezando por la aceptación de lo que el cartismo introdujo con fuerza en el Partido Colorado: el imperio absoluto del marketing electoral, definido crudamente por Cartes como “el arte de venderle buena mercadería a los electores”. Ante esa realidad, sería interesante que el contrincante del oficialismo reivindique la necesidad del discurso político, recupere la discusión ideológica en el Partido Colorado y fundamente su diferencias con la matriz doctrinaria del liberalismo, de manera tal que el cuestionamiento del pasado liberal de Peña tenga un mínimo de sentido.

Sin embargo, la disidencia colorada no tiene objeciones a esa manera de entender la política, solo considera que el presidente sufre una distorsión cognitiva, lo que le impide ver que es Marito la “mercadería más atractiva” a ser ofertada en el mercado electoral. Por eso, planifican toda su estrategia electoral en el terreno cartista de la despolitización publicitaria, sometiéndose al mandato de no confrontar ideas ni modelos alternativos, no sea cosa que el fantasma del antagonismo vuelva a provocar una derrota electoral.

Así, desde la oposición interna al oficialismo se busca capitalizar, sin mucho ruido ni mayores cuestionamientos, la impopularidad de un gobierno que ha aumentado la deuda externa en más del 60% para cosechar mayor desempleo, mayores niveles de pobreza e inseguridad. Para la disidencia colorada, estos resultados, lejos de exigir un replanteo del modelo de desarrollo nacional, son el signo de que el cartismo debe ser mejorado en sus flaquezas. Por ejemplo: es necesario inyectarle “decencia” y mayor compromiso con la Constitución Nacional, de modo que la expansión de las desigualdades se desarrolle bajo el imperio de ley, el respeto de las instituciones y las buenas costumbres.

En este sentido, coincidiendo con amplios sectores de la oposición que anhelan un postcartismo menos autoritario pero igual o incluso más neoliberal, el programa de gobierno de Mario Abdo Benítez apunta a dar un giro constitucional, dialoguista y republicano a las políticas de endeudamiento vía bonos soberanos y proyectos llave en mano, a las asociaciones público-privadas y al mantenimiento del actual régimen impositivo de grandes privilegios fiscales a los agronegocios y el capital extranjero.

Bajo estas circunstancias, asumiendo la fragilidad que pueden tener los pronósticos, se avizoran unas internas presidenciales pacíficas, donde lo que va primar es el duelo de estilos personales, la apelación primaria a lo emocional y el despliegue de las maquinarias territoriales que definirán el futuro de los diferentes liderazgos locales. Frente a una oposición fragmentada y sin un liderazgo claro que pueda articular una alianza electoral de peso como la del 2008, la ANR avanza desde la granítica unidad ideológica de sus aspirantes a la primera magistratura.

 

Foto de portada: www.ip.gov.py

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