Por Shirley Gómez Valdez.
El Covid-19 y las estrategias más desafiantes para combatirlo, como el distanciamiento y distintas fases y tipos de confinamiento, han impactado en diversas áreas. Sin duda los dos sistemas más importantes que focalizan las preocupaciones son salud y educación, porque la implementación de políticas, o la ausencia de ellas, puede ahondar las brechas ya existentes. En este sentido, cuando ponemos atención a la educación superior, uno de los debates que emergen es el de un ideal de educación online y educación a distancia que tiende a exagerar sus bondades y no pensar en sus objetivos y limitaciones.
¿Podemos llamar a lo que estamos viviendo “educación a distancia” o “educación en línea”? Definitivamente, no. Existen tres modalidades educativas no presenciales: la educación en línea (u online), la educación a distancia y la enseñanza remota de emergencia (ERE). La primera es una forma de educación a distancia que utiliza las herramientas digitales para transformar la experiencia de aprendizaje. Es una opción pedagógica para cuando estudiantes y profesores no se encuentran juntos físicamente, y que utiliza herramientas digitales, pero no de manera exclusiva. La educación online y la educación a distancia tienen características comunes: requieren planificación, recursos humanos e infraestructura. Se estima que la planificación de un curso online puede tomarle a un docente hasta nueve meses y luego este puede continuar realizando cambios.
La enseñanza remota de emergencia, a diferencia de la educación a distancia y la online, se implementa en momentos de crisis, generando un cambio abrupto en el proceso educativo y –por supuesto– sin suficiente planificación. Es por esta razón que las investigadoras Stephanie Jones y Hilary Hughes sugieren repetir como un mantra que lo que estamos viviendo no es educación en casa, educación a distancia ni educación en línea. A esta forma de enseñanza en tiempos de pandemia algunos la denominan coronateaching y, según la definición de Luz Montero, directora de UC Online de la Pontificia Universidad Católica de Chile, no es más que el proceso de “transformar las clases presenciales a modo virtual, pero sin cambiar el currículum ni la metodología”.
Desde este enfoque podemos entender entonces el esfuerzo de muchos docentes al intentar dar continuidad al proceso educativo con programas que no fueron diseñados para ese tipo de metodología. También desde esta mirada podemos pensar que esta forma de enseñanza, surgida abruptamente, es experimentada por primera vez por muchos niños, niñas y jóvenes en escuelas, colegios e instituciones de educación superior. Por esta razón hay que prestar mucha atención cuando se realizan recomendaciones con el único objetivo de implementar herramientas digitales, sin mirar más allá del objetivo que tiene cada proceso de aprendizaje en sus distintas etapas y reduciendo la oferta educativa a la simple impartición de programas en plataformas online, sin evaluar su calidad.
La Resolución N° 04/2020 del Comité Ejecutivo del CONES (Consejo Nacional de Educación Superior) indica que las instituciones de educación superior pueden implementar herramientas digitales para desarrollar los programas educativos en reemplazo de las clases presenciales. Sin embargo, me pregunto: ¿dónde queda el aseguramiento de la calidad de la educación superior en este contexto? La institución clave para garantizar calidad en este proceso es, sin duda, la ANEAES (Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior). Es esta institución, con sostén del CONES, la que debe desempeñar un papel importante al ofrecer orientación y soporte en asuntos como la transferencia del aprendizaje, la enseñanza en línea, métodos de evaluación alternativos y el mantenimiento de estándares académicos y servicios de apoyo al estudiante.
En esa línea se destaca que la agencia paraguaya (ANEAES) es la segunda institución responsable de aseguramiento de la calidad en Latinoamérica que cuenta con un mecanismo de evaluación y acreditación de la educación a distancia iniciado antes de la pandemia. Sin embargo, este mecanismo aunque es un gran avance requiere tiempo para su implementación ya que no contemplaba inicialmente ser aplicado en un contexto de enseñanza remota de emergencia.
Para asegurar un mínimo de calidad en la enseñanza remota de emergencia, la UNESCO ha establecido algunos elementos prácticos con vistas a diseñar intervenciones en la política de educación superior. Por ejemplo, realizar una evaluación tecnológica rápida del estado de la infraestructura digital (a nivel institucional, para identificar lo que se necesita para mantener la enseñanza y el aprendizaje continuos, y a nivel de sistema para identificar debilidades en términos de conectividad, equipamiento y recursos humanos/financieros). Otro elemento que considera pertinente este organismo internacional es la construcción de un entendimiento común de la calidad en estos modos de enseñanza que estamos implementando, a través de consultas de base amplia, incluyendo a las instituciones del sector privado.
La enseñanza remota de emergencia, a diferencia de la educación a distancia y la online, se implementa en momentos de crisis, generando un cambio abrupto en el proceso educativo y –por supuesto– sin suficiente planificación. Es por esta razón que las investigadoras Stephanie Jones y Hilary Hughes sugieren repetir como un mantra que lo que estamos viviendo no es educación en casa, educación a distancia ni educación en línea.
La pandemia, sin duda, desafía a las instituciones vinculadas a la educación superior a reflexionar sobre el modo de brindar una oportunidad educativa que no solo sea de calidad para unos cuantos. Finalmente, la nueva narrativa en la educación superior se centrará en las intervenciones actuales y las mitigaciones futuras. La ANEAES debe tener en cuenta esto y dar a los procesos de garantía de calidad la solvencia necesaria para crear ofertas educativas presenciales, en línea o mixtas, sostenibles en cualquier contexto.
Imagen de portada: Página Web de la Universidad Nacional de Asunción
2 thoughts on “La educación superior en Paraguay no puede volver a ser igual”