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Sin la acción ciudadana no se podrá frenar al nuevo coronavirus


Por Rodrigo Ibarrola.

Al momento de editar estas líneas, el panel de Worldometer, al 27 de marzo, 03:05 GMT, indicaba que la pandemia del COVID-19 ya había superado el medio millón de infectados y las 24.000 muertes en todo el mundo. Italia había superado a China en número de muertos y Estados Unidos lo rebasaba en número de infectados. Los casos fuera de China representaban el 85% del total. La emergencia generada provocó una nueva ola de intervencionismo que significó una suerte de resurgimiento de rol del Estado como garante del bienestar y de la salud pública. En ese contexto, la pandemia hoy se concentra en Europa y comienza a emerger en nuestro continente. 

Sin vacunas ni antivirales —actualmente en desarrollo—, la estrategia se centra en medidas para frenar la transmisión reduciendo el contacto de la población en general (medidas llamadas «no farmacológicas»), como la prohibición de eventos masivos, cierre de escuelas, universidades y espacios públicos, restricción del tráfico, cuarentena domiciliaria, entre otras. En resumen, lo que se busca es el distanciamiento social para retrasar la progresión del virus («aplanar la curva epidemiológica»), mitigando el impacto en los servicios de salud. La lógica detrás de esto consiste en que si una persona puede contagiar a otras 2 o 3 (factor de contagio, r=2,24), reduciendo su interacción con otras personas en un 50%, el número de contagiados se reduciría a la mitad (r=2,24 x 0,5=1,12) y disminuiría el ritmo de la propagación del virus.  

Sudamérica no escapa a esta dinámica. Nótese que sigue el mismo trayecto que las principales potencias (ver Figura 1), con la diferencia de que el salto es más tempranero.

Figura 1: Número acumulado de casos en Sudamérica y en mayores economías occidentales

Fuente: Elaboración propia basada en datos de Our World in Data y European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC). Actualizado al 26/03/20, 00:22 GMT

La disminución del tráfico fronterizo o el cierre de fronteras es otra de las medidas en común adoptadas por la mayoría de los países. A pesar de ser la más reclamada por la población en general —incluso más que el distanciamiento social—, la restricción es poco eficiente por sí misma y, aun con una reducción del flujo del 90%, se requiere que el ritmo de contagio (r) disminuya por lo menos hasta 0,5 (ver Figura 2). Caso contrario, el efecto sería apenas el de retrasar la propagación masiva, por lo que su éxito está directamente ligado a la eficacia del distanciamiento social (sin dejar de recordar que volver al país es un derecho constitucional de todos los connacionales y que no puede ser negado).

Figura 2: Trayectoria de la curva epidemiológica (excluyendo Wuhan) desde la restricción de viajes

Fuente: Chinazzi, M., et al. (2020). The effect of travel restrictions on the spread of the novel coronavirus (COVID-19) outbreak [Efecto de las restricciones de viaje en la propagación del nuevo brote de coronavirus (COVID-19)].

Gracias a las muestras más representativas obtenidas de países que ampliaron su espectro de testeo, como Corea del Sur y Chile, se reveló que aquella idea de que la enfermedad afectaba principalmente a adultos mayores estaba errada y que la población de adultos jóvenes es víctima de contagios en una gran proporción. De hecho, el grupo de edad comprendido entre los 20 y 49 años representa en Corea del Sur y en Chile, el 52% y el 75% de todos los casos confirmados por laboratorio (ver Figura 3), respectivamente. Incluso la cantidad de niños infectados resultó mayor.  

Figura 3. Distribución de casos confirmados por grupo de edad en Chile, Corea del Sur y China.

Fuente: Ministerio de Salud de Chile, Korea Centers for Disease Control and Prevention, The Novel Coronavirus Pneumonia Emergency Response Epidemiology Team (2020). The epidemiological characteristics of an outbreak of 2019 novel coronavirus disease (COVID-19) in China [Características epidemiológicas del brote de la nueva enfermedad por coronavirus (COVID-19) en China].

Lo anterior no es un dato menor. Debido a que niños y adultos jóvenes no son víctimas graves de la enfermedad, sino que tienden a padecer síntomas leves, la mayoría pasa desapercibida, escapando de las pruebas y del registro. Un trabajo publicado en la revista Science, aporta evidencia el respecto. Concluyó que el 86% de los infectados en Wuhan, en su mayoría leves y asintomáticos, quedaron sin registrar. Y que fueron aquellos los encargados de contagiar al 79% de los casos confirmados por laboratorio (oficiales) hasta el momento del inicio del bloqueo de la ciudad. 

