Partidos Políticos

El apresamiento de Efraín y sus posibles impactos políticos


Por Marcos Pérez Talia.

El apresamiento de líderes políticos es una situación compleja y extrema que suele acarrear transformaciones en el panorama político. La propia transición paraguaya a la democracia, luego de la prisión decretada sobre Lino Oviedo en 1997, fue testigo de cambios políticos no solo a nivel partidario sino también nacional. Este artículo explora las posibilidades de realineamiento a partir de la entrada en prisión de Efraín Alegre.

Haciendo un poco de historia, a mediados de los noventa Oviedo tenía una carga pesada de acusaciones que iban desde el fraude a Argaña en 1992 hasta posibles vínculos con actividades ilícitas. Sin embargo, su amenaza de rebelión militar en 1996 contra el gobierno de Juan Carlos Wasmosy, al tiempo que le valió el finiquito de su carrera militar, fue el nacimiento de su proyecto político. Sus rivales solo pudieron evitar su ascenso presidencial inhabilitándole como candidato y enviándole a la cárcel. 

Lo interesante del caso, amén del análisis jurídico, son las consecuencias políticas. El encarcelamiento de Oviedo llenó de tensión el proceso eleccionario de 1998, cuyo periodo presidencial acabó de la peor manera: con el presidente Cubas Grau exiliado, el vicepresidente Argaña asesinado y la luctuosa jornada del marzo paraguayo. A nivel interno colorado se produjo una fractura con la salida de Oviedo y la fundación de su propio partido político. Eso redujo el caudal electoral de la ANR, ocasionando primero la derrota en las elecciones a vicepresidente del 2000 y, más adelante, la caída del coloradismo en 2008. 

Hace unos días, la jueza Cynthia Lovera decretó el ingreso a prisión de Efraín Alegre por una causa judicial que ni se acerca mínimamente al proceso de Lino Oviedo. Más allá del absurdo de su imputación (por la producción de facturas no auténticas durante la campaña electoral del 2018, aun cuando por ley electoral el candidato no puede ser administrador de fondos), parece claro que el trasfondo tiene ribetes políticos. 

Esta situación impacta en la imagen internacional paraguaya, cuya noticia fue replicada en un sinnúmero de portales internacionales. Efectivamente llama la atención que el presidente del principal partido opositor, y que en las últimas presidenciales de 2018 (entre paréntesis, de dudosa transparencia) quedó a menos del 4% del triunfador, hoy esté privado de su libertad por incumplimiento de una medida cautelar en una causa judicial que se asemeja a una vendetta. 

No es un hecho menor lo que sucedió con Efraín Alegre. Y viendo en perspectiva histórica, es esperable una serie de consecuencias políticas. En primer lugar, podríamos considerar su encarcelamiento como un parte-aguas o, siguiendo la jerga politológica, una coyuntura crítica. Esto sucede cuando un acontecimiento desencadena una serie de eventos que lleva a que los viejos equilibrios y patrones históricos entren en crisis y nuevos caminos se tracen. A veces, una decisión entre múltiples disponibles (por ejemplo, meter preso al principal líder de la oposición) puede acarrear consecuencias perdurables. Esta decisión crucial podría alterar los cálculos y estrategias de los actores políticos y llevar a un cambio de rumbo, es decir, a un nuevo equilibrio

Al interior del PLRA, el apresamiento de Efraín revaloriza el sentido de su lucha. Su encarcelamiento aporta épica a su causa. Lo ocurrido el jueves viene a validar su relato de que hay un país cooptado por la mafia, que sometió a sus instituciones, y que castiga con toda su fuerza a quien se oponga. Además, no hay ninguna figura liberal que pueda alcanzar su performance electoral a nivel nacional, sobre todo si usamos como referencia las elecciones generales de 2013 y 2018, así como las elecciones partidarias de 2016. Estar preso reafirma su liderazgo, como típico insider de la política, y en su partido no parece que tendrá rivales. Entonces, deviene una hipótesis plausible que estos acontecimientos eleven su popularidad, no solo al interior del liberalismo sino también al exterior, convirtiéndolo nuevamente en un candidato competitivo para el 2023. 

