Por Alejandra Najenson*
El domingo 30 de junio de 2024 se desarrolló la primera vuelta de las elecciones de candidatos a diputados de la Asamblea Nacional francesa, luego de que el presidente Emmanuel Macron disolviera el cuerpo legislativo. La decisión fue la respuesta política de Macron al resultado de las elecciones europeas del 9 de junio, cuando impactó el gran resultado de la derecha nacionalista o extrema derecha, encolumnada detrás del delfín de Marine Le Pen, Jordan Bardella.
El presidente francés buscó interpelar a su población para plebiscitar su liderazgo. “Cuando el 50% de los franceses vota por los extremos, y tienes una mayoría relativa en la Asamblea, no puedes decirles ‘seguimos como si nada’”, declaró Macron el 12 de junio. “Quiero que haya un gobierno que pueda actuar para responder a su ira, a sus urgencias”, agregó seguidamente el jefe de Estado.
La apuesta de Macron fue salir victorioso intentando ubicarse como la única opción moderada frente a la posibilidad de que dos opciones extremistas, una de derecha, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, y otra de izquierda, La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon (hoy parte del Nuevo Frente Popular -NFP- que agrupa a partidos de izquierda y extrema izquierda), puedan colocar un primer ministro si se imponen en las legislativas.
En este punto, hay que recordar que, después de haber tenido, durante su primer mandato, una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el reelecto presidente no alcanzó en 2022 sino una mayoría relativa, que lo obligaba a realizar negociaciones políticas con aliados eventuales, desgastando desde el comienzo su segundo quinquenato. La disolución de la Asamblea sería una jugada arriesgada para intentar lograr una nueva mayoría absoluta.
Algunos analistas, sin embargo, consideran que la jugada busca forzar un gobierno de Jordan Bardella, un joven sin experiencia en responsabilidades ejecutivas, para que su eventual fracaso relance la iniciativa política del macronismo.
Bardella, u otro que conforme mayoría después del 7 de julio (segunda vuelta electoral), podrá ser primer ministro y gobernar en el contexto de los Juegos Olímpicos de París, un desafío de organización, económico y de seguridad.
Recordemos por qué en Francia es posible tener un presidente de un partido (Macron en este caso) y un primer ministro de otro partido (Bardella, como podría darse). El régimen político francés establecido desde la fundación de la V° República (1958) es de tipo semi-presidencial, que presenta características propias del régimen presidencial y del parlamentario. El presidente, elegido por sufragio universal directo, marca las grandes líneas de la política interior y exterior. También nombra al primer ministro y a los ministros del gabinete, los cuales son responsables políticamente ante la Asamblea Nacional.
Sin embargo, en un régimen como el francés, si el presidente no cuenta con mayoría legislativa, está forzado a nombrar a un primer ministro de la fuerza mayoritaria, situación denominada “cohabitación”. Esta posibilidad ya se dio en tres oportunidades, la más reciente entre 1997 y 2002, con Jacques Chirac (derecha tradicional) como presidente y Lionel Jospin (socialista) como primer ministro.
En esta oportunidad, sería la primera vez que, eventualmente, la denominada extrema derecha alcance responsabilidades en el gobierno nacional. Aunque obtuvo el primer lugar en la primera vuelta el 30 de junio, el método de elección por circunscripción uninominal a dos vueltas ha funcionado hasta ahora como un límite para que el lepenismo alcance el poder.
En la primera vuelta, Agrupación Nacional (RN) de Le Pen obtuvo el 33% de los votos, seguido por el NFP con 28%, que coaliga a La Francia Insumisa, el Partido Ecologista, el Partido Socialista, el Partido Comunista Francés y otras agrupaciones de centro y de centro-izquierda, dejando en tercer lugar al macronismo con su partido Renacimiento (RE) con 20%, y en cuarto a Los Republicanos (LR, conservadores) con 7%. La participación no obligatoria llegó a casi el 70%.
A la segunda vuelta (cuando ningún candidato logra superar el 50% en cada circunscripción), a diferencia de varios países, como Argentina o Brasil, en Francia logran pasar aquellos que obtengan más del 12,5% de los votos. No obstante, este 7 de julio, muchos candidatos del NFP y de RE, que lograron pasar al segundo turno quedando en 3er o 4to lugar, decidieron retirarse de la competencia para hacer barricada al Rassemblement National de Le Pen.
