Educación

La parte fea de BECAL y una propuesta para solucionarla


por Guillermo Cabral

Barcelona, Madrid, Lisboa, Oporto, París, Cannes, Estocolmo, Cracovia, Varsovia, Montpellier, Múnich, Viena, Bratislava, Budapest, Praga, Londres, Frankfurt, Copenhague, Luxemburgo, Ámsterdam, Glasgow, Roma, Manchester. No es el próximo tour de los Rolling Stones o U2, son algunas de las ciudades que ha visitado un amigo gracias a su beca de BECAL.

Es cierto que viaja barato ya que vuela por Ryanair y se hospeda en hostales. Tampoco veo mal que lo haga (incluso quizá lo esté haciendo con sus ahorros), yo haría lo mismo y recomendaría a toda persona que esté en Europa con tiempo y dinero que viaje mucho. Hay muchísimo por conocer y aprender a distancias relativamente cortas. Aún así, sé que esos viajes no serían posible si este amigo no tuviese la beca y me generan un montón de preguntas que la resumo en una: ¿Podemos, como país, darnos el lujo de estas becas habiendo tantas necesidades básicas no satisfechas?
BECAL es el programa de becas de postgrado del gobierno que cuenta con un presupuesto inicial de US$ 73 millones. La lógica del programa se basa en que los becarios retornarán al país (es requisito de la beca) y con el conocimiento adquirido generarán beneficios para el resto de la sociedad, lo que en economía llamamos externalidades positivas.

Sin embargo, tengo mis serias dudas sobre este programa, y me planteo las siguientes preguntas: ¿Es realmente buena política pública gastar hasta US$ 250.000 (unos Gs 1.400 millones) en la educación superior de una sola persona en un país donde 6 de cada 10 alumnos ni siquiera terminan la secundaria?Hay programas desde unos US$ 20.000, pero otros más caros, con maestrías superando los US$ 70.000 y doctorados llegando hasta US$ 180.000. Si una persona cursa una maestría y luego un doctorado, puede llegar a costar más de US$ 250.000 en total (este no es solo un caso hipotético, existe). Dudo mucho que el rendimiento de esta persona sea tan alto que sobrepase el rendimiento de invertir esa suma en educación inicial de cientos o miles de alumnos.

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¿Quiénes son los beneficiarios de estas becas, ricos o pobres? De los 6 de 10 que no terminan el colegio, la mayoría son pobres. El bajo nivel económico es una causa de la deserción escolar. Luego, de los que van a las universidades nacionales, según la EPH 2016, el 53% viene del 30% más rico y solamente el 6,2% del 30% más pobre. Hay una alta deserción también en las universidades y quienes tienen mayor probabilidad de terminarla son los más ricos. Por lo tanto, quienes tienen chances de aspirar a BECAL son mayormente personas de ingresos altos. No hay datos del nivel económico de los becarios, pero todo indica que son personas de los deciles más altos. No es ninguna sorpresa que la gran mayoría de los becarios sean de la capital como puede apreciarse aquí, cuando esta ciudad tiene aproximadamente el 10% de la población del país. BECAL probablemente sea un gran creador de desigualdad económica, concentrando un montón de dinero en muy pocas manos de los deciles más altos y siendo pagado, finalmente, por impuestos que pagan todos.

¿Qué hacemos con BECAL entonces? Si como sociedad decidimos que este programa es bueno o necesario para el país no deberíamos eliminarlo, pero se puede hacer algo para corregirlo. El principal problema es que el beneficio individual para el becario es demasiado alto en comparación al beneficio público. El costo, sin embargo, es totalmente público. Lo que falta es un mecanismo que extraiga parte de este beneficio individual y lo transfiera al público.  

Si queremos que todos puedan acceder a estas becas no podemos pedir que el becario pague parte de los costos, ya que haría imposible para algunos acceder a los programas de postgrado. Pero sí se puede pedir que el becario, al volver al país pague parte o toda su beca dependiendo de su pasar económico. Por ejemplo, podría crearse una tasa de impuesto a la renta personal extra para los beneficiarios de estas becas, que empezaría a aplicarse a partir de ingresos anuales que consideremos razonable. Se pagaría anualmente hasta cubrir el costo de la beca. Algo así como un préstamo súper blando, donde solo se repaga si se puede y en cómodas cuotas. Estos becarios con una altísima probabilidad serán personas de ingresos altos al volver y podrán pagar un 5% ó 10% extra anual. Con esto BECAL seguiría siendo muy atractivo para todos, seguiría cumpliendo sus objetivos y reduciría el costo para la sociedad de una manera importante.

Esta lógica de redistribución podría funcionar también en otros espacios. La tasa impositiva incluso podría alcanzar a quienes se beneficiaron de carreras académicas a bajos costos en la universidad pública en el país y luego pasaron a tener ingresos elevados. Sistemas similares existen en otros países como Uruguay, Australia, Inglaterra y otros, donde uno va a las universidades públicas y cursa sin pagar, pero si en el futuro ese estudiante se convierte en una persona de ingresos altos se le pide una contribución especial hasta cubrir lo invertido en su educación.

Una crítica similar se podría hacer a varios programas del Estado, pero pocos tienen las características descritas que hacen que una solución sencilla esté al alcance. Una solución como la propuesta es factible y debería considerarse seriamente. Si no hay cambios, las críticas empezarán y serán difíciles de refutarlas, ya que en un país con un PIB per cápita de unos US$ 5.000 por año dar US$ 180.000 a una sola persona (mayormente de ingreso alto) para que curse su doctorado es como mínimo polémico. Hacer que BECAL sea sostenible económica y políticamente requiere cambios y ojalá se den, de lo contrario se corre el riesgo de que pierda popularidad y el programa deje de existir.

 

* Imágenes: Reuters y www.elpais.com.co

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