No extraña, entonces, que Bruce Aylward, quien lideró la Misión Conjunta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) enviada a China para estudiar el brote, haya llamado a todos los países a practicar las pruebas rápidamente a cualquier caso sospechoso, y proceder al inmediato aislamiento de casos confirmados y a colocar en cuarentena a sus contactos cercanos. 

Estas conclusiones tornan crítica la tarea en Paraguay de mantener el distanciamiento social, así como de proceder al rápido aislamiento de aquellas personas con síntomas, dada nuestra limitada capacidad de practicar las pruebas suficientes. El distanciamiento social y la cuarentena funcionan, y «aplanan la curva». La evidencia está en la provincia italiana de Lodi (Figura 4). Allí, la cuarentena fue implementada el 23 de febrero. Por su parte, en Bérgamo fue establecida recién el 8 de marzo. Los resultados están a la vista: Bérgamo triplicó en número de infectados a Lodi, a pesar de haber iniciado con menor cantidad de casos positivos.

Figura 4. Número acumulado de casos en las provincias de Lodi y Bérgamo, Italia

Fuente: Elaboración propia con datos del Dipartimento della Protezione Civile. Actualizado al 26/03/20, 17:00 GMT.

Descansar sobre la falsa seguridad de padecer pocos casos para relajar las medidas es un sinsentido que encamina al desastre. Eso ya se vio en varios países europeos que pasaron varias jornadas sin nuevos infectados (ver Figura 5). 

Figura 5. Acumulado de casos hasta el número 500 en países seleccionados

Fuente: Elaboración propia con datos del European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC) y Our World in Data.

Debe quedar claro que no podemos —ni debemos— esperar a que Paraguay tenga un salto exponencial de casos confirmados por laboratorio al ritmo de otros países. Eso no sucederá porque sencillamente no existe la capacidad de practicar tests de diagnóstico a gran escala (ver Figura 6), por lo que, al ritmo actual, siempre estaremos un paso detrás del virus. Resulta, entonces, necesario asumir un par cosas: primero, que los casos inevitablemente aumentarán en número y, segundo, que únicamente el compromiso de los ciudadanos y ciudadanas en reforzar el aislamiento podrá mitigar el impacto y evitar el colapso del sistema hospitalario.

Figura 6. Testeo del COVID-19 en países de Sudamérica

Fuente: Elaboración propia con datos de fuentes oficiales de cada país. Actualizado al 25/03/20, excepto Bolivia, que corresponde al 24/03/20.

Aunque, no podemos estar ajenos a la realidad. Hasta tanto las investigaciones médicas den sus frutos, las medidas que están siendo llevadas a cabo —si tienen éxito— solo moderarán lo que de otra manera podría ser una escalada incontrolable. El confinamiento es efectivo, pero insostenible en el tiempo, especialmente sin suficiente financiamiento. Y la evidencia nos muestra que ningún país, excepto China —y a un altísimo costo—, ha logrado contener el brote, mientras otro grupo de países como Japón, Taiwán y Corea del Sur lo mantiene a niveles controlables, por lo que el reto es colosal. 

Gracias a las muestras más representativas obtenidas de países que ampliaron su espectro de testeo, como Corea del Sur y Chile, se reveló que aquella idea de que la enfermedad afectaba principalmente a adultos mayores estaba errada y que la población de adultos jóvenes es víctima de contagios en una gran proporción.

Ciertamente, el confinamiento no es una medida placentera. La libertad de movimiento es una garantía y un bien jurídico muy preciado. Su autolimitación conlleva un serio compromiso y un gran esfuerzo individual. Debemos apoyarnos en la idea de que con esta acción mantendremos a salvo a la población particularmente vulnerable, muchos de ellos caros a nuestros afectos. 

Solo esperamos que al término de toda la disrupción social y económica (no sabemos cuándo, pero al parecer no muy pronto) las autoridades retribuyan adecuadamente los renunciamientos asumidos por los ciudadanos y ciudadanas haciendo lo propio, y faciliten las herramientas para recuperar la cotidianeidad. O, ¿por qué detenernos ahí? ¿por qué no apuntar a erigir un Estado de Bienestar presente ahora que descubrimos su verdadera trascendencia?

Imagen de portada: @karenarvaez29

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