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¿Conviene dejar de ser el mimado de Taiwán por «un puñado de monedas»?


Por Rodrigo Ibarrola.

«(Si) los paraguayos que no tenían casas (…) ahora tienen que estudiar en universidades de primer mundo, tenemos que agradecer a Taiwán», es lo que expresó hace un par de meses el exministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite. Sentenció que «no nos podemos vender por un puñado de monedas», refiriéndose a la idea de abandonar el lazo con Taiwán y priorizar a China continental a cambio de beneficios que serían escasos.

Lo dicho por el exministro Leite es, cuando menos, intelectualmente deshonesto. Principalmente porque fue el crecimiento económico sostenido desde hace quince años lo que generó la mejora relativa de la calidad de vida de la población, propiciado en gran parte por el aumento de la demanda (y del precio) de los commodities, no precisamente impulsado por la ayuda de Taiwán. 

La atención mediática a Taiwán provoca una percepción exagerada del impacto de sus ayudas. Pensemos, por ejemplo, en la donación de USD 71.000.000 para construcción de viviendas en el 2014. Cuatro años después se anuncia otra donación de USD 3.900.000 para el mismo fin y luego, en junio de 2019, otra de USD 4.000.000. En realidad, las dos últimas corresponden a desembolsos del primer monto. 

La diplomacia taiwanesa es pragmática, como lo demuestra el auxilio prestado a un régimen como el de Daniel Ortega en Nicaragua. En el caso paraguayo, con el fin de mantener el favor de su único aliado sudamericano, amplió su abanico de ayudas. Así tenemos la Universidad Politécnica Taiwán Paraguay (UPTP) o el nuevo avión presidencial, entre otros ejemplos más pintorescos, como la donación de arroz a damnificados o de juguetes a niños.

Un habitual consentido de Taiwán es el Congreso, que, además de la construcción de la sede actual, recibió diversos aportes y, desde luego, constantes invitaciones de visitas a la isla. La diplomacia tampoco fue descuidada. El Ministerio de Relaciones Exteriores recibió en donación el Palacio Benigno López (sede actual) y el edificio de la Academia Diplomática, sumados a otros desembolsos de apoyo al fortalecimiento de la gestión. Sigue así la estrategia conocida como «soft power».

Alfredo Stroessner y Yen Chia-kan, presidente taiwanés, durante la visita del primero a Taipei en 1975. (Fuente: Taiwan Today)

Ahora bien, el asunto central es si todo lo anterior justifica continuar priorizando la relación con Taiwán, en vez de considerar lazos oficiales con China.

La economía china se incrementó 14 veces en los últimos 30 años, tomando mayor impulso a partir de su ingreso a la Organización Mundial de Comercio (OMC), llegando a convertirse en una potencia exportadora de manufacturas y consumidora de productos primarios. Este crecimiento benefició a Latinoamérica, incluyendo a Paraguay. Tanto exportaciones como importaciones entre nuestra región y China crecieron seis veces entre 2001 y 2017, situándose como segundo socio comercial en importancia (detrás de EE.UU.). Simultáneamente, Paraguay incrementó su exportación de productos primarios en 570% durante el periodo 2002-2018 y la filial paraguaya de China Oil and Food Corporation (COFCO) se perfila como el mayor exportador de soja por segundo año consecutivo.

No extraña entonces que este año productores cárnicos y de oleaginosas presionen para iniciar relaciones con China. Taiwán respondió prometiendo elevar la inversión en el país a USD 150.000.000 durante los próximos cinco años y liberando el cupo de exportación de carne. Pero los productores no quedaron conformes

Aún cuando los nuevos acuerdos puedan duplicar el saldo positivo de la balanza comercial, la realidad es que Taiwán, con 24 millones de habitantes, (que representa apenas el 0,33% del total del comercio exterior) no puede hacer frente al potencial de una economía creciente con 1400 millones de personas que alimentar.

Pero ¿cuánto vale “el puñado de monedas” chinas? La evidencia confirma la importancia de China en la alta demanda y cotización de productos primarios que estimularon el crecimiento económico latinoamericano en los últimos años. Los altos niveles de productividad de los países exportadores de commodities no hubiesen sido sustentables con precios bajos. La CEPAL situó las ganancias derivadas solamente de la variable «precio» en torno a los USD 56.295.000.000 solo para el 2007.

La atención mediática a Taiwán provoca una percepción exagerada del impacto de sus ayudas. Pensemos, por ejemplo, en la donación de USD 71.000.000 para construcción de viviendas en el 2014. Cuatro años después se anuncia otra donación de USD 3.900.000 para el mismo fin y luego, en junio de 2019, otra de USD 4.000.000. En realidad, las dos últimas corresponden a desembolsos del primer monto.

En materia de infraestructuras, el acuerdo Belt and Road Initiative (BRI) liderado por China ―que desde el 2013 ha incorporado a Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, entre otros― inyectó a la región en el periodo 2016-2018 unos USD 17.000.000.000 en promedio. Un estudio reciente que tomó datos de la International Cooperation and Development Fund (ICDF) estimó que la ayuda taiwanesa a Paraguay promedió unos USD 11.000.000 durante el periodo 2005-2014 y que los países que reconocen oficialmente a China reciben en promedio USD 1.299.000.000 al año entre inversión extranjera directa (IED), donaciones y préstamos. Finalmente, el modelo arrojó que el cambio de reconocimiento en favor de China provocaría un crecimiento de la inversión de siete veces y de los préstamos en 122 veces.

Las ventajas de un acercamiento entre Paraguay y China serían inmensas. Acontecimientos presentes refuerzan aún más esta idea. El reciente brote de fiebre porcina obligó a China a sacrificar 200 millones de cerdos, lo que disminuyó su producción y consumo. En consecuencia, incrementó su importación de carne vacuna en casi un millón de toneladas entre el 2018 y 2019 y planea aumentarla aún más en 2020. Con esto China va alcanzar una importación de 2,9 millones de toneladas (en contrapartida, Taiwán importa unas 183.000 toneladas). Para poner en perspectiva, la exportación total de carne paraguaya es de 350.000 toneladas.

En lo que respecta a la soja, China es el mayor comprador mundial y acapara  el 64% del mercado. Se pronostica que las importaciones alcancen unos 85 millones de toneladas a medida que el stock porcino se reponga, ya que no se prevé un nuevo programa de rifle sanitario masivo para el 2020.

La construcción de dos represas en la Patagonia argentina es financiada con crédito chino. El costo estimado es de USD 4.714.000.000. Se espera que en su pico de empleo ocupe a 5500 trabajadores (Fuente: La Nación).

Sin embargo, a pesar de los notorios potenciales beneficios, parte de la élite empresarial y política aún mantiene una mentalidad conservadora —como ejemplifican las declaraciones del exministro Leite— y de obsecuencia a la estrategia estadounidense de apoyo (oficial o no oficial) a Taiwán. Las pequeñas pero lisonjeras atenciones materializan —a ojos de ese reducido círculo político y económico de beneficiarios— un estatus de importancia que un país pequeño (usualmente marginado por sus vecinos) como Paraguay difícilmente obtenga de grandes potencias.

De todas maneras, «si la decisión fuera mantener el status actual —decía el exministro César Barreto— por lo menos debemos ser lo suficientemente responsables de estimar los costos que ello implica para nuestra gente». Y es que entiende muy bien que las finezas taiwanesas no compensan el costo de privar a nuestro país del potencial chino.

Foto de portada: Cuenta oficial de Twitter del Ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán.

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