En este sentido, el presidente Macron declaró, luego de conocidos los resultados del 30 de junio, que desea un “gran acuerdo claramente democrático y republicano” para el segundo turno, apelando a un nuevo frente “de hecho” entre RE y NFP, e instando a que los candidatos que estén en tercera y/o cuarta posición se retiren de la competencia. Esa misma noche, Mélenchon se pronunció en forma similar: “nuestras instrucciones son simples, directas y claras: ni un voto, ni un escaño más para la RN”, y anunció que todos aquellos de LFI que no hayan quedado en 1er o 2do lugar desistirían de competir la semana siguiente.
En cuanto a Los Republicanos, estos se niegan a llamar a votar contra la extrema derecha y lo mismo sucede con algunos miembros de Rainassaince, como el ministro de Economía Bruno Le Maire, sobre todo porque rechazan la posibilidad de hacer frente común con los melenchonistas. Macron, no obstante, aseguró que la estrategia conjunta de “retirarse” para hacer frente al lepenismo no significa “aliarse”.
El contexto europeo favorece la elección de partidos de extremos. El aumento significativo del costo de vida debido a la guerra ruso-ucraniana y las consecuencias directas de dicho enfrentamiento han incrementado el descontento social. Mientras Macron representa el statu quo, tanto NFP como RN tienen programas económicamente nacionalistas y estatistas. La diferencia entre la extrema izquierda y la extrema derecha parece concentrarse hoy en las cuestiones societales. Mientras que NFP defiende el acceso a los derechos sociales de todos los habitantes de Francia, RN busca limitar el ingreso de inmigrantes, su acceso a la ciudadanía (eliminando el derecho de suelo y restringiendo el acceso a la naturalización), tiene un discurso extremo nacionalista y a favor del laicismo.
Pese a que se los suele ubicar en un mismo campo político internacional, RN se encuentra, para comparar con un caso latinoamericano, en la vereda opuesta del programa de presidente argentino, Javier Milei, ya que este último busca desmontar el Estado, mientras la extrema derecha francesa busca protegerlo, aunque limitarlo a los ciudadanos: un Estado de bienestar con prioridad nacional.
Desde que Marine Le Pen tomó el liderazgo de RN en 2011, ha trabajado en la “desdiabolización” del partido, buscando alejarlo de la ideología antisemita, xenófoba y ultraliberal de su padre y fundador, Jean-Marie. Desde entonces, el espacio político ha crecido progresivamente, pasando de un partido de impugnación a uno de aspiraciones efectivamente gubernamentales, logrando participar del ballotage presidencial en las últimas dos elecciones al Eliseo (2017 y 2022). El gráfico 1 muestra el desempeño electoral en elecciones presidenciales del partido de ultraderecha francés desde 2002 a 2022 (como Frente Nacional hasta 2018 y, desde entonces, Agrupación Nacional).
Gráfico 1 : Evolución del desempeño electoral del Frente Nacional/ Agrupación Nacional en elecciones presidenciales (en cantidad de votos recibidos).
Fuente: Ministerio del Interior y de Ultramar de Francia.
Un punto importante que probablemente sumó a la normalización de RN es su pronunciamiento a favor de la existencia y derecho a la legítima defensa del Estado de Israel después del 7 de octubre de 2023, cuando gazatíes se infiltraron en territorio israelí para cometer actos de terrorismo. Mientras que el macronismo, fue moderando su discurso, RN mantuvo su posición a favor de Israel. Por otro lado, el melenchonismo denuncia un genocidio en Gaza y llama a un alto el fuego inmediato. Más allá de las repercusiones internacionales, en Francia, luego del 7 de octubre se desató una ola de antisemitismo, que tiene repercusiones electorales.
El progresivo éxito electoral de RN es la contraparte del giro identitario o comunitarista de parte de la izquierda francesa, donde muchos de sus representantes defienden consignas que colisionan con el tradicional laicismo francés, en la búsqueda de interpelar a nuevos sujetos sociales surgidos de la inmigración. Por su parte, es el amplio espectro de la derecha, en sus versiones de centro, conservadora y nacionalista, el sector que reivindica hoy la vigencia de una tradición republicana laica, garante de los más amplios derechos individuales y las garantías de libre expresión.
Las elecciones legislativas en Francia reflejan no solo las tensiones internas y el descontento social, sino también el impacto de la situación internacional en la política doméstica. La primera vuelta ha demostrado un significativo apoyo a la extrema derecha, pero la segunda vuelta será crucial para definir el futuro político del país y la iniciativa política del presidente Macron.
* Socióloga (UBA), máster en Estudios políticos y Sociología cuantitativa (EHESS), investigadora del CIIS, consultora.
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