Internacionales

¿Nos afecta que Paraguay mueva su embajada en Israel?


Por Mario Urbieta*

Vivimos en el continente más pacífico en cuanto a conflictos entre Estados se refiere, por lo que la tensión y desgracias propias de estas confrontaciones podrían parecernos lejanas. Sin embargo, en la realidad global en la que nos desarrollamos como individuos y lo hacen los Estados, es imposible pretender que las relaciones dadas entre actores del otro lado del mundo no tengan influencia al menos indirecta.

Concretamente, el Paraguay ha estado vinculado desde sus inicios al Estado de Israel y a la fecha ha dado una de las más grandes “muestras de amor”.

“Nunca hubo atentados de naturaleza terrorista en Paraguay, podría ser esta la primera vez? Suena arriesgado pero tampoco nada ilógico si la cuestión sigue un curso de crisis” 

En 1947 las Naciones Unidas en Asamblea General vota a favor -gracias al voto de Paraguay y otros 32 países- de la creación del Estado de Israel en una zona denominada  palestina, lo que probablemente fue impulsado con buenas intenciones -como que el pueblo judío tenga un hogar al huir del genocidio impulsado por los nacionalsocialistas alemanes- terminó en una seguidilla de conflictos armados de diversa intensidad entre los países árabes y su nuevo vecino.

No tenemos la extensión necesaria para realizar un relato de la historia de estos conflictos pero podemos sostener valiéndonos de las normativas de Naciones Unidas y manifestaciones de casi todos los países del mundo, que la capital de Israel es la ciudad de Tel Aviv. Esta organización internacional determinó que Jerusalén quedaría bajo manejo provisorio suyo, al tiempo que musulmanes, judíos y cristianos mantenían en mayor o menor medida nexos con ella (por ejemplo, existen sitios sagrados para las mencionadas religiones). Israel la consideró siempre capital indivisible al igual que colonizó -mediando condenas internacionales- gran parte de un territorio que no le pertenecía.

Volviendo al tópico, alrededor del 20 de mayo Paraguay formalizaría el traslado de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén en palabras de Cartes. Al oír la noticia me vinieron varias ideas a la cabeza, como de seguro también al lector; por un lado arriesgar los mercados de carne y otros productos a países árabes y/o de la región -aunque las cuestiones comerciales no se definen siempre por cuestiones políticas, aquí sí podría tener cierta influencia. Por otro los riesgos que podrían darse para la seguridad de la futura embajada y los ciudadanos paraguayos en la región y por qué no algún tipo de violencia contra estructuras y ciudadanos en nuestro país, en caso de que los actores árabes desean algún tipo de represalia. (no hace falta ni mencionar lo vulnerable que es el sistema de seguridad paraguayo). Nunca hubo atentados de naturaleza terrorista en Paraguay, podría ser esta la primera vez? Suena arriesgado pero tampoco nada ilógico si la cuestión sigue un curso de crisis.

Algo llamativo que tiene esta movida es que Trump no tuvo un elenco de países detrás que acompañen su jugada como ocurre usualmente cuando un país de este peso mueve una ficha en el tablero, que no se debe a ningún tipo de improvisación (pensar que Trump actúa de forma improvisada es por lo menos ingenuo) sino más bien podemos referirnos a una suerte de independencia de Trump para sus decisiones, al menos en política exterior. Podemos ver el caso del programa nuclear iraní y ver como la determinación -o capricho- de Trump finalmente está haciendo ceder -al menos en parte- a líderes europeos que no pudieron convencerlo de no alejarse del acuerdo. Sólo Paraguay y Guatemala, países latinoamericanos que sabemos no están en la vanguardia de la escala de peso económico y político moverán sus embajadas. En cambio, dirigentes de países europeos y de otras latitudes han repudiado enérgicamente este actuar. Turquía solicitó la presencia de su embajador en Israel y otras entidades como la ONU y la UE han elevado voces sobre todo con relación a las muertes que se dieron en los últimos días con relación al cambio de lugar de la embajada, concretamente palestinos en manos de fuerzas israelíes.

Si en algo concuerda gran parte del espectro de opiniones es que esta decisión puede elevar el nivel de fundamentalismo y violencia en una zona de por sí violenta (nos referimos a Oriente cercano y próximo, no a Jerusalén en concreto). Los enfrentamientos entre civiles palestinos (que según voceros israelíes estarían impulsados por Hamás) y las fuerzas israelíes no sería si no un puntapié de lo que podría suceder de continuar con este nivel de tensión tan alto. Netanyahu en cambio había afirmado que esto atraería la Paz.

Tenemos que preguntarnos qué países seguirán los pasos de Trump y Cartes, entre ellos podríamos ubicar a  la República Checa y Rumanía, por declaraciones -aunque vacilantes- de estos. Aún siendo muchos más, la cantidad es pequeña considerando la cantidad de países en la comunidad internacional.

Podría Paraguay perder mercados o aliados diplomáticos y políticos árabes? Podría haber cierto riesgo para el país y sus ciudadanos a raíz de esta decisión?

Una última cuestión: Será esta una decisión de Cartes o una política que seguirá al pié de la letra el presidente electo, Mario Abdo? Todo está por verse. Por último, es probable que países árabes tomen una decisión organizada diplomática contra países que muevan su embajada, como Paraguay, por ejemplo revisar sus relaciones con estos. Cabe preguntarnos a qué países les costaría más una respuesta organizada en represalia, entre Paraguay y Estados Unidos, la respuesta es obvia.

 

*Asesor Político y Especialista en Relaciones Internacionales.

Fotografía de portada: Haaretz.

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