Género

Cómo los medios contribuyen a la epidemia de los feminicidios en Paraguay


Por Asunción Collante* y Norma Flores Allende**.

Los medios de comunicación en Paraguay siguen narrando los feminicidios como crímenes del ámbito privado y cometen violencia al reforzar la desigualdad de género y justificar los crímenes. 

No es ningún secreto que Paraguay es uno de los países con mayor desigualdad de género en la región, hecho que se refleja, por ejemplo, en la gran disparidad en el uso que hacen del tiempo hombres y mujeres. Entre otras cosas, las mujeres dedican mucho más tiempo que los hombres a las tareas de cuidado en la familia y a las labores domésticas. La desigualdad también puede verse en los salarios menores que las mujeres reciben por igual trabajo, menor acceso a derechos como educación y salud, además de la poca representación femenina en espacios políticos. La lista de disparidades sigue. Las mujeres están expuestas a tres veces más violencia física y dos veces más violencia psicológica que los hombres; las niñas padecen más abusos sexuales que los niños y todos los días dos niñas son forzadas a dar a luz. 

Los feminicidios ocurren como consecuencia de esta desigualdad de género. Son el resultado de toda esta violencia estructural hacia las mujeres que comienza en la infancia y es reforzada por numerosas instituciones. Por lo tanto, lejos de ser crímenes “pasionales” limitados al ámbito privado o hechos aislados, los feminicidios constituyen un problema social y de salud pública que requieren la urgente atención del Estado y la sociedad. 

Los medios de comunicación forman parte de este ecosistema de violencia de género. Este argumento tiene incluso un asidero legal. En Paraguay, la ley “Por Ellas” reconoce formas de violencia como la simbólica, mediática y telemática. Estas formas de violencia aluden a la publicación, difusión o reproducción de contenidos que promueven la violencia contra las mujeres y/o que atenten contra su dignidad. 

Así, gran parte de la prensa sigue tratando estos crímenes de odio como si fueran crímenes pasionales, limitados al ámbito privado.  Los medios de comunicación además reducen a las mujeres asesinadas a estereotipos, las deshumanizan y continúan violentándolas aun después de muertas al naturalizar y hasta justificar los crímenes misóginos. Existe sobrada evidencia para mostrar cómo esto ocurre.

Quienes suscriben este artículo realizaron una investigación al respecto. El trabajo tomó como referencia dos importantes medios digitales del país para analizar noticias relativas a feminicidios durante el primer trimestre del 2019. Uno de los hallazgos de la investigación fue que, en la mayoría de los casos, a pesar de emplear el término “feminicidio” para referirse a estos crímenes, los medios siguen narrando estos hechos como crímenes pasionales. Es decir, los feminicidios siguen siendo entendidos como crímenes privados que tienen móviles como los celos, alcohol o discusiones. Al colocarlos de esta manera, se los despoja de un contexto social y de problemática pública, con lo cual se disocia al feminicidio de la desigualdad de género como factor causal.

En la investigación también encontramos cómo la prensa utiliza eufemismos en estos casos. Por ejemplo, al referirse a las víctimas utilizan expresiones como “fue hallada muerta” o “una mujer murió”, en vez de decir “una mujer fue asesinada”. Esta retórica resta importancia al victimario de los crímenes y minimiza el problema social de los feminicidios, puesto que las mujeres no aparecen muertas o mueren espontáneamente, sino que son asesinadas por razones de género. 

Otra forma irresponsable de narrar los casos de feminicidio es con la presencia de estereotipos de género. En las noticias predominan referencias a las mujeres asesinadas en función de su relación con los hombres: son madres, esposas, concubinas, amantes o parejas, invisibilizando de esta manera otros roles que ellas pudieran ejercer en sus vidas. Llama la atención la precisión en lo que respecta a la vida sentimental y sexual de las mujeres: cuántas parejas y exparejas tuvieron, así como la cantidad de hijos y quiénes eran los padres de sus hijos. Este es un tratamiento desigual que no se da con respecto a los hombres. Cabe señalar además que esta sobreexposición de la vida íntima de las mujeres víctimas va acompañada muchas veces de una justificación de los crímenes en su contra, y así los medios presentan los feminicidios como actos de disciplinamiento ante el comportamiento de estas mujeres.

La lista de ejemplos del problemático tratamiento mediático del feminicidio sigue. Por ejemplo, hay casos en que los discursos noticiosos deshumanizan a las mujeres  reduciéndolas a cuerpos violentados o mutilados, haciéndolas perder la dignidad de personas. Así mismo, los feminicidios son recreados al mínimo detalle buscando entretener, impactar y suscitar morbo, aunque estos detalles no sean de interés público ni noticioso. 

Diseño e ilustración: Marijó Kalixien.

Todo esto ocurre en parte porque los feminicidios son narrados únicamente desde el imaginario policial. Las noticias carecen de una diversidad de fuentes. Muchas veces los medios difunden rumores sin realizar una labor de verificación o contrastación. Se ha constatado además que las redacciones tampoco poseen manuales de perspectiva de género que guíen a los periodistas y todavía no existe la figura de “editora de género” a nivel local. 

Los medios contribuyen así al sostenimiento de una “cultura femicida”, a decir de la socióloga venezolana Esther Pineda. Pero no solamente eso, los medios se comportan como un “ojo rapiñador” que hiere la dignidad de las mujeres asesinadas y recrea los feminicidios, lucrando con los cuerpos de las víctimas en aras de la atención, la viralización y los clicks.

En conclusión, los medios también ejercen violencia de género y la promueven. La prensa debe  asumir su responsabilidad social y retomar sus funciones de informar y educar, no solo entretener. La vida de nosotras las mujeres también depende de ello.  

*María Asunción Collante Jara (Paraguay, 1992): Vive en San Lorenzo. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Asunción. Es comunicadora freelance, docente en instituciones públicas y privadas. Traductora bilingüe (castellano/guaraní). Especialista en recolección de datos para trabajos de campo. Realiza Análisis Crítico del Discurso (ACD) con enfoque en comunicación política y de desigualdad de género.

**Norma Flores Allende (San Salvador, El Salvador, 1989): Vive en Asunción, Paraguay. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Asunción. Es comunicadora, periodista, escritora y docente de inglés. También lleva a cabo iniciativas para la promoción de las artes y la cultura en Asunción.

Imagen de portada: diseño e ilustración de Marijó Kalixien.

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