Ahora bien, un escenario alternativo que puede abrirse es que la cárcel o el procesamiento judicial -en caso extremo de que se prolonguen- no dejen otra opción a Efraín de también apoyar a un outsider. Si esto se da, y al final de cuentas todo el PLRA cierra filas detrás de una figura externa, sin duda alguna el partido podría conformar un proyecto político con fuertes chances para las elecciones del 2023. El problema de una reedición de la alianza del 2008 es que puede volver con las causas de inestabilidad del 2012: un outsider débil de presidente, y un partido nacional, fuerte y con aspiración de constituirse en poder, como principal base de apoyo en el Congreso. Como sea, estos son escenarios que pueden cambiar el rumbo político del país en el 2023 (aunque mucha agua vaya a correr aún bajo este puente).

El apresamiento de Efraín también puede generar incentivos para que otras fuerzas opositoras sumen sus fuerzas en una gran coalición. Primero, porque abre a otros partidos una nueva oportunidad de derrotar al coloradismo con una agenda política fresca (pero trágica al mismo tiempo) que parece repercutir y movilizar a una parte de la ciudadanía. Y, en segundo lugar, por una sencilla cuestión de autopreservación. Si al principal líder opositor le pasó eso, está claro que a cualquiera que se enfrente al statu quo le va a pasar lo mismo, lo cual genera un imán que puede atraer a campos magnéticos contrapuestos. 

Vinculado a esto puede estar otro punto de aglomeración: el cartismo. El mensaje del apresamiento de Efraín es que asociarte a Honor Colorado provee protección política y jurídica, lo cual pudo verse en otros casos con procesados que tenían todo para ir a la cárcel por varios años y sobrevivieron, como Gonzalez Daher. Existe la idea instalada de que el cartismo maneja a sus anchas la justicia, y parece bastante inmunizado frente a cualquier crítica. La sensación es que el equipo político de Mario Abdo fue tomado de sorpresa, y fue metido en un brete del que no va poder salir por un tiempo. Es muy probable que el presidente esté lejos de estar a favor de tener preso al principal líder opositor durante su mandato, y que se pase aclarando preguntas incómodas de embajadas, organismos y medios internacionales sobre el caso. Para ningún régimen que quiera llamarse democrático a nivel global queda bien tener preso a un referente político opositor, amén de que Efraín no planteaba ninguna revolución armada o propuesta de cambios radicales. Y en términos geopolíticos, el reconocimiento internacional pasa por percepciones más que por detalles jurídicos. 

Al interior del PLRA, el apresamiento de Efraín revaloriza el sentido de su lucha. Su encarcelamiento aporta épica a su causa. Lo ocurrido el jueves viene a validar su relato de que hay un país cooptado por la mafia, que sometió a sus instituciones, y que castiga con toda su fuerza a quien se oponga. Además, no hay ninguna figura liberal que pueda alcanzar su performance electoral a nivel nacional

Hay mucha tela que cortar para el 2023. Sin embargo, lo ocurrido con Efraín Alegre puede servir de punto focal de unidad de cara a reconfigurar estrategias. Los incentivos pueden estar cambiando en el tablero de ajedrez de la oposición. Hay un relato y un hecho político que genera una causa. 

Falta mucho para saber quién o quiénes serán los candidatos (o candidatas) de la oposición. Pero se instaló una agenda que puede movilizar y eso se notó en las principales tapas de diarios de los últimos días (salvo, por supuesto, en la prensa de Horacio Cartes), repercutiendo intensamente, además, en las redes sociales.

Resta hilar fino y construir… que no es poca cosa.

Fuente de la imagen de portada: ABC Color.

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