Por Gustavo Codas* y Lucio da Costa**.
La principal batalla de nuestro continente se libra actualmente en Venezuela. Si Donald Trump y sus aliados triunfan, las consecuencias políticas y económicas para nuestros pueblos serán terribles y duraderas. Para detener el proceso que busca convertirnos nuevamente en el “patio trasero” de los EEUU, la resistencia del pueblo venezolano junto al gobierno del presidente Nicolás Maduro es fundamental.
Al imperialismo norteamericano Venezuela le interesa como la principal fuente de petróleo barato y cercano. Pero su interés principal es fundamentalmente político y busca:
- Cambiar un principio básico del derecho internacional. Quien define al jefe de Estado de un país es (o debería ser) su pueblo, a través de su sistema político. Sin embargo, en Venezuela, Trump eligió a un “presidente encargado”, el diputado Juan Guaidó. Para ello el venezolano fue previamente convocado a Washington, en diciembre pasado. Ya designado por Trump, Guaidó se auto-proclamó como “presidente encargado” el 23 de enero en una manifestación callejera, pisoteando toda la institucionalidad de su país.
- Derrocar al gobierno legítimo encabezado por Maduro. A través de una estrategia basada en fingir un “doble poder”, apoyando a uno de los polos (“el gobierno del presidente encargado”), Trump busca intervenir en el país, incluso en términos militares. El 8 de febrero, Guaidó dijo que podría convocar a militares estadounidenses a apoyar acciones en contra de Maduro y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Sin embargo, el “doble poder” es falso. Guaidó carece de legitimidad y mando efectivo, todo su “poder” reside en el apoyo del gobierno de Trump y sus gobiernos sumisos del Grupo de Lima y de la Unión Europea.
- Estrangular la economía venezolana para debilitar a Maduro. En abierta violación de acuerdos y convenciones internacionales, Trump está confiscando propiedades venezolanas en EEUU (como la empresa petrolera CITGO, subsidiaria de PDVSA) y recursos financieros genuinos de Venezuela depositados en bancos norteamericanos.
- Utilizar los recursos confiscados para financiar la “ayuda humanitaria” que pretenden introducir a territorio venezolano. Con el país estrangulado por el bloqueo financiero y pasando terribles penurias de abastecimiento, Trump quiere usar la “ayuda humanitaria”, con apoyo de Colombia y Brasil, para provocar un choque entre la población (que querrá acceder a esa “ayuda”) y las fuerzas de seguridad venezolanas (que deberán evitar la violación de soberanía nacional). De esa forma se intenta romper la unidad de la FANB, su lealtad a la Revolución y al gobierno de Maduro.
Es claro que el imperialismo estadounidense no está interesado en garantizar elecciones limpias y competitivas, solo pretende derrotar y destruir la Revolución Bolivariana.
Pepe Mujica, ex presidente uruguayo, advirtió que los EEUU quieren provocar una invasión militar a Venezuela, azuzando una guerra en América del Sur, similar a la de Siria. Erróneamente, cree que sí el presidente Maduro hiciera concesiones, el peligro desaparecería, por lo que propuso una nueva elección presidencial. Pero su análisis no considera que Trump ya impidió elecciones competitivas el año pasado, negociadas en la República Dominicana entre Maduro y los principales partidos de oposición (de derecha y centro derecha), con la mediación del expresidente español, José Luis Zapatero, y el apoyo del presidente dominicano.
La elección de 2018, en la que triunfó Maduro, se realizó en el marco de aquel pacto negociado. Sólo que, en el último momento, cuando el acuerdo ya había sido aceptado por las partes (gobierno y opositores) e iba a ser firmado, un sector mayoritario de la oposición acabó retirándose por orden de Washington. Es claro que el imperialismo estadounidense no está interesado en garantizar elecciones limpias y competitivas, solo pretende derrotar y destruir la Revolución Bolivariana. El rechazo a cualquier negociación por parte de Trump y su representante Guaidó refleja esa estrategia.
El objetivo político imperialista no termina en Venezuela. Ya anunció que el próximo objetivo será Cuba, así como Nicaragua y Bolivia. Pero más allá de las batallas en cada país, la disputa central es la ofensiva norteamericana para vulnerar la soberanía y autodeterminación de nuestros pueblos en América Latina: nombrando autoridades, definiendo la administración de los recursos financieros y legitimando intervenciones militares, que nos harían retroceder a la primera mitad del siglo XX.
Este cambio paradigmático en las relaciones internacionales tiene además un objetivo geopolítico. Preparando el embate con China en el Pacífico, Trump busca “limpiar” de la presencia china su “patio” latinoamericano. La alianza energética y económica Venezuela-China es un obstáculo para ese objetivo. El derrocamiento de Maduro es central para aquel propósito.
Tras todo lo apuntado, ¿podría alguien, mínimamente honesto, decir que las acciones norteamericanas son para defender los derechos humanos y la democracia en Venezuela? Más aún si están lideradas por siniestros personajes como el presidente Trump, el secretario de Estado Mike Pompeu (ex director de la CIA) y su delegado para esa operación Elliott Abrams (el criminal internacional que lideró las operaciones ilegales contra las revoluciones en Centroamérica en los años 80’s).
Buscando paralelos en el pasado, debemos rescatar lo ocurrido en la Guerra Civil Española (1936-39). Entonces, nuestros abuelos supieron lo que estaba en juego, por eso hubo una magnífica movilización de las Brigadas Internacionalistas impulsadas por el movimiento obrero. Ya las “democracias occidentales” decretaron el bloqueo de venta de armas a “ambos lados en disputa”, mientras los fascistas de Franco recibían apoyo militar y financiero de Hitler y Mussolini. Otro desafío histórico de similar envergadura fue la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba en 1961, por parte de mercenarios organizados y pagados por el gobierno norteamericano.
La derrota de la República Española fue un capítulo decisivo del avance del fascismo en Europa: hundió a España en las tinieblas por 40 años y pavimentó el camino hacia la Segunda Guerra Mundial. La derrota del imperialismo en Cuba fue la palanca que permitió a la revolución cubana avanzar hacia el socialismo, ya que desmoralizó y deslegitimó el poder regional estadounidense.
En momentos así no puede haber neutralidad. Por eso, ¡estamos con el pueblo de Venezuela y con el presidente Nicolás Maduro! ¡Por la autodeterminación de los pueblos, contra el bloqueo y la guerra imperialista! ¡Paz y democracia en Venezuela!
*Economista, consultor de la Fundação Perseu Abramo del PT.
**Abogado, asesor del Sindicato de Bancarios de Porto Alegre y del Sindicato de los Petroleros de Rio Grande do Sul.
Este texto es una versión traducida y editada del original en portugués publicado en: https://democraciasocialista.org.br/em-defesa-da-revolucao-bolivariana-gustavo-codas-e-lucio-da-costa/
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