Narcotráfico

La tormenta perfecta. Razones del descontrol en el sistema penitenciario paraguayo


Por Jorge Rolón Luna*

En Paraguay existe una desastrosa política de encarcelamiento masivo, pero la situación no viene desde siempre. En 1970 el país tenía 1.461 personas privadas de libertad (PPL) en sus cárceles —sin contar presos políticos en comisarías y delegaciones de gobierno— lo que daba en aquel momento una ratio de 59 PPL por cien mil habitantes.

La evolución en los años que siguieron no ha sido lineal. Como muestra el gráfico 1, en los primeros once años (hasta 1981) se observa un inmovilismo asombroso, hasta que pasa a casi duplicarse en el periodo 1981-2000.

Gráfico 1. Evolución de la población penitenciaria en números absolutos 1970-2000.

Fuente: World Prison Brief, Institute for Justice and Policy Research, University of London.

Mientras tanto, en números relativos de personas presas por cien mil habitantes la evolución ha sido distinta (gráfico 2). Cayó entre 1970 y 1981, cuando se dio la cifra más baja de las últimas décadas. A partir de aquí empezó a cambiar la historia, pues se dio un aumento significativo de la población penitenciaria. Sin embargo, a pesar de esto, el Paraguay aún tenía “números escandinavos” en materia de privación de libertad, formando parte del grupo de países que menos encarcelaba en el mundo. La explosión no había sucedido aún.

Gráfico 2. Evolución de la población penitenciaria x 100.000 habitantes 1970-2000.

Fuente: World Prison Brief, Institute for Justice and Policy Research, University of London.

Ya en este siglo, entre el 2000 y el 2010 (gráfico 3), se verificó una duplicación del total de la población presa, mientras que en lo que hace a la ratio de presos por cien mil habitantes se abandonó la zona de confort escandinava. Esto se dio paradójicamente de manera casi coincidente con la implementación de la reforma penal.

hoy el Paraguay está pagando por una política criminal no escrita, en las últimas décadas, de encarcelar masiva e indiscriminadamente, al tiempo que permitió el crecimiento descontrolado de grupos criminales ligados principalmente al tráfico internacional y a la venta al menudeo de drogas.

¿Cómo ocurrió que la herramienta pensada para abandonar el carácter represivo e inquisitivo del sistema punitivo estatal paraguayo se volvió una máquina de encierro que disparó la violencia estatal? Una buena pregunta, pero para otro momento.

Gráfico 3. Evolución de la población penitenciaria en números absolutos 2000-2023

Fuente: Elaboración propia con base en datos de World Prison Brief y Ministerio de Justicia de Paraguay.

Es importante mencionar que algo parecido estaba ocurriendo en América Latina y el Caribe. De acuerdo con un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre 1995 y 2014, la tasa de encarcelamiento creció un 137% alcanzando los 240 privados libertad por 100.000 habitantes.

Ya bien avanzado el presente año se llegó a las  17.328 PPL en el país (gráfico 4) lo que da la escalofriante cifra de 284 PPL por cien mil habitantes (gráfico 5), superando la media latinoamericana de 240 apuntada por el BID.

Gráfico 4. Personas privadas de libertad (PPL) a agosto de 2023

Fuente: Ministerio de Justicia del Paraguay.

Corresponde aclarar que este último es un cálculo propio para el cual me he basado en los resultados preliminares del 8° Censo Nacional de Población y Viviendas que sorpresivamente mostraron una reducción de la población paraguaya. Otro dato preocupante: más de la mitad de los países del mundo (54%), tienen una tasa menor a 150 PPL por cien mil habitantes. Nuevamente; algo sucedió entre 2010 y 2023, que Paraguay superó la media regional y dio el salto hacia el grupo de países que más encierran personas en el mundo

Gráfico 5. Evolución de la población penitenciaria por 100.000 habitantes 2000/2023.

Fuente: Elaboración propia con base en datos de World Prison Brief y Ministerio de Justicia de Paraguay.

Vuelvo a lo sucedido a partir del nuevo siglo. Aquí cobran relevancia los datos en materia de números absolutos para comprender los distintos fenómenos que han venido ocurriendo en el sistema penal paraguayo, repercutiendo en el subsistema penitenciario. Aparece de manera prístina que desde inicios del presente siglo se empezó a encarcelar en el país masivamente o, si se prefiere, el delito aumentó.

