Elecciones

¿Alianza o concertación? Desafíos de la oposición frente al coloradismo unido


Por Marcos Pérez Talia.

La política paraguaya está fuertemente dominada por los partidos tradicionales, aunque con especial énfasis por el Partido Colorado. La ANR ha sabido gobernar tanto en dictadura como en tiempos democráticos. Su fortaleza organizativa y financiera, sumado a la fuerte identificación ciudadana con el partido, ha hecho que, al contrario de lo que ocurrió en la región, haya podido sortear exitosamente las elecciones municipales de 2021 en plena crisis pandémica. El desafío de la oposición en 2023 no es menor ya que enfrente se encuentra un partido político que casi no tiene parangón en América Latina. Este artículo propone una mirada a las alternativas electorales (alianza o concertación) que posee la oposición para alcanzar su objetivo de lograr una nueva alternancia.

En primer lugar, cuando se habla de “oposición” pareciera que se refiere a un cuerpo relativamente organizado, homogéneo y con vocación aliancista. Esta idea, sin embargo, está muy alejada de la realidad. La oposición paraguaya o, mejor dicho, las oposiciones, son grupos heterogéneos y diferenciados no solo por ideología sino también por estrategia y praxis política. A lo largo de la era democrática no siempre se presentaron unidos, tal como se muestra a continuación:

Tabla I. Mapa de la dinámica opositora entre 1989 y 2018

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Justicia Electoral

La tabla I muestra que la oposición tuvo distintas estrategias y fórmulas en las últimas décadas, aunque el espíritu aliancista pareciera que se va consolidando a medida que transcurre la democracia. Parece claro que, frente a la potencia electoral del Partido Colorado, el único camino al éxito pasa por ampliar y consolidar el espacio vital opositor. Esto es, una arena de convergencia y representación de distintas expresiones políticas de la oposición. En ese sentido, el cómo es fundamental.

La concertación, por otra parte, tiende a abrir más los formatos de decisión. Es más difícil que un pacto político defina todo.  En una concertación cualquier movimiento o actor político puede presentarse, competir por los cargos en disputa y minimizar cualquier intento de las cúpulas partidarias de orientar su derrotero. Con el agregado de que la selección de los candidatos -en caso de que la modalidad sea votación interna- se decide con el padrón de todos los partidos integrantes de la concertación.

El sistema electoral paraguayo permite a los partidos políticos competir en forma conjunta a través de dos modalidades: alianzas o concertaciones. Las alianzas (modalidad incluida en el Código Electoral de 1996) funcionan como pactos políticos entre partidos, de forma temporal, para competir en una elección determinada. El acuerdo fenece apenas la Justicia Electoral declare los resultados de las elecciones.

En cambio, la concertación (aprobada por ley recién en 2007) ya no es solo un pacto político entre partidos sino una organización político-electoral, que puede durar más allá de las elecciones para la cual fueron creadas. La ley 3212/07 que regula su existencia señala, además, que la concertación tiene como objetivo competir en elecciones y también formar y administrar futuros gobiernos. Ese es un factor clave, teniendo en cuenta la morfología heterogénea y disímil de la oposición.

En la dinámica de selección y formalización de candidaturas se observa otra ventaja. En las alianzas, la integración de la fórmula presidencial queda, relativamente, restringida a los mecanismos de elección de los partidos que postulan a candidatos a presidente y vicepresidente. O sea, dependerá de la práctica elegida por éstos, tales como elecciones internas o acuerdos a nivel de dirigencia. La Tabla II indica cómo en 2008 la dirigencia progresista eligió a Fernando Lugo como candidato presidencial y el PLRA optó por Federico Franco mediante primarias en donde sólo los liberales pudieron votar. En 2018, con la fórmula invertida (presidencia para el PLRA y vicepresidencia para el FG), la modalidad fue la misma. El PLRA optó por Efraín Alegre mediante internas restringidas solo para liberales, y el progresismo por Leo Rubín mediante un mero acuerdo dirigencial. La función de los demás partidos en la decisión de las candidaturas fue más bien pasiva frente a la de los partidos que integraron las fórmulas (y cuyos miembros decidieron por toda la alianza). En suma, las alianzas tienden a tener un importante grado de decisión a nivel de cúpulas.

Tabla II. Conformación de las alianzas opositoras en 2008, 2013 y 2018

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Justicia Electoral

La concertación, por otra parte, tiende a abrir más los formatos de decisión. Es más difícil que un pacto político defina todo.  En una concertación cualquier movimiento o actor político puede presentarse, competir por los cargos en disputa y minimizar cualquier intento de las cúpulas partidarias de orientar su derrotero. Con el agregado de que la selección de los candidatos -en caso de que la modalidad sea votación interna- se decide con el padrón de todos los partidos integrantes de la concertación.

En tiempos de desconfianza extrema hacia los partidos y sus cúpulas, como se observa en el siguiente gráfico, cobra más sentido la formalización de la concertación dado su perfil aperturista y más democrático:

Gráfico I. Confianza en los partidos políticos en Paraguay (1996-2020)

Fuente: Bases de datos de Latinobarómetro. Disponible en línea: https://www.latinobarometro.org/latOnline.jsp

Además, la figura de la concertación puede contribuir con dotar de mayor gobernabilidad a un proyecto político colectivo (a diferencia del periodo 2008-2012). La concertación, según el Art. 1 de la ley 3212/07, goza de autonomía administrativa y normativa para la gestión de sus intereses. En ese sentido, la concertación brinda la oportunidad de regular de antemano las reglas de juego para las competencias internas y la gestión de sus recursos (método de selección de candidaturas, padrones, financiación, etc.), así como para lidiar con los conflictos internos que surjan entre sus partes.  La experiencia del gobierno Lugo-Franco constituye un aprendizaje sobre estas dinámicas y muestra importantes desafíos del espacio opositor. Por citar algunos, las formas de interlocución con la sociedad, el método de reparto de poder, el mecanismo interno de resolución de conflictos y la forma de decidir la sucesión presidencial.

El contexto de desconfianza hacia los partidos hace necesario que éstos sean más democráticos y abiertos a la ciudadanía. En ese sentido, la figura de la concertación puede generar un ambiente más propicio para acercar y concertar voluntades que se sospechan y se desconfían entre sí.

Generar una identidad colectiva opositora, amén de la diversidad de miradas que aportan Efraín Alegre, Hugo Fleitas, Martín Burt, Kattia González, Sebastián Villarejo y Sixto Pereira, es el primer desafío. Las herramientas jurídicas están; se aguarda voluntad, consenso y acción.

Imagen de portada: redes sociales de Guillermo Ferreiro

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