Por Marcos Pérez Talia
Todo parece indicar que la oposición paraguaya va a competir en 2023 utilizando la figura de la concertación. De todas las aristas pendientes de resolución por parte de los concertacionistas, una de ellas -tal vez la principal- guarda relación con la selección de candidaturas.
En el marco de la concertación estarían puestas sobre la mesa dos posibles fórmulas para elegir a la chapa presidencial: (i) mediante elecciones internas a padrón abierto, opción defendida por Efraín Alegre y algunos partidos; y (ii) mediante una encuesta que revele a los dos mejores posicionados, propuesta de Kattya González y su partido.
Por ahora pareciera que la opción de la encuesta no encuentra eco favorable. La desconfianza hacia ese mecanismo estadístico es enorme en Paraguay luego del bochorno montado en las elecciones de 2018, cuando encuestadoras distorsionaron el panorama electoral mediante la publicación de resultados totalmente descabellados y sin sustento empírico (por ejemplo, que Mario Abdo Benítez ganaba por 30 puntos a Efraín Alegre, cuando la realidad mostró una separación de menos de 4 puntos porcentuales). Además, en otros países también han perdido prestigio. Desde distintos espacios de las ciencias sociales se empiezan a plantear algunas explicaciones de por qué fallan demasiado y dejaron de cumplir su objetivo analítico. En términos políticos, la realización de encuestas para definir candidaturas tampoco genera un “músculo electoral” comparado a elecciones internas que movilizan a las estructuras partidarias de cara a las elecciones generales.
La opción que encuentra más soporte es la de las elecciones internas. Este terreno es especialmente conocido por los liberales, quienes son el único partido de la oposición que elige candidaturas mediante internas competitivas. Para sopesar esta ventaja extra de antemano, Efraín Alegre propuso que el padrón sea nacional, algo que también tiene el apoyo explícito de Patria Querida y Soledad Núñez. Eso convertiría a las elecciones internas no solo más inclusivas en términos ciudadanos, sino también menos controlable por la estructura partidaria liberal.
En medio de los idas y vueltas sobre el mecanismo de selección, los actores van perfilando sus opciones por la propia posición que creen tener frente al electorado. Hasta ahora parece muy evidente que Efraín Alegre es quien tiene mayores chances de triunfar en las internas de la concertación. Los motivos, lejos de tener un origen enigmático, son muy sencillos y palmarios: (i) tiene un relato que amplía la noción de disputa política, (ii) es capaz de ganar pulseadas políticas (aunque luego no capitalice todavía en términos presidenciales); y (iii) es una candidatura sin un plan B.
Respecto al primer factor, los discursos políticos y electorales son básicamente relatos. Sirven para persuadir y movilizar a los electores y simpatizantes hacia un determinado sentido de participación política en general, y del voto en particular. El relato de Alegre se sintetiza con su hashtag #PatriaOMafia; no obstante, su narrativa se puede desmenuzar en elementos no únicamente electorales, sino que además disputa ciertos sentidos comunes de la política paraguaya. Por ejemplo, en este relato hay un héroe en la narración: la “patria”, o sea, una parte mayoritaria del pueblo que sufre el avasallamiento constante de la “mafia”. El villano no es otro que Cartes, que tiene férreamente cooptado al Partido Colorado, las instituciones democráticas y al propio presidente Mario Abdo, incapaz de enfrentarle. Para redimir a la “patria” de los tentáculos de la “mafia”, es necesario como punto de partida la caída de la ANR en 2023. La propia historia personal de Alegre -quien sufrió persecución e incluso encarcelamiento- le legitima en la cruzada.
El segundo factor clave tiene que ver con su capacidad de ganar políticamente la confrontación en momentos cruciales: (i) la enmienda de sangre en 2017 que impidió la reelección de Cartes, aunque luego haya sido Mario Abdo quien cosechó el triunfo, (ii) su encarcelamiento en 2021 en el marco de un proceso judicial sin sentido, donde optó por no tranzar y enfrentar al régimen judicial, (iii) reelección como presidente del PLRA en junio de 2021, aun cuando se unieran prácticamente todos los equipos internos en su contra, o (iv) su crecimiento como líder y autoridad en el Directorio del PLRA, donde logró doblegar a la oposición interna y sacar de puestos claves a los denominados “libero-cartistas”. En cierta forma, si la alternativa al efrainismo son grupos vinculados a Blas Llano y Dionisio Amarilla, va a tener siempre un efecto contrario: vigorizar el relato de Alegre.
La maquinaria mediática oficialista no cesa en su campaña de “Efraín es perdedor”, aunque en paralelo haya un intento constante de sacarlo del escenario político mediante artilugios internos y jurídicos. Estos eventos en su contra, al tiempo que tal vez pudieran ocasionarle cierto desgaste público, refuerzan su imagen de ser el “único que no se vende”.
Finalmente, está el factor de que su candidatura presidencial no tiene un plan B (la Vicepresidencia o ir al Senado). Esto genera certeza de cara a las alianzas territoriales en el PLRA. Como todo partido de masas, la dirigencia territorial (presidentes de Comité, concejales, intendentes, diputados, gobernadores) estrecha alianzas con liderazgos nacionales a fin de ocupar nuevos cargos. Ello beneficia tanto al concejal que quiere ser diputado -porque sabe que el líder no negocia para desviar su trayectoria- como al candidato nacional, porque su candidatura se motoriza a través de una vasta red de operadores territoriales.
¿Las internas presidenciales de la concertación están resueltas? Claramente no. Faltan muchos meses, hay mucha tela por cortar y muchas candidaturas explorando posibles fórmulas.
Kattya González viene trabajando desde hace tiempo y, según algunas encuestas, tiene un nivel de aceptación interesante. Su mayor debilidad es que no tracciona al interior del PLRA, lo cual le resta musculatura electoral de cara a unas posibles internas. En la medida que Efraín siga realineando su correlación de fuerzas interna producto de los acuerdos que alcanzó con los Buzarquis, Víctor Ríos, Carlos Portillo, Alejo Ríos (gobernador de Caaguazú) etc., le quedaría “disponible” a Kattya los sectores de Blas Llano o Dionisio Amarilla. Por ahora, parece mucho riesgo para poca ganancia. La otra opción no descartable podría ser que Kattya apunte a la vicepresidencia de Efraín.
La opción que encuentra más soporte es la de las elecciones internas. Este terreno es especialmente conocido por los liberales, quienes son el único partido de la oposición que elige candidaturas mediante internas competitivas. Para sopesar esta ventaja extra de antemano, Efraín Alegre propuso que el padrón sea nacional, algo que también tiene el apoyo explícito de Patria Querida y Soledad Núñez.
Por último, la aparición de Euclides Acevedo generó debates e interrogantes. Que su candidatura no haya molestado al establishment colorado es bastante suspicaz, aunque más llamativo aún es el aparente apoyo de Fernando Lugo, cuando el Frente Guasú tiene dos candidaturas en proceso: Esperanza Martínez y Sixto Pereira. Se habló también de un supuesto apoyo de Blas Llano a la fórmula Euclides Acevedo y Hugo Fleitas, aunque tendrá mucho trabajo en explicar a las bases liberales el por qué tendrían que apuntalar a un no-liberal, que encima es el canciller de Mario Abdo, y muy lejos está de generar el entusiasmo que generó Lugo en 2008.
La concertación está arrancando motores y la variopinta lista de partidos y candidatos sugiere que la fórmula será competitiva. En las siguientes semanas se tendrá que definir la operatividad del espacio, lo cual arrojará más luz al proceso.
Imagen de portada: Moisés Ruiz.