Entrevistas

“Nadie está obligado a abortar, pero si no hay ley vamos a contribuir a esa clandestinidad”


Por Lu­ci­la Ne­jam­kis*.

El jue­ves 10 de di­ciem­bre, la Cá­ma­ra de Dipu­tados de la Na­ción Ar­gen­ti­na pue­de dar me­dia san­ción al pro­yec­to de “Ley de in­te­rrup­ción vo­lun­ta­ria del em­ba­ra­zo”. En ese mar­co, Te­re­re Cóm­pli­ce en­tre­vis­tó en ex­clu­si­va a la se­na­do­ra por el Fren­te de To­dos, Nor­ma Du­ran­go, ac­tual pre­si­den­ta de la Ban­ca de la Mu­jer del Se­na­do, quien fue ade­más vi­ce­go­ber­na­do­ra de la Pro­vin­cia de La Pam­pa en­tre los años 2003-2007 y 2011-2015.

La lu­cha por la Ley de in­te­rrup­ción vo­lun­ta­ria del em­ba­ra­zo ha sido un re­cla­mo his­tó­ri­co de los mo­vi­mien­tos de mu­je­res en Ar­gen­ti­na. A lo lar­go de los años, esta ne­ce­si­dad se ha com­par­ti­do con gran par­te de la so­cie­dad. Por pri­me­ra vez, en el año 2018, el pro­yec­to de ley lo­gra ser apro­ba­do por la Cá­ma­ra de Dipu­tados con el apo­yo de un arco am­plio de miem­bros de dis­tin­tos par­ti­dos po­lí­ti­cos, sin dis­tin­ción en­tre de­re­chas, iz­quier­das o cen­tro. Sin em­bar­go, el re­vés se dio en la Cá­ma­ra de Se­na­do­res, ca­rac­te­ri­za­da por su con­ser­va­du­ris­mo. 

Dos años des­pués, el Eje­cu­ti­vo en­vía un nue­vo pro­yec­to que in­clu­ye tam­bién el tra­ta­mien­to del “Pro­gra­ma de los mil días” para com­ple­men­tar el cui­da­do de la sa­lud de las mu­je­res em­ba­ra­za­das y ni­ños has­ta los 3 años. ¿Será ley esta vez?

¿Cuál es la im­por­tan­cia de la apro­ba­ción de la ley de in­te­rrup­ción vo­lun­ta­ria del em­ba­ra­zo?

La ver­dad que no­so­tras con­si­de­ra­mos que es im­por­tan­tí­si­mo que se aprue­be la ley por mu­chas ra­zo­nes, pero so­bre todo por una fun­da­men­tal; el abor­to su­ce­de. 

Las mu­je­res que abor­tan lo ha­cen po­nien­do en ries­go sus vi­das, so­las, sin com­pa­ñía de sus fa­mi­lias, sin com­pa­ñía del Es­ta­do, en con­di­cio­nes in­se­gu­ras, clan­des­ti­na­men­te. No­so­tras cree­mos que de­ben de­jar de mo­rir en la clan­des­ti­ni­dad.

La so­cie­dad ya se ha ma­ni­fes­ta­do, y no­so­tros en Ar­gen­ti­na cree­mos que esta es una deu­da de la de­mo­cra­cia, cree­mos que la cues­tión no es el abor­to si o el abor­to no. Es una po­lí­ti­ca de sa­lud pú­bli­ca y es­ta­mos con­ven­ci­dos como toda la so­cie­dad de que el pe­di­do de abor­to le­gal, se­gu­ro y gra­tui­to es uno de los re­cla­mos cen­tra­les que te­ne­mos como mo­vi­mien­tos de mu­je­res. 

Hay una cosa que siem­pre de­be­mos acla­rar y es que esta ley no obli­ga ni re­co­mien­da abor­tar. Na­die está obli­ga­do a abor­tar. Pero si no hay ley va­mos a con­tri­buir a esa clan­des­ti­ni­dad a la que me re­fe­ría, a con­tri­buir al ne­go­cio de al­gu­nas clí­ni­cas, de al­gu­nos mé­di­cos, a la ven­ta in­se­gu­ra y ca­rí­si­ma del mi­so­pros­tol. 

Yo creo que la ley ha­bi­li­ta de­re­chos, los am­plía. En­ton­ces, lo que nos te­ne­mos que pre­gun­tar es si va­mos a se­guir sos­te­nien­do un abor­to clan­des­tino, si va­mos a de­jar las co­sas como es­tán. Por eso no­so­tras es­ta­mos con­ven­ci­das de que tie­ne que ser rá­pi­da­men­te ley, que este no es un pro­ble­ma re­li­gio­so, ni de creen­cias. In­sis­ti­mos en que es un de­ba­te de sa­lud pú­bli­ca y, como dijo re­cien­te­men­te un mé­di­co en el de­ba­te en la Cá­ma­ra de Dipu­tados, hay que pen­sar en el bien su­pe­rior.

¿Cómo cree que va a ac­tuar el Se­na­do en esta oca­sión, con­si­de­ran­do la ex­pe­rien­cia de 2018?

