Educación

La parte “científica” de BECAL


Por Montserrat Fois*

 En un artículo publicado recientemente, Guillermo Cabral escribe lo que considera “la parte fea de BECAL”. Más allá de lo problemático que resulta calificar una política pública como “fea o linda”, quisiera poner en duda esta afirmación, a mi criterio, excesivamente superficial. 

Como diría P. Bourdieu, “preguntar es oponerse a la opinión naturalizada” y, por lo tanto, oponerse a ella es ahondar en la realidad y considerar sus múltiples dimensiones. Cabral no realiza ese ejercicio crítico. En su artículo plantea afirmaciones disfrazadas de evaluación crítica del programa BECAL, sin considerar que forma parte de una política pública más amplia para fomentar el desarrollo y la producción científica en Paraguay. Ignorando la complejidad del objetivo de BECAL, Cabral eligió avivar el sensacionalismo al tratar aspectos de la vida de ciertos/as becarios/as y dar insumo a grupos políticos y económicos que buscan eliminar el subsidio a la ciencia.

Estas “soluciones” no son formulitas matemáticas “inocentes” y carentes de posicionamiento ideológico y político. En última instancia, la propuesta responde a una idea de Estado chico donde el “otro” es siempre un gasto…

La política paraguaya de ciencia y la tecnología (CyT) tiene sus impulsos iniciales en 1997 con la creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Con avances muy tímidos, recién en 2011 el CONACYT hizo una apuesta mayor estimulando la investigación científica con el Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores (PRONII). El PRONII se trazó como objetivo apoyar a los/as investigadores/as mediante su categorización a partir de su producción científica y el otorgamiento de incentivos económicos según la categoría de cada uno/a. Más tarde, en 2013, se implementó PROCIENCIA, con el objetivo de aumentar las capacidades de investigación científica a fin de mejorar la productividad y competitividad del país. Uno de sus cuatro ejes es, precisamente, el fortalecimiento del capital humano para la investigación.

En este marco general de promoción de la CyT se ubica BECAL. Tal como especifican sus objetivos, busca contribuir al aumento de los niveles de generación y aplicación de conocimiento en las áreas de ciencia y tecnología. Entre otros objetivos específicos, se coloca aumentar la cantidad de investigadores con doctorado y maestría en áreas de CyT.

Sin embargo, omitiendo todo esto, Cabral abre sus críticas observando que hay becarios que viajan por toda Europa con dinero público. Así, más preocupado en la vida personal de algunos/as becarios/as antes que en su desarrollo científico y/o académico, se pregunta si en un país con tantas necesidades básicas insatisfechas podemos permitirnos destinar dinero a estas becas. Su respuesta es clara: Paraguay no puede darse “el lujo” de esta modalidad de becas.

…el desafío real es transformar un ámbito de producción de conocimiento muy reducido, restrictivo y todavia dependiente del voluntarismo de las personas dedicadas a la investigación científica.

Plantea entonces la alternativa de una especie de impuesto a los becarios que retornan. ¿Qué implica esta propuesta? Nada menos que las/os investigadoras/es asuman el pago de los costos de la beca, sumando peso a la ya complicada obligación de aportar al desarrollo científico en Paraguay. Estas “soluciones” no son formulitas matemáticas “inocentes” y carentes de posicionamiento ideológico y político. En última instancia, la propuesta responde a una idea de Estado chico donde el “otro” es siempre un gasto, propuesta que esconde dos cosas: uno, que generalmente las personas cuestionadas por beneficiarse de politicas publicas pertenecen a sectores que justamente necesitan politicas públicas para desarrollarse (como el ambito cientifico en cualquier país serio); y dos, que esta regla no aplica a sectores poderosos, como empresarios agropecuarios, que se benefician cotidianamente de vastos recursos públicos, subsidios directos e indirectos, y no pagan impuestos.

Frente a ese discurso, resulta necesario analizar con mayor profundidad por qué BECAL resulta importante, más allá de los viajes que quizá algunos de sus becarias/os realicen. Por ello, quisiera centrarme en solo un par de elementos de los tantos que podrían mencionarse.

