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Dudas sobre la calidad de la formación médica y una posible solución


Por Juan Manuel Invernizzi-Prats*

Actualmente existe un debate con tono elevado sobre si las más de cuarenta carreras de medicina en el país ofrecen médicos competentes para cumplir con sus funciones en el sistema de salud. Esto se debe a que la calidad de la enseñanza en estas carreras está profundamente cuestionada.

Ahora bien, ¿cómo le damos solución a este problema? Existen algunas voces que plantean dejar de habilitar carreras nuevas o incluso cerrar las existentes que incumplan con determinados criterios de calidad.  También existen otros sectores que apuntan a que nuestro país, e incluso países de la región que envían estudiantes a Paraguay, todavía necesitan más médicos y, por lo tanto, el problema no se resolvería cerrando carreras.

En este artículo quiero repasar la problemática existente y luego apuntar a una posible solución que no pasa solo por la discusión sobre habilitar o no nuevas carreras. En otras palabras, aquí fundamento que lo realmente pertinente pasa por introducir cambios en el sistema que puedan validar el conocimiento de los egresados y egresadas de todas las carreras de medicina del país, antes de la obtención del registro profesional, de manera a agregar un mecanismo de control tras el egreso de los estudiantes. Esto podría servir realmente para evaluar cuáles carreras son mejores que otras, así como dejaría sin registro a los egresados que no alcancen estándares mínimos que sí deberían discutirse entre todos los sectores relevantes en este tema.

Hoy existen 43 carreras, con lo cual tenemos alrededor de cuatro mil egresados al año, que luego ofrecen sus servicios a la ciudadanía. Al no haber un claro control de calidad sobre qué tipo de profesionales se están formando, la situación podría estar generando problemas de salud pública.

Primero recordemos que el problema de la habilitación masiva de carreras es un tema reciente. Tras la creación de la carrera de medicina de la Universidad Nacional de Asunción en 1889, por casi un siglo tuvimos solo esa carrera, hasta que en 1989 se sumó la Universidad Católica (sede Villarrica). Desde entonces, ante la necesidad de contar con mayor cantidad de médicos, se han creado sucesivas carreras de medicina de gestión privada y pública, aunque sin un control riguroso sobre sus condiciones de calidad para la formación de médicos competentes.

Hoy existen 43 carreras, con lo cual tenemos alrededor de cuatro mil egresados al año, que luego ofrecen sus servicios a la ciudadanía. Al no haber un claro control de calidad sobre qué tipo de profesionales se están formando, la situación podría estar generando problemas de salud pública. Por ejemplo, un médico podría estar realizando malos diagnósticos por desconocimiento teórico básico y por lo tanto malos tratamientos o tratamientos desactualizados. Podría también no conocer a profundidad como afecta una droga al paciente y recetar un analgésico o corticoides por más tiempo de lo recomendado, provocando daños graves en el paciente que lo consuma.

Esta baja calidad de la formación médica puede deberse a varios factores. El Circulo Paraguayo de Médicos y la Academia de Medicina del Paraguay han señalado que la infraestructura para los espacios de prácticas es deficitaria, con lo cual los estudiantes no podrían observar la cantidad de  enfermedades suficientes para comprenderlas de manera óptima, además de posibles riesgos en la bioseguridad de los pacientes por casos de aglomeración de estudiantes. También apuntaron a que los docentes no están suficientemente capacitados para impartir cátedras, pues no son especialistas en el área en la cual enseñan o tienen poca o nula formación en educación. A todo esto, hay que sumar que los datos oficiales sobre los procesos de formación son insuficientes.

Por estas razones, un paso necesario (entre tantos otros) es contar con mejores registros de los estudiantes, docentes y procesos académicos (como las prácticas) que pasan por las diferentes carreras del país. El Consejo Nacional de Educación Superior se encuentra elaborando un sistema de Registro Único del Estudiante (RUE) y de Registro Único de Docentes, conjuntamente con el Viceministerio de Educación Superior, mientras ha suspendido la habilitación de nuevas carreras de medicina. Por su parte la Dirección Nacional Estratégica en Recursos Humanos en Salud (DNERHS) está por aplicar un sistema de seguimiento de prácticas supervisadas. Esto permitiría, por ejemplo, evidenciar en que regiones del país los centros de prácticas se encuentran saturados de estudiantes, conocer si existen estudiantes que “simulan” realizar prácticas, o evidenciar si un docente presenta una carga horaria de cumplimiento imposible por estar vinculado a varias instituciones en simultaneo. Así también, se podrá conocer el perfil de los docentes que declara cada carrera.

Más allá de estas iniciativas, persiste un problema central a resolver en nuestro país: los estándares para el registro profesional de un médico son muy bajos. Según el procedimiento del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPYBS), para la expedición del registro profesional de un médico, el documento más importante es el título registrado en el Ministerio de Educación y Ciencias. Pero, la presentación de un título de médico, en un contexto de calidad de enseñanza en duda, no puede ser suficiente para la expedición del registro profesional, hoy un mero trámite a cumplir. Aquí hay una oportunidad para saldar esta situación en la que nos encontramos hoy.

El MSPYBS debe ampliar el criterio de exigencias para expedir el registro. No puede seguir dependiendo solamente de la expedición de un título. Existen experiencias interesantes en otros países con requerimientos más amplios, que pueden servirnos de orientación.

Más allá de estas iniciativas, persiste un problema central a resolver en nuestro país: los estándares para el registro profesional de un médico son muy bajos.

En Estados Unidos, por ejemplo, para obtener la licencia es necesario aprobar un examen que consta de pasos donde se evalúan conocimientos básicos y clínicos, así como habilidades específicas de abordaje de pacientes.  En Chile, para ejercer la medicina en el sistema público de salud se debe aprobar un examen que cuenta con dos pasos, uno de conocimientos teóricos y otro de habilidades prácticas.

En Paraguay,  con sus luces y sombras, ya existen experiencias que nos pueden servir. El examen de conocimientos de la Comisión Nacional de Residencias Medicas (CONAREM), es la evaluación que realizan los médicos que desean realizar una especialización médica, por medio del sistema de residencias con mayor oferta de plazas del país. De esta manera un médico puede, luego de años de formación, ser cardiólogo, clínico o cirujano, entre otras especialidades. Esta experiencia ha tenido sus críticas por el hecho de que básicamente solo evalúa conocimientos antes que habilidades. Además, aunque uno no pase por esa evaluación, puede seguir ejerciendo medicina.

Es en este punto donde el Ministerio de Salud debe realizar un análisis de las experiencias que tenemos a la luz, nacional e internacionalmente, y plantear el diseño y la implementación de un “Examen Nacional de Medicina”. Este instrumento podrá contribuir con una solución a la problemática en la que nos encontramos, podrá tener estándares medibles, transparentes y objetivos, y unificará con criterios mínimos la calidad que el país requiere para sus médicos.

El debate sobre qué hacer con las carreras de medicina está instaurado. La educación médica en tiene la brillante oportunidad de hacer un giro radical y ser el ejemplo de que se pueden hacer bien las cosas en el país, proponiendo salidas creativas a la situación en la que nos encontramos.

*Medico, Especialista en Medicina Interna y Docente

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