Bueno, el Se­na­do de la Na­ción, la­men­ta­ble­men­te, en el año 2018, por muy po­cos vo­tos no pudo con­ver­tir en ley este pro­yec­to. Sin em­bar­go, yo es­pe­ro, creo, an­he­lo que mu­chos de los que se ne­ga­ban ha­yan me­di­ta­do, re­fle­xio­na­do. In­sis­to por­que esta no es una ley que obli­gue a na­die a abor­tar, sino que lo úni­co que hace es dar li­ber­tad a las mu­je­res para de­ci­dir so­bre su pro­pio cuer­po, para de­ci­dir su pro­yec­to de vida, para de­ci­dir si quie­ren o no una ma­ter­ni­dad desea­da. Por­que es­ta­mos con­ven­ci­dos de que la ma­ter­ni­dad es desea­da o no es ma­ter­ni­dad. 

Por eso creo que las creen­cias re­li­gio­sas de­ben ser per­so­na­les y no pue­den aten­tar con­tra los de­re­chos y li­ber­ta­des de los ciu­da­da­nos y ciu­da­da­nas en este caso. Es­pe­ro que po­da­mos con­ver­tir­la en ley este año en el Se­na­do de la Na­ción. 

¿Qué pa­pel ju­ga­ron los mo­vi­mien­tos de mu­je­res en esta lu­cha? 

El pe­di­do de abor­to le­gal, se­gu­ro y gra­tui­to es uno de los re­cla­mos cen­tra­les de los mo­vi­mien­tos de mu­je­res en Ar­gen­ti­na. Lo ve­mos a tra­vés de pan­car­tas, ta­pia­les, en las re­des y, so­bre todo, en ese icono en el que se ha con­ver­ti­do el pa­ñue­lo ver­de que lo lle­van la ma­yo­ría de las mu­je­res jó­ve­nes —y tam­bién las no tan jó­ve­nes como yo, que he­mos apren­di­do que ese sím­bo­lo de la li­ber­tad de las mu­je­res es im­por­tan­te—. 

Esa ma­rea hu­ma­na que se mo­vi­li­zó y se mo­vi­li­za hace mu­chos años ha te­ni­do una in­fluen­cia fun­da­men­tal para que esto esté en la agen­da pú­bli­ca. Cree­mos que ese mo­vi­mien­to de mu­je­res, de to­das las re­gio­nes del país, de to­dos los par­ti­dos po­lí­ti­cos, de to­dos los es­tra­tos so­cia­les ha he­cho la fuer­za ne­ce­sa­ria para que hoy el Pre­si­den­te de la Re­pú­bli­ca haya man­da­do el pro­yec­to al Con­gre­so de la Na­ción. Por lo tan­to, abo­ga­mos para que sea ley.

En este con­tex­to, ¿cuál es la fun­ción del Pro­gra­ma de los mil días? 

El pro­gra­ma de aten­ción de la sa­lud en el em­ba­ra­zo y la pri­me­ra in­fan­cia tie­ne como pri­mer ob­je­ti­vo for­ta­le­cer el cui­da­do de la sa­lud de las mu­je­res ges­tan­tes y de los ni­ños y ni­ñas en la pri­me­ra in­fan­cia has­ta los 3 años. 

Es un pro­yec­to in­clu­si­vo, con pers­pec­ti­va de De­re­chos Hu­ma­nos, de jus­ti­cia so­cial. Bus­ca dis­mi­nuir la mor­ta­li­dad in­fan­til, la malnu­tri­ción y cree­mos que jun­to con la ley del abor­to está pro­te­gien­do a las mu­je­res. A unas, para que de­ci­dan lo que quie­ren ha­cer con sus cuer­pos, a las otras, a las que quie­ren se­guir con el em­ba­ra­zo, para pro­te­ger­las jun­to a sus ni­ños y ni­ñas, para que ten­gan una in­fan­cia sana y fe­liz.

Las mujeres que abortan lo hacen poniendo en riesgo sus vidas, solas, sin compañía de sus familias, sin compañía del Estado, en condiciones inseguras, clandestinamente. Nosotras creemos que deben dejar de morir en la clandestinidad.

¿Cree que de apro­bar­se ten­drá al­gún im­pac­to en la re­gión?

El im­pac­to en la re­gión va a ser muy im­por­tan­te por­que aque­llos paí­ses que to­da­vía no tie­nen le­ga­li­za­do y des­pe­na­li­za­do el abor­to, van a to­mar en cuen­ta lo que hizo la Ar­gen­ti­na, así como no­so­tros he­mos te­ni­do en cuen­ta lo que han he­cho mu­chos paí­ses del mun­do para pro­te­ger a las mu­je­res y dar­le la vida que ne­ce­si­tan y se me­re­cen. Por eso tra­ba­ja­mos mu­cho en este 2020, para que en la Ar­gen­ti­na la ley de abor­to se­gu­ro, gra­tui­to y des­pe­na­li­za­do sea ley. 

*Doc­to­ra en Cien­cias So­cia­les por la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Ai­res. In­ves­ti­ga­do­ra CO­NI­CET (Ar­gen­ti­na). Pro­fe­so­ra de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal Ar­tu­ro Jau­ret­che y la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de San Mar­tín.

Ima­gen de por­ta­da: gen­ti­le­za

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