Salud

COVID-19 en Paraguay (I): La identificación oportuna del peligro y la evaluación permanente del riesgo salvan vidas


Por Edgar Giménez Caballero*.

El último día del año 2019 China reportó un brote de enfermedades respiratorias causado por un nuevo coronavirus. A la Organización Mundial de la Salud (OMS) le tomó treinta días identificar el peligro de la COVID-19 para declararlo como “Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional”, según el Reglamento Sanitario Internacional, instando a los países a prepararse para prevenir y mitigar una pandemia. Ese día, el reporte de situación confirmó 7818 casos en 19 países del mundo, 7736 de ellos en China.

Las reacciones fueron diversas: “es como una gripe”, “la mayoría sólo tendrá síntomas leves”, “la letalidad es muy baja”, “hay otras enfermedades que deben preocuparnos más”. Algunos fueron más arriesgados en afirmar: “estamos preparados”.

En pocas semanas, varios países experimentaron un incremento sostenido de casos. Para marzo y abril, los fallecidos diarios empezaron a contarse de a cientos y luego de a miles. Sin tratamiento conocido y sin vacunas, los países adoptaron medidas de distanciamiento social obligatorio (cuarentena) y control de fronteras. En tres meses el impacto sanitario, social y económico de la pandemia alcanzó niveles inusitados. El mundo subestimó a la COVID-19.

Cuando se comprendió que la transmisión del virus parecía inevitable, el objetivo de salud pública que se planteó fue “aplanar la curva” para “ganar tiempo”. Aplanar la curva es prolongar en el tiempo la ocurrencia de casos, de forma tal que, en cada momento, exista el menor número posible. Esto se logra mediante un conjunto de intervenciones oportunas: autocuidado, distanciamiento social solidario, capacidad para identificar casos y contactos, capacidad de diagnóstico, control de fronteras y aislamiento digno cuando corresponda. Ganar tiempo consiste en desarrollar capacidades de prevención, amplificar la vigilancia de la salud y fortalecer la capacidad de respuesta de los servicios de salud, considerando poblaciones y territorios más vulnerables. El objetivo y el impacto de estas intervenciones dependen del momento en que se aplican y la participación de la población.

El 10 de marzo, con dos casos confirmados, el gobierno paraguayo adoptó medidas de suspensión de actividades educativas en todos los niveles, así como de eventos que aglomerasen personas. El 20 de marzo se estableció una cuarentena obligatoria que se extendió por seis semanas. Para finales de abril se habían confirmado 266 casos y diez fallecidos. En tanto, otros países que adoptaron disposiciones similares más o menos al mismo tiempo, pero en fases distintas, estaban soportando una circulación masiva del virus con miles de fallecimientos.

Durante el tiempo de cuarentena obligatoria, se ha logrado el objetivo de aplanar la curva. También el establecer un liderazgo sanitario nacional, un canal de comunicación permanente con la población y la participación social con prácticas de prevención. Otro logro importante constituyó el incremento de la capacidad de diagnóstico con la técnica de PCR de hasta mil determinaciones diarias durante el mes de abril. Estos elementos generaron un impacto positivo que se refleja en la situación epidemiológica del país. Sin embargo, quedan dudas sobre el uso del tiempo ganado para lograr resultados en todas las áreas necesarias, sobre todo en la preparación de los servicios de salud.

Reiteradamente, los gremios de médicos y enfermeras vienen reclamando la insuficiencia de equipos de protección individual. En consecuencia, los pocos casos en los hospitales generaron una exposición del personal que podría haberse evitado. La distribución de estos insumos ha sido tan limitada que numerosos profesionales de la salud han tenido que adquirirlos de forma individual.

La compra a gran escala de insumos estratégicos fue un proceso fallido. Las autoridades del Ministerio de Salud se vieron, incluso, obligadas a interrumpir su adquisición por problemas técnicos y denuncias de irregularidades. Quedan dudas sobre si las acciones para preparar y organizar los hospitales y otros establecimientos, en todos los niveles, serán efectivas al momento de recibir una gran cantidad de pacientes con síntomas respiratorios.

Paraguay, en el hemisferio sur, distante de los brotes y con poca conectividad aérea, tuvo la oportunidad de observar los acontecimientos, identificar el peligro y evaluar los riesgos considerando las características de la población y las características del sistema de salud. El conjunto de las intervenciones que se dieron de forma oportuna ha salvado numerosas vidas.

…quedan dudas sobre el uso del tiempo ganado para lograr resultados en todas las áreas necesarias, sobre todo en la preparación de los servicios de salud.

Desde el 4 de mayo el país pasó a una nueva etapa: la cuarentena inteligente. Esta desescalada, considerando sectores económicos, plantea la necesidad de una vigilancia más intensa y que la preparación de los servicios de salud se concrete. Esto es necesario hacerlo en cada territorio.

La cuarentena no cura. Paraguay ya no puede mirar desde lejos y tomarse el tiempo, pues hay una enorme cantidad de casos al otro lado de sus fronteras. Las evaluaciones tendrán que ser más dinámicas y tomar decisiones con criterio de precaución. El peligro persiste y el riesgo de brotes masivos ha aumentado.

 *Investigador Nivel I CONACYT. Docente de Salud Pública en Universidad Nacional de Concepción, Universidad Nacional de Itapúa, Universidad Católica de Itapúa, Instituto Nacional de Salud. Director de Salud de Investigación para el Desarrollo.

Imagen de portada: https://nextstrain.org/ncov/global

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