Juan Bautista Lucca*
El 12 de septiembre de 2021 se realizaron en Argentina las elecciones Primarias Simultáneas y Obligatorias (PASO), que determinan las candidaturas a los cargos legislativos nacionales (127 diputados y 24 senadores), provinciales (en solo 13 distritos) y locales que se pondrán en disputa en las elecciones generales del 14 de noviembre. Planteadas originalmente para el mes de agosto, las elecciones se pospusieron para evitar el período invernal y aprestar los protocolos para votar durante la pandemia.
Cabe señalar que todos los poderes ejecutivos del mundo impusieron medidas restrictivas a las libertades poliárquicas de reunión y circulación que, extendidas en el tiempo, crisparon el humor ciudadano, debilitando claramente a los oficialismos al momento de los comicios. Esto le sucedió a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Sebastián Piñera, Andrés Manuel López Obrador o Jeanine Áñez, por poner ejemplos en América. Y la situación electoral del presidente Alberto Fernández y el oficialismo peronista del Frente de Todos (FdT) no sería una excepción, especialmente si le sumamos la deteriorada situación económica del país y el affair por la transgresión en Casa Rosada al Aislamiento Preventivo Social y Obligatorio (ASPO) para festejar el cumpleaños de la primera dama Fabiola Yañez.
Los resultados electorales cincelaron un revés electoral del FdT sin precedentes, por varios motivos: primero, porque perdió a nivel país cuatro millones de votos en comparación con el triunfo logrado en el 2019; segundo, porque desmejoró profundamente su desempeño en los distritos que asignan más bancas en la Cámara de Diputados (Provincia de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba) poniendo en riesgo su posición predominante; tercero, porque en 6 de las 8 provincias que renovaban un tercio de la Cámara de Senadores, los candidatos peronistas fueron derrotados, abriendo la posibilidad de perder la posición mayoritaria que sostienen desde 1983. Por último, porque los resultados electorales desestabilizan la coalición gobernante y estresan las posiciones de liderazgo del espacio, ya fuere porque el presidente se hace cargo de la derrota y busca revertir la opinión electoral reforzando su liderazgo por sobre el resto de las fuerzas que lo secundan, o bien el kirchnerismo fuerza una torsión en las políticas públicas del gobierno recordándole que la posición mayoritaria —y el liderazgo real— corresponde a Cristina Fernández de Kirchner, dejando al presidente en una posición aún más debilitada.
El último ganador en estas elecciones son las fracciones de ultra derecha que, desde el debate sobre el Aborto Legal Seguro y Gratuito en el 2018, han comenzado a crecer exponencialmente en torno a la implantación de sus consignas, sus candidaturas e incluso sus expresiones partidarias, como las del grupo libertario “Avanza Libertad” que obtuvo en la CABA el 13,6% de los votos en la lista que encabeza Javier Milei, y el 4,9% en la lista homónima que lideraba José Luis Espert en la Provincia de Buenos Aires.
Independientemente de la encrucijada política que enfrenta el gobierno, los resultados de las PASO muestran que el éxito rotundo correspondió a los espacios políticos de la oposición, especialmente dentro de la coalición de Juntos Por el Cambio (JxC), en la cual: por un lado, el PRO logró amurallar su predominio en CABA con la candidatura de María Eugenia Vidal y colocar sus candidatos propios en posiciones exitosas en las provincias de la pampa húmeda, como es el caso de Diego Santilli en la Provincia de Buenos Aires y Rogelio Frigerio en Entre Ríos; y, por el otro, el radicalismo —en tanto socio secundario de la coalición— tuvo una elección descomunal tanto en las provincias del interior en las que colocó a sus propios candidatos, como en la Provincia de Buenos Aires con la candidatura de Facundo Manes, emplazándolos en una posición de fuerza y paridad dentro de la coalición de cara a las definiciones futuras para las presidenciales del 2023.
Sin embargo, estas elecciones también fueron provechosas para las oposiciones en los extremos del espectro ideológico, avizorando un nuevo sistema de partidos con dos fuerzas mayoritarias que disputan el centro (FdT y JxC) y dos fuerzas menores que ocupan los extremos de la izquierda y la derecha. Esto se debe a la gran elección del Frente de Izquierda (FIT), que conquistó cien mil votos más que en el 2019 en la Provincia de Buenos Aires (el 5,2% de los votantes) y tuvo un gran desempeño en distritos como Jujuy, Neuquén o Chubut, que le permitieron posicionarse como tercera fuerza a nivel nacional con el 5,8% de los votos.
El último ganador en estas elecciones son las fracciones de ultra derecha que, desde el debate sobre el Aborto Legal Seguro y Gratuito en el 2018, han comenzado a crecer exponencialmente en torno a la implantación de sus consignas, sus candidaturas e incluso sus expresiones partidarias, como las del grupo libertario “Avanza Libertad” que obtuvo en la CABA el 13,6% de los votos en la lista que encabeza Javier Milei, y el 4,9% en la lista homónima que lideraba José Luis Espert en la Provincia de Buenos Aires.
Aunque el resultado de las generales de noviembre es aún impredecible, hay que tener en cuenta que la participación fue elevada para el marco de una contienda en pandemia (68% de la población), pero inferior a lo que habitualmente es el promedio de votantes en las PASO y las generales, en las cuales vota —en promedio—el 80% de la ciudadanía. Por ello, hay un 10% de la ciudadanía que aún resta por manifestarse, sumado a todos los votos que fueron para las opciones partidarias que no superaron la barrera electoral del 1,5% (aproximadamente 140 de las 280 listas que compitieron para diputados y 54 de las 101 que lo hicieron para senadores).
Como corolario, queda a las claras que el factor “Anti-Macri” que imantó al peronismo en el 2019 parece haberse desdibujado en estas elecciones PASO 2021, no solo porque un sector del peronismo (otrora Duhaldista, Disidente o Anti-K) jugó abiertamente en las provincias del interior contra el FdT, sino también porque los sectores críticos de izquierda y de ultra derecha —gracias al carácter proporcional de la elección— se despegaron de la “Grieta” entre el Macrismo y el Kirchnerismo que impera desde 2008. En conclusión, aunque la inercia y tendencia entre las PASO y las generales no suele revertirse, sí es habitual que las distancias se aplanen entre las opciones mayoritarias. Empero, resta por conocer si el hastío a la pandemia y el auge opositor pueden doblegar la primavera distributiva que —se supone— pondrá en juego el oficialismo en los meses venideros —si y solo si logra sobreponerse a sus propios pandemonios.
Fuente de la imagen: Lissette Salguero
* Juan Bautista Lucca es Doctor en Ciencias Sociales (FLACSO), Máster en Estudios Latinoamericanos (Universidad de Salamanca), Diploma Superior en Pensamiento Social Latinoamericano y Caribeño (CLACSO), y Licenciado en Ciencia Política (UNR).