Elecciones

Trayectoria histórica del bipartidismo en las elecciones municipales: predominio total a pesar de las crisis nacionales


Por Marcos Pérez Talia.

El 10 de octubre de 2021 Paraguay va a celebrar sus séptimas elecciones municipales desde la caída de la dictadura stronista. Estas elecciones estaban originalmente programadas para noviembre de 2020, pero a causa de la pandemia causada por el covid-19, se pospusieron para 2021. Este artículo tiene como objetivo describir la dinámica de los resultados electorales de las seis elecciones municipales previas. Los datos muestran una interesante resistencia bipartidista sub-nacional a eventuales crisis políticas nacionales que tal vez pudieron haber puesto en riesgo la centralidad colorada y liberal en los municipios.

Las elecciones fundantes del proceso electoral municipal fueron las del 26 de mayo de 1991. Fue la primera elección municipal nacional con voto directo y en tiempos de libertad, aunque todavía con padrones irreales y cierta deficiencia en la organización del acto comicial. Si bien fue un gran júbilo ciudadano en todo el país poder elegir a sus autoridades locales, el epicentro de la campaña electoral estuvo en Asunción.

Tabla I. Principales resultados de las primeras municipales de 1991

Fuente: Flecha y Martini, 2019

Con una alta participación, en torno al 73%, los resultados marcaron algunas sorpresas y confirmaron ciertas tendencias. Así, se destacaron varios hechos. Primero, que Asunción no sería gobernada por los partidos tradicionales sino por el joven gremialista Carlos Filizzola, del movimiento Asunción Para Todos. Segundo, el Partido Liberal, luego de tantas décadas de persecución, proscripción y división, obtenía resultados sustanciales, principalmente en Central y Cordillera, lo cual mostraron el peso importante que dicho partido tendría en el proceso democrático que se iniciaba. Tercero, dichas elecciones reafirmaron la notable fortaleza rural de la ANR, que triunfó casi en la totalidad de los municipios de Itapúa, Ñeembucú, Paraguarí, Alto Paraná, Guairá y San Pedro.

Estas elecciones de 2021 tienen nuevos condimentos que a priori pueden poner en duda el éxito electoral, principalmente de la ANR: la mala gestión de la pandemia o la crisis interna entre Añeteté y Honor Colorado. Sin embargo, los partidos tradicionales en la arena sub-nacional han sabido ser resilientes frente a las distintas crisis nacionales. Al menos eso se observó en las seis elecciones previas.

En noviembre de 1996 se organizaron las segundas elecciones municipales aunque ya con un marco institucional muy diferente a 1991: (i) se sancionó la Constitución de 1992, (ii) se conformó el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), y (iii) se hicieron algunas reformas electorales como el nuevo Registro Cívico. Puede decirse que, a partir de allí, arrancan los tiempos de elecciones municipales libres,  y competitivas.

En las siguientes cinco elecciones se va a observar un intenso mapa bipartidista si miramos los votos recibidos por ANR y PLRA para candidaturas a la intendencia.

Gráfico I. Votos a intendentes de los partidos tradicionales (1996-2015)

Fuente: Tribunal Superior de Justicia Electoral

En las elecciones municipales parece predominar una fuerte lógica local, aunque como se realizan a mitad del mandato presidencial, hay cierto intento –desde la oposición principalmente- de convertirlas en termómetros de la política nacional. Pero a pesar de las crisis políticas que se sucedieron frecuentemente a nivel nacional, éstas no parecen, sin embargo, haber puesto en riesgo la potencia de colorados y liberales a nivel sub-nacional.

Cada elección municipal tuvo una antesala de crispación nacional o, al menos, uno de los partidos tradicionales transitaba una coyuntura crítica, lo cual fue una oportunidad para el oponente de mejorar sus resultados: (i) en 1996 la ANR vivió una fuerte crisis producto de la fractura entre Lino Oviedo y Juan C. Wasmosy, mientras que el PLRA se alió estratégicamente en muchos distritos con el Encuentro Nacional; (ii) en 2001 la política nacional presenció el desencanto ciudadano luego de la crisis del marzo paraguayo de 1999 y la escisión colorada luego del alejamiento del oviedismo; (iii) en 2006 Nicanor Duarte Frutos puso en zozobra la política nacional luego de su candidatura –según se dijo, inconstitucional- a presidente de la ANR y su intento de reforma constitucional para aprobar la reelección presidencial, mientras que la oposición ya empezaba a articularse en torno a Fernando Lugo; (iv) en 2010 la ANR participó de las municipales, por primera vez en sesenta años, desde la oposición, mientras que el PLRA, desde el poder, intentó mejorar sus números aprovechando la disponibilidad de recursos; (v) y en 2015, el PLRA regresó a la oposición, muy fracturado internamente y casi sin recursos, compitiendo frente al poder de Horacio Cartes, quien prometió teñir de rojo las municipalidades del país para avanzar en su proyecto de reelección presidencial.

A pesar de esos incentivos y restricciones, la tendencia en números absolutos siguió manteniéndose estable, según se observa en el gráfico I. Ni la fractura de la ANR con Lino Oviedo, ni la doble alternancia de 2008 y 2013, alteraron sustancialmente los porcentajes generales. Seguramente cuando se desglosen los datos por distritos aparecerán dinámicas de cambios, aunque no de modo significativo.

Gráfico II. Votos a concejales de los partidos tradicionales en algunos departamentos (2006-2015)

Fuente: Tribunal Superior de Justicia Electoral

Los votos a intendentes, al ser cargos uninominales sin segunda vuelta, suelen tener un componente de acción estratégica por parte del electorado. Por eso vale la pena observar los votos a concejalías, que en muchos casos suele ser catalogado como el voto duro de los partidos. En el gráfico II se muestran los votos a concejalías de los partidos tradicionales en, a modo de ejemplo, cuatro departamentos más Asunción, a fin de explorar algunas tendencias: (i) los porcentajes son semejantes al de intendentes, salvo en Asunción donde terceras fuerzas se han instalado con éxito, (ii) equilibro de fuerzas en Concepción, Cordillera y Central, aunque paradójicamente el PLRA suele obtener más intendencias (seguramente por el voto estratégico de opositores no colorados); (iii) leve predominio histórico del PLRA en Amambay y (iv) predominio importante de la ANR en Asunción, así como en Itapúa, Paraguarí, Caazapá, etc.

Del gráfico II llama la atención que el PLRA, al tiempo que disputa de forma competitiva con la ANR en muchos distritos, se muestra muy debilitado electoralmente en Asunción. El declive paulatino es notorio ya que en 1996 su lista a concejales obtuvo el 23%; en 2001 el 12,16% (la mitad respecto al periodo anterior), llegando al 11,8% en las últimas de 2015, sus peores números en la era democrática. Es, de cierto modo, todo un desafío en la actualidad ya que el liberalismo, luego de 15 años, volverá a tener candidato capitalino a intendente.

Estas elecciones de 2021 tienen nuevos condimentos que a priori pueden poner en duda el éxito electoral, principalmente de la ANR: la mala gestión de la pandemia o la crisis interna entre Añeteté y Honor Colorado. Sin embargo, los partidos tradicionales en la arena sub-nacional han sabido ser resilientes frente a las distintas crisis nacionales. Al menos eso se observó en las seis elecciones previas. Se aguarda con expectativa si las séptimas pueden romper la tendencia.

Ilustración de portada: Roberto Goiriz

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