Analicemos este dato relevante: mientras América Latina y el Caribe duplicó sus presos entre 2000 y 2014, el Paraguay los quintuplicó entre 2000 y 2018. Una locura. Ello, a pesar de que Paraguay es uno de los países con más bajas tasas de homicidio en la región, en un periodo en el que este delito disminuyó espectacularmente y otros delitos no aumentaron concomitantemente. Una conclusión preliminar es que ha habido una injustificada intensidad del encarcelamiento en el sistema de justicia paraguayo, sin un correlato visible en materia de crecimiento de la actividad criminal, en comparación con países de la región.

Los números absolutos importan, porque un aumento descontrolado de la población penitenciaria implica necesariamente mayores retos, problemas, riesgos, así como necesidades y previsiones sin precedentes, un cóctel nuclear. Entre los desafíos más importantes se encuentran, el aumento de requerimientos presupuestarios, la entrada a un ciclo inacabable de construcción de nuevas cárceles, la existencia de mayor cantidad de cárceles “grandes” y las muertes intramuros que han tenido lugar últimamente con números escalofriantes.

Lo que estoy describiendo también ha venido teniendo impactos severos en el “mundo libre”: el hacinamiento resultante (gráfico 6) genera un aumento de enfermedades graves como la tuberculosis  y produce un incremento del contagio criminal. En otras palabras, la tuberculosis y el delito se expanden desde las cárceles.

Todo esto estuvo ocurriendo al tiempo que en el país aumentaba la actividad de asociaciones criminales, locales y extranjeras, como el PCC y el Comando Vermelho, producto del nuevo rol de Paraguay en las rutas internacionales del tráfico de cocaína. Por esto sostengo que el crecimiento desmesurado de la población carcelaria en Paraguay contribuyó decisivamente al crecimiento de estos grupos criminales en el último tiempo.

Gráfico 6. Establecimientos carcelarios con mayores porcentajes de hacinamiento 2022.

Tipo de institución

Institución Población Capacidad de albergue, según el Ministerio de Justicia Índice de ocupación, según el Ministerio de Justicia Capacidad de albergue, según criterios de DDHH Índice de ocupación, según criterios de DDHH

Penitenciarías

Villarrica 511 290 176% 53 964%

San Pedro

1.078 696 155% 148 728%

Emboscada

1.484 408 364% 204

727%

Ciudad Del Este 1.353 636 213% 191

708%

Nacional Tacumbu 2.914 1.530 190% 480

607%

Centros Educativos

C.E. Ciudad Del Este 29 45 64% 21 138%

C.E. Sembrador

29 38 76% 26 112%

C.E.I. La Esperanza

12 20 60% 11 109%
C.E. Concepcion 19 25 76% 19

100%

C.E. Itaugua 97 144 67% 132 73%

Fuente: Mecanismo Nacional de Prevención Contra la Tortura (MNP).

A la luz de este derrotero histórico debe analizarse la coyuntura del sistema carcelario paraguayo. Por un lado, algunas cosas no han cambiado absolutamente nada, como la violación de los derechos humanos, la corrupción sistémica, los bajos salarios del personal, el alto porcentaje de internos sin condena, entre otros. Por otro, están algunos elementos novedosos que se combinan con lo que permanece y en algunos casos empeora.

Como señalé, la variable que introdujo cambios cualitativos es la notoria presencia de grupos criminales al interior del sistema penitenciario. Esto, en combinación con el aumento del hacinamiento, han creado la tormenta perfecta.

En 1996 se tenían apenas once establecimientos penitenciarios, hoy se tienen dieciocho, a los que hay que sumar tres aún no inaugurados, para llegar a veintiuno en total. En resumen, hoy el Paraguay está pagando por una política criminal no escrita, en las últimas décadas, de encarcelar masiva e indiscriminadamente, al tiempo que permitió el crecimiento descontrolado de grupos criminales ligados principalmente al tráfico internacional y a la venta al menudeo de drogas. Grupos criminales que, calcando su modelo asociativo del “mundo libre” —donde los partners son policías, militares, el sistema judicial y políticos en general—, en las cárceles se asocian a la burocracia del sistema para hacer prosperar sus negocios ilegales. Un escenario del que no parece fácil salirse.

*Investigador independiente, ex director del Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior.

Imagen de portada: AFP

 

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