En primer lugar, la inversión de Paraguay en investigación y desarrollo (I+D) en relación al PIB alcanzó en 2015 el 0,13%. Esta inversión se ubica entre las más bajas de la región, muy por debajo de Argentina (0,63%), Brasil (1,27%) y Uruguay (0,36%). También en 2015, Paraguay tenía solo 0,53 investigadores/as por cada mil habitantes. Muy por debajo de Argentina, con casi 5, Brasil con 2,51 y Uruguay con 1,48.

En segundo lugar, el ámbito de producción de conocimiento científico-tecnológico se vincula directamente con el modelo de desarrollo de cada país. En ese sentido, Paraguay posee un aparato productivo subordinado a la exportación de commodities,  con un mercado laboral sumamente precarizado en terminos regionales (al punto que se lo publicita como “ventajas competitiva”) y con la presión tributaria más baja de la región. En dicho modelo, el conocimiento ocupa un lugar marginal, con recursos limitados, infraestructuras escasas y exigua fuerza laboral capacitada. Esto se traduce, entre otras cosas, en un casi nulo desarrollo de políticas públicas basadas en evidencias científicas y en que el país permanezca distante de la tan anhelada transición a una economía del conocimiento.

Si no se generan políticas para fomentar decididamente las CyT, este panorama no cambiará. Al mismo tiempo, las pocas personas que se dedican a la ciencia terminarán abandonando la investigación en busca de mejores posibilidades laborales.

Con todo lo apuntado: ¿sigue siendo buena idea imponer una devolución monetaria a los científicos/as beneficiados/as con BECAL? Este pago será, finalmente, un impuesto para quienes ya cargan con la titánica tarea de investigar en un país con innumerables dificultades para hacerlo. Limitaciones de recursos, infraestructura y un casi inexistente mercado laboral en el campo de la producción del conocimiento ya son suficientemente desestimulantes. En definitiva, el desafío real es transformar un ámbito de producción de conocimiento muy reducido, restrictivo y todavia dependiente del voluntarismo de las personas dedicadas a la investigación científica. Querer no es poder. El desarrollo cientifico no puede depender de los posibilidades individuales de quienes ejercen la investigación. Para crecer, las ciencias deben contar con un apoyo decidido del Estado.

Si el problema es el subsidio en un pais de limitados recursos, empecemos por considerar que ningún sector se ha beneficiado tanto de los subsidios explícitos o velados como los empresarios de la soja y la ganadería. Estos cuentan con ínfimas tasas de impuesto a la renta, la exoneración del IVA e irrisorios Impuestos Inmobiliarios calculados sobre un valor fiscal muy alejado de los valores reales de las tierras. Como muestra vale un botón: el 52 % de la deuda de Petropar, unos 140 millones de dólares, es consecuencia de subsidiar la producción y el transporte de soja.

El problema de Paraguay no son las becas de posgrados con las que actualmente cuentan un poco más de 900 estudiantes. Claro que existen decenas de críticas que pueden hacerse a BECAL (procesos de selección, perfil de becarios/as, reinserción de investigadores/as, etc.), pero bajo ningún punto de vista deberíamos caer en reduccionismos mirando la realidad desde la ventana.

Finalmente, más allá de los viajes que puedan realizar o no algunos/as becarios/as, lo que si resulta preocupante es que en un país que necesita enormemente desarrollar su infraestructura, talentos e institucionalidad en el campo de la ciencia, se cuestione una incipiente politica publica que ha surgido en el sentido correcto. Lo que realmente debería preocuparnos es el futuro de la ciencia en Paraguay, pues allí nos jugamos la posibilidad de ser una sociedad que produzca los conocimientos necesarios para su desarrollo.

 

* Licenciada en Ciencias Políticas (UCA), Doctoranda en Antropología Social (UBA).

** Ilustración de portada: Cartel del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, María del Álamo Ortega.

 

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8 thoughts on “La parte “científica” de